La Rubia - II

1711 Words
―Vas muy bien, Lia. Quiero que me sigas contando todo, sin omitir detalles. Si tu problema es sobre sexo, entonces considero que lo mejor es hablar de este tema a fondo. ―Bien, entonces sigo. El chico quería seguir disfrutando de su fantasía erótica, y yo quería seguir disfrutando de su v***a. Por eso no me negué cuando sugirió que fuera Sandra la que me chupara las tetas a mí. Por suerte ella es una gran amiga, y no me abandonó. Se la jugó por mí. Me sacó la blusa y enseguida se prendió de una de mis tetas. El pibe se puso como loco, me agarró fuerte de la cintura y empezó a clavarme con mucha potencia… yo tenía toda la concha mojada. Sandra hizo algo que me tomó por sorpresa. Dejó mi teta y se mandó directamente a mi boca. Me besó con mucha pasión, yo estuve a punto de apartarme, pero justo en ese momento el pibe dijo que le calentaba mucho ver cómo nos besábamos. Así que hice todo lo contrario, le agarré los pelos a mi amiga y empecé a comerle la boca. Como sabía que el pibe iba a pedir más estímulo, tomé la iniciativa; volví a chuparle las tetas a mi amiga… y te aseguro que valía totalmente la pena. Tenía la concha muy abierta, y esa pija no paraba de castigarme. Como me di cuenta que mientras más chupaba, él más se emocionaba, le puse más onda a las lamidas a los pezones. Me prendí de uno y empecé a succionar con fuerza, y estuve así un buen rato. ―¿Pasó algo más? ―Sí… en un momento me asusté un poco, porque Sandra se puso de rodillas delante mío. Te juro que pensé que me iba a chupar la concha, pero por suerte no fue así. El pibe entendió perfectamente lo que ella quería. Sacó la v***a de mi concha, y se la ofreció a ella. O sea, estando yo en el medio, con la v***a entre las piernas. Sandra empezó a chupársela con ganas… no me puse celosa, para mí el pibe no significaba más que una o dos cogidas. Ella me había ayudado mucho, así que se merecía disfrutar un poquito. Y te cuento otra cosita… pero no la malinterpretes. ―Decime. ―Como mi concha estaba muy cerca de la v***a, y no había tanto espacio para que Sandra pudiera chuparla, a veces su lengua terminaba, por error, pasando por mi concha. Pero aclaró que no lo hizo a propósito, ella después me contó que era inevitable, porque no tenía lugar. Así que, la pobre, para disfrutar de la v***a, tuvo que aguantarse el sabor de mi concha. Para colmo yo se la compliqué todavía más, porque no dejaba de moverme… quería frotar la concha por esa v***a, y cuando me mandaba para adelante, a veces terminaba con la lengua de mi amiga en el clítoris… o directamente dentro del agujero. La pobrecita solamente se podía reír cada vez que pasaba ésto. Después de un rato al pibe se le ocurrió levantarme una pierna, y fue mi amiga la que acomodó la v***a para que me entrara bien en la concha. Ella se quedó ahí, chupándole los huevos al pibe, mientras yo subía y bajaba por todo ese falo. Volvió a pasar lo mismo, inevitablemente la lengua de mi amiga a veces terminaba muy cerca de mi concha. A ver, no quiero que ésto suene a lésbico ni nada de eso… si bien ella lo hacía sin querer, no dejaba de ser una lengua pasando por mi clítoris. Se empezó a sentir bien. A pesar de que esa no fuera la intención de Sandra, era algo que acompañaba perfecto la cogida que me estaba dando ese pibe. Y bueno, admito que un poquito me aproveché de la situación, cuando la lengua de mi amiga estuvo en mi clítoris, yo apreté su cabeza, como para que se quedara ahí… ella siguió lamiendo, porque imagino que todavía podía alcanzar la v***a, pero te aseguro que fue más lo que me lamió a mí. ―¿Y no se te hizo raro estar disfrutando del sexo mientras una mujer te lamía el clítoris? ―Sí, muy raro… pero en ese momento estaba tan caliente, que no me importó. Además, como te dije, no pensé en que ella fuera mujer. Para mí era sólo una lengua activa, que me daba placer. Si hubiera sido un hombre me hubiera gustado mucho más. ―¿Y Sandra? ¿Cómo se tomó tu actitud? Porque si no es lesbiana, pudo haberle molestado… ―Totalmente. Es más, yo pensé que me iba a odiar por lo que hice… si la situación hubiera sido al revés… si yo me hubiera quedado con la boca en su concha, me hubiera enojado mucho. Pero ella, según lo que me dijo después, lo comprendió de otra manera. Ella vio que yo la estaba pasando muy bien, y no quiso arruinarme el momento, así que se la bancó. Pobrecita, me da pena, a mí me hubiera dado mucho asco. En ese momento hizo algo que me sorprendió… no sólo me pasó la lengua