3.Que Comience la Acción

1314 Words
[JULIETA] 7:58am y yo ya estoy parada frente a su puerta, me niego a darle la más mínima excusa para que me pida que no regrese más, soy consciente que mi futuro depende del señor Montenegro, alias “señor insoportable” y no pienso arriesgarlo por más que tenga que soportar la peor parte de este hombre. Respiro profundo, me convenzo de que hoy será un día increíble y finalmente golpeo a su puerta. —¡ya voy! — escucho que dice del otro lado y en pocos segundos escucho sus pasos cerca de la puerta —que puntual señorita Montiel. — dice mientras abre la puerta y cuando la misma se termina de abrir, lo veo a él con tan solo una toalla amarrada a su cintura. Su cabello aun esta mojado provocando que las gotas de agua caigan por su rostro y deslicen por el resto de su cuerpo hasta detenerse gracias a la toalla y por mi parte intento no prestarle demasiada atención a lo trabajado que esta su cuerpo. «¿Cuántos años tiene? ¿39? ¿40? ¿45?» pienso y de inmediato intento alejar esas preguntas de mi cabeza. —Usted me pidió que estuviera aquí a las 8am y eso hago, pero si quiere regreso en un momento para que usted se vista. — respondo intentando no observarlo más de la cuenta, pero al parecer a él no le importa que una desconocida lo vea paseándose prácticamente sin ropa. Sonríe y abre más la puerta para que entre —la suite es lo suficientemente grande para que tú me esperes aquí y yo vaya a cambiarme a la habitación. — indica una vez que entro y cierra la puerta detrás de mí. —Como usted guste, mientras se cambia ¿desea que haga alguna reservación o algo? — cuestiono. —Iremos a desayunar a “Mon Ami Gabi” en el hotel Paris, has una reserva en el patio del restaurante. — indica mientras va hacia la habitación. —Por supuesto. — respondo y de inmediato busco el número de teléfono del restaurante en mi celular. Mientras que hago la reservación, me acerco al enorme ventanal que tiene esta suite y que ofrece una de las mejores vistas de Las Vegas y me pierdo mirando el paisaje. Las Vegas strip parece un desierto a esta hora de la mañana y no es para menos, la característica principal de aquí es que sus turistas disfrutan de la ciudad durante la noche y no por el día, a excepción de quienes viene a conferencias de negocios, exposiciones, o reuniones. Charlotte del otro lado de la línea confirma la reservación para dentro de 20 minutos y yo cuelgo la llamada mientras me pregunto una y otra vez que es lo que el “señor insoportable” ira a hacer desde tan temprano aquí. —¿Confirmada la reserva? — me interrumpe su voz gruesa y un poco ronca. —Si. — respondo y volteo para mirarlo de frente. De acuerdo, tuve muchos clientes de alto poder adquisitivo durante estos años, pero quizás ninguno con tanta presencia como él. Jean, camisa blanca remangada, zapatos color café y cinturón haciendo juego. Por supuesto que toda su ropa es de una calidad increíble y probablemente de las marcas más caras que puedan existir. —Vamos entonces. — indica mientras busca su celular y su billetera de encima del escritorio. —¿Taxi? ¿Uber? ¿Trasporte privado? ¿Limusina? — pregunto refiriéndome a como prefiere trasladarse hasta allí. Él en un acto involuntario o de caballerosidad tal vez, me abre la puerta dejándome salir primero de la habitación —caminando. — responde finalmente cuanto termina de salir de la suite. —¿Seguro? Estamos en primavera y esto no es como Nueva York, aquí hace un poco más de calor. — le recuerdo. —Lo sé, me gusta el calor, además no es como el verano, ahí sí que no se puede ni caminar en la calle. — responde ya a mi lado llegando casi a los ascensores. —Perfecto. — me limito a responder adelantándome para llamar al ascensor. Puedo notar su mirada sobre mi e intento no prestarle demasiada atención, ni siquiera sé que tanto me mira… —me alegra que no traigas tacones. — dice finalmente haciéndome entender todo. —Solo se usan por la noche o para ir a una fiesta, recorrer los inmensos casinos de Las Vegas en tacones sería un error inmenso. — explico mientras vamos entrando al ascensor. —Definitivamente lo seria, ¿eres de aquí de Las Vegas? — me pregunta de la nada mientras presiono el botón para ir al lobby. —No. — me limito a responder y se me queda mirando como esperando a que continúe hablando —nací en Miami, mi padre es argentino y mi madre de España. — explico y por alguna razón sonríe. —Mi padre es español. — me comenta tomándome por sorpresa ya que no esperaba que me contara nada de él. —Interesante. — es lo único que se me ocurre responderle. «¿Se supone que tenemos que hacernos amigos o qué?» me pregunto y es que en realidad nunca paso todo el día con un cliente, mayormente solo los acompaño a los casinos, los llevo hasta la puerta de los restaurantes, discotecas, show, o hasta conciertos si quieren, pero estar 24/7 con ellos… definitivamente no es algo a lo que estoy acostumbrada. —¿Y hace mucho que vives aquí? — indaga y ya comienzo a sentir que esto forma parte de una entrevista de trabajo o algo así, «¿y si lo hace para probar hasta donde llega mi paciencia?» —Cinco años. — —Sabes, sigo preguntándome porque trabajas en esto…— comenta cuando ya salimos del ascensor y comenzamos a caminar hacia la salida del hotel. —No siempre se puede trabajar en lo que uno sueña, pero tampoco me quejo de este trabajo, es muy interesante y se conoce gente que no conocería en un trabajo común y corriente. — respondo y una vez más abre la puerta dejándome saber que ya es parte de su personalidad. —Entonces, ¿despertaste un día y dijiste que querías trabajar de esto o como fue? — pregunta haciéndome sonreír. —Ojalá fuera así…— respondo mientras siento el cambio de temperatura en mi cuerpo al salir del hotel y de inmediato me quito la americana que traigo puesta. —¿Y como fue? — insiste y tengo la sospecha de que el “señor insoportable” lo es en todos los ámbitos, al punto de ser hasta incisivo. —Hice una licenciatura en relaciones internacionales con el objetivo de convertirme en una diplomática, o quizás trabajar en algo relacionado a asuntos exteriores o algo así, pero nada resulto y encontré un trabajo como relacionista pública en un casino de Miami y de allí me recomendaron para trabajar aquí y bueno… ahora estoy asistiéndolo a usted. — —Una mujer muy preparada. — comenta mientras vamos subiendo a la escalera mecánica para así cruzar la calle. —Se podría decir que sí. — —¿Por eso te asignaron a trabajar conmigo a ti y no a otra persona? — cuestiona. —No lo sé, solo me pidieron que lo asistiera de la mejor manera posible. — respondo sin dar detalles de mi acuerdo con Fernando. —El señor Castillo me conoce muy bien, sabe que soy muy exigente con la gente que trabaja conmigo o para mí, si te eligió a ti para asistirme, es porque tiene planes muy grandes contigo o porque te está poniendo a prueba por algo. — comenta y de verdad que llama mi atención su deducción. —Puede ser. — me limito a responder. No quiero decirle que de él depende mi ascenso, tengo miedo de que haga todo lo posible para que falle. «¿Y si tiene un acuerdo con él?» mi mente es un caos de teorías y no quiero sugestionarme. —Tú solo encárgate de hacer bien tu trabajo que yo luego me encargare de darte las mejores recomendaciones y una propina digna de tu trabajo. — me pide y quizás el “señor insoportable” no lo sea tanto… —Cuente con ello. — respondo un poco más relajada y comienzo a creer que no todo está perdido como creía hasta ayer. 
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