UN JUEVES CUALQUIERA
Por la mañana temprano decidí tomarme el habitual megakrapfen60 recubierto de azúcar y relleno de crema (que si lo muerdes por una parte, la crema sale por el otro, y entonces lo muerdes por ese lado y la crema sale otra vez por el otro y siempre así) con un cappuccino con mucho café y poca leche. Inigualable para ponerte de buen humor. Me vino a la cabeza aquella extraña tesis según la cual todas las cosas buenas te hacen daño.
En realidad no era del todo equivocada.
Era llevar a los extremos la consabida idea de la tentación: si resistes a ciertas tentaciones, las aprecias mucho más cuando te concedes alguna de ellas. Las recuerdas durante mucho tiempo y vives mejor con su ausencia, a la espera de recaer. Permitirse algún capricho, sí, pero con moderación. Si lo h