por el clítoris, sino que empezó a succionarlo… de la misma forma en que lo había hecho con mis pezones. Obviamente yo me excité, una chupada en el clítoris puede ser muy placentera, además tenía esa v***a que no dejaba de entrar y salir de mi concha. Yo, de la calentura, le pedí que siguiera. Ella después me explicó que hizo eso para darme a entender que no estaba enojada conmigo, y siguió porque yo se lo pedí. Miré para abajo… la vi a los ojos, ella estaba un poquito desconcertada, pero no dejaba de mover la boquita… me estaba dando una chupada en el clítoris como nunca me la habían dado. Después de estar así un ratito, a mí me empezó a cansar la posición, porque tenía que hacer mucha fuerza con una sola pierna… así que le pedí al pibe que cambiáramos un poco. Cuando me aparté, Sandra, demostrando que de lesbiana no tenía nada, se mandó a chupar la pija como una profesional. Era impresionante cómo tragaba ese pedazo, y la forma en que movía su boca. Se notaba que tenía experiencia y talento. El problema fue que el pibe se quedó sin aguante, y le acabó en toda la cara a Sandra. A ella no le molestó en lo más mínimo, se quedó con la cara ahí, masturbándolo, recibiendo todo el semen con mucho gusto. Después la cosa se puso un poquito más rara… porque cuando ella se paró, lo primero que hizo fue besarme en la boca. Claro, la tenía llena de leche… y se me prendió de tal manera, que no me quedó más alternativa que tragarla. Eso no me molestó, ya me habían eyaculado en la boca en un par de ocasiones. Lo raro fue que, entre las dos, empezamos a lamernos toda la cara, compartiendo ese semen. Incluso le chupé las tetas, porque ahí también tenía… ―Pero sólo lo hiciste por el semen. ―Claro, y para seguir causándole buena impresión al pibe. Después de eso ya se terminó todo. Él se fue a su casa, y nosotras nos fuimos a dormir, no sin antes habernos lavado bien. Fue la experiencia s****l más rara de mi vida, y una de las que más disfruté… ese pibe sí que me cogió bien. Pero no llegué al orgasmo, porque él acabó antes. En ese instante sonó un pitido en el celular de Antonella, estaba sobre la mesita ratona. ―Perdón ―dijo la psicóloga, poniéndose de pie―. Ese debe ser un mensaje de mi amiga… un segundito. Cuando Antonella se agachó, para ver la pantalla de su celular, todo su culo quedó a pocos centímetros de la cara de Lia. La paciente sonrió nerviosa al ver cómo el vestido de la terapeuta se había levantado. Las redondas nalgas de Tatiana presentaban una visión casi obscena, porque apenas si había una pequeña línea de tanga que cubría el centro, y un triangulito de tela le apretaba tanto la vulva que se podía notar a la perfección la división de sus labios vaginales. Ésto duró solo unos segundos, luego Antonella volvió a sentarse junto a Lia. ―Mi amiga me acaba de avisar que se suspende lo de esta noche, así que no vamos a ninguna parte. ―Ay, qué lástima… con lo bien que te arreglaste. Pero che, dejame decirte una cosa… tené más cuidado cuando te agaches con ese vestido… te vi hasta el apellido. ―¡Ay, qué vergüenza! ¿Se me vio mucho? ―Todo el culo… toda la concha… una imagen muy explícita, nena. Lo único que te salvó un poquito fue esa tanga… que no es muy grande que digamos. ―¡Perdón, Lia! Fue sin querer, no estoy acostumbrada a usar estos vestidos. Te debe haber incomodado verme así... ―Todo bien, no pasa nada. Al menos conocí un ángulo de vos que no esperaba ver ―Antonella soltó una risita. Lia prosiguió―. Tengo que reconocer que sos una mujer preciosa, cualquier hombre se hubiera vuelto loco al verte así... con el culo entangado... ―Muchas gracias. ―¿Y qué pasó con tu amiga? ―No estoy segura, pero me dijo que no era nada grave. Sin embargo lo de esta noche no va a poder ser... pero bueno, eso no es tan malo. Tu horario de consulta ya terminó, pero si querés te podés quedar un rato más, así seguimos charlando. Por el costo no te preocupes, no va a haber cargo extra. ―Me encantaría quedarme, pero no te quiero molestar... ―No me molestás, Lia, para nada. Además es la primera vez que te veo tan suelta al momento de contar algo. Creo que todavía nos queda mucho por conversar, y lo mejor va a ser que aprovechemos ahora. Lia podía sentir el calor que provenía del cuerpo de Antonella, que estaba tan cerca de ella. Se fijó en la pantalla de la tablet y allí vio a su psicóloga chupando una teta, mientras exploraba dentro de la tanga de la rubia. ―Está bien, me quedo.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD