Investigación - I

4348 Words
Rachel entró al cuarto de Valeria y lo primero que hizo fue acercarse a la repisa en la que su mejor amiga almacenaba los pocos mangas que tenía. Apartó algunos tomos y detrás de ellos se encontró con la pequeña escultura que le había regalado meses atrás a Valeria. Se trataba de una chica estilo anime japonés, de unos quince centímetros de alto. Era una pieza de excelente calidad y había sido traída directamente de Japón. Rachel tenía más de una docena de esculturas similares a ésta, pero a Valeria parecía incomodarle que la chica representada estuviera prácticamente desnuda. La pequeña mujer de plástico tenía el cabello corto, de un tono azul claro, grandes pechos, una cintura de avispa, caderas anchas y piernas muy largas y tonificadas. Su ropa daba la impresión de haber sido destruida casi por completo, apenas tenía dos retazos deshilachados, uno le cubría los pezones y otro la zona púbica, aunque solo con lo justo y necesario, como si el fabricante no hubiera querido gastar recursos en la ropa de la pobre chica. Desde que la chica anime llegó a ese dormitorio había iniciado una guerra silenciosa entre las dos amigas. Valeria intentaba mantenerla oculta, detrás de los tomos de manga, y Rachel, cada vez que venía, se encargaba de colocarla justo al frente de la repisa, donde fuera perfectamente visible. Valeria no quería pasar otra hora explicándole a su madre por qué tenía una escultura de una chica semidesnuda en su cuarto. La madre de Valeria hasta llegó a pensar que se trataba de algún extraño fetiche erótico de su hija. Para Valeria lo mejor fue decir la verdad: que se la había regalado Rachel y que no había ningún mensaje s****l o erótico detrás de ese gesto. ―¿Ya le pusiste nombre? ―Preguntó Rachel, luego de dejar la chica anime frente a los tomos de manga. ―Todavía no. No soy buena poniendo nombres, menos para personajes japoneses. ―Todas las que tengo yo tienen nombre. Esta también debería tenerlo. Si no le ponés nombre, nunca más te regalo una ―Rachel lo dijo como si a Valeria realmente fuera a molestarle el dejar de recibir chicas en paños menores inmortalizadas en plástico. ―Está bien, te prometo que esta semana voy a pensar un buen nombre. Valeria no siempre entendía las pasiones de Rachel, a pesar de eso, las aceptaba… porque para eso están las mejores amigas. Aunque no compartieran los mismos niveles de afición, cada una podía contarle a la otra todo lo que le gustaba o disgustaba, sin miedo a ser juzgada. Así, con el tiempo, fueron descubriendo que tenían pasiones en común, como las historias de misterios. ―Bueno, vamos a empezar con la investigación ―dijo Valeria, con cierto tono profesional―. Ya tengo todo listo ―señaló el gran televisor que tenía colgado en la pared, justo frente a su cama, y el teclado que descansaba en el colchón. Desde allí manejaría la computadora y verían todo el material que fuera necesario. ―Está bien ―dijo Rachel―, pero antes… Se acercó a la biblioteca de Valeria, ese estante de madera de roble en la que se almacenaban todos los libros, en su mayoría policiales. Rachel agarró algunos al azar y los fue intercambiando de lugar con otros, puso unos cuantos tomos sobre la mesita de luz, otros sobre la parte superior de la biblioteca e incluso dejó varios tirados en el piso. Valeria contempló la acción con la misma resignación que vio aparecer a la chica anime detrás de los tomos de manga. Esa era otra de las malditas costumbres de Rachel, llegar y desordenar la biblioteca que tanto trabajo le había costado organizar. Rachel estaba convencida de que esto hacía que el cuarto pareciera el de una chica de dieciocho años normal… y no el de una obsesiva compulsiva con potenciales brotes psicóticos. Rachel siempre desconfiaba de la gente demasiado ordenada… y no quería que su amiga terminara convirtiéndose en una psicópata homicida. Además le divertía ver la cara que ponía Valeria cada vez que ella le reorganizaba el cuarto. ―Bueno, amiga ¿tenés algo en mente para la investigación? ―Preguntó Rachel, mientras se acomodaba justo detrás de Valeria, en la cama. ―En esta parte de la investigación vamos a tener que hacer mucho trabajo rústico. Mi idea es revisar internet buscando el video que supuestamente es de Andrea… y algún otro parecido. ―¿Seguís pensando que puede haber más videos? ―Es una buena posibilidad, si los números realmente significan eso, quiere decir que en internet puede haber hasta siete videos distintos de la misma chica. ―Nos serviría mucho encontrarlos, con un solo video es difícil hacer un análisis profundo. Bueno, empecemos a buscar. Rachel abrazó a Valeria desde atrás, apoyando sus grandes pechos en la espalda de su amiga, tenía puesta una remera sin mangas, bastante escotada, que solo usaba si estaba en su casa, o en el cuarto de Valeria. Antes de salir se pondría otra vez la blusa que cubría sus voluminosos pechos. El atuendo de Valeria era muy similar, solo que la remera de ella era negra, y la de Rachel de un turquesa chillón. Ambas tenían shorts calza deportivos. Obviamente el de Valeria era n***o, como su blusa, porque a ella le gustaban los tonos discretos. En cambio el short de Rachel era de un naranja aún más chillón que el turquesa de su blusa. Valeria pensó que su amiga habrá llamado mucho la atención en la calle y habrá atraído muchas miradas de babosos… y por qué no, babosas. Ella le había aconsejado a Rachel que no debía usar ropa tan llamativa, especialmente al tener un cuerpo tan voluptuoso. La gente podría hacerse una idea equivocada de ella. Sin embargo a Rachel eso parecía no importarle en lo más mínimo, ella era feliz con su ropa escandalosamente colorida y demasiado vistosa para su anatomía. A Valeria no le molestó la proximidad de Rachel, sabía de la afición que tenía ella por los abrazos y si bien a Valeria no suele gustarle tener gente cerca, con Rachel se acostumbró. ―¿Por dónde empezamos? ―Preguntó Rachel―. ¿Vos sabés algo de páginas porno? ―No mucho. Nunca me meto en páginas porno. El material que tienen es muy exagerado. Distorsionan mucho la realidad. ―Yo tampoco las uso. ―Vos porque te pasás el día mirando animes cochinos ―dijo Valeria, con media sonrisa en los labios. ―Hey, no miro tantos de esos. Prefiero los animes más… normalitos. ―¿Hay animes normales? ―Bueno, depende de lo que vos consideres normal. Las manos de Rachel subieron hasta encontrarse con las grandes tetas de Valeria, las apretó a las dos juntas, como si estuviera midiendo la resistencia de dos globos de agua. Valeria no dijo nada, esto formaba parte de “la rutina de abrazos” de Rachel. Al principio se sintió un poco incómoda, pero luego comprendió que su amiga no lo hacía con ningún fin s****l. Con el tiempo Valeria aprendió que Rachel a veces se comporta como si fuera el personaje de un anime, pero esto solo lo hace cuando se siente cómoda con las personas que la rodean. Por eso Valeria empezó a tomarlo como un halago, como una señal de que se estaban haciendo muy buenas amigas. “Apretar tetas me ayuda a aliviar el estrés”, había dicho Rachel más de una vez. Valeria debía darle la razón en eso, si bien ella no acostumbraba apretar las tetas de Rachel, sí encontraba muy relajante que su amiga le masajeara las suyas. Hasta la ayudaba a pensar con más claridad, algo que para esta circunstancia venía muy bien. ―Voy a buscar las páginas porno más visitadas. Si los videos de Andrea se hicieron tan virales, seguramente estarán en esas páginas. ―Tiene sentido. También deberías buscar esas que suben mucho material amateur. Esas páginas en las que la gente puede subir sus propios videos. ―Pero el video de Andrea no parece muy amateur, sino todo lo contrario. ―Es cierto, pero en caso de que esa chica sea realmente Andrea, no creo que el video lo haya subido una empresa profesional de porno. ―Ah, tenés razón. En ese caso lo habrían subido a esas páginas donde cualquiera puede publicar. Bien pensado. Valeria abrió seis páginas web distintas. Las primeras tres se centraban más que nada en porno profesional. En cambio las otras eran páginas repletas de porno amateur, donde cualquiera que se creara una cuenta podía subir material. Valeria escribió las palabras “mujer con tres hombres” en el buscador de cada una de esas páginas webs. ―Agradezco que existan las miniaturas ―dijo―, así al menos tenemos un pantallazo general de qué contiene cada video. Me volvería loca si tengo que revisar uno por uno. ―Sí, solamente tenemos que mirar los que creamos que puedan coincidir. Como ese de ahí ―Rachel señaló una de las tantas imágenes que aparecían en pantalla―. Es una chica medio rubia, de piel muy pálida… no se le ve mucho la cara. Valeria abrió ese video y lo cerró casi al instante. Se trataba de una chica muy bonita chupando una gruesa v***a de venas muy marcadas, pero la cara no era la de Andrea. ―¿Qué hacés? ―Preguntó Rachel―. ¿Por qué lo sacaste? ―Porque no es Andrea. ―Pero la chica se parece mucho a la del video que vimos. ¿Y si es la misma? Eso descartaría definitivamente a Andrea. ―Mm.. bueno, pero no podemos estar diez horas con cada video. Tenemos que comparar… em… no sé… algo… ―¿Las conchas? Es lo único que tenemos de la chica del video original. ―Todas las conchas se parecen. ―No es cierto. La mía es preciosa ―dijo Rachel, con orgullo―. Como si fueran dos pancitos recién horneados puestos uno al lado del otro. ―Demasiada información, amiga. Érica se rió y apretó una vez más las tetas de Valeria. ―A lo que voy es que puede haber muchas diferencias entre una concha y otra. El tamaño de los labios, la forma, el clítoris… hasta el vello púbico puede ayudar. ―Bien, bien… ya entendí. Voy a poner los dos videos juntos, el que creemos que es de Andrea, y el que encontramos recién. Comparamos las conchas, si no son iguales, seguimos con otro video. Tenemos que usar un proceso ágil y rápido, sino podemos estar toda la vida mirando videos porno sin llegar a nada. Continuaron con la revisión de material. Cada vez que veían una chica que, más o menos, se pareciera a Andrea, comparaban ese video con el que tenían. Aunque terminaron descartando todas estas posibles coincidencias, porque era obvio que no se trataba de la misma persona. ―Con este método no vamos a llegar a nada ―dijo Valeria―. Es como buscar una aguja en un pajar. ―Quizás tengamos que ser más precisas en la búsqueda. ―¿Cómo más precisas? ―Y… si yo estuviera buscando porno similar al de video que tenemos, no lo haría usando términos como “mujer con tres hombres”. Estamos en una página porno, amiga. Cuando la gente busca porno, suelen usar términos soeces. ―¿Y vos cómo sabés tanto del tema? ―Porque sí, nena. Hay cosas que simplemente se saben, por usar internet. No seas tan estructurada, Valeria ―Rachel presionó dos veces las tetas de su amiga―. ¡Bonk, bonk! ―Exclamó, imitando el sonido de una nariz de payaso―. Tenés que relajarte un poco y pensar como un pajero que busca porno. Quizás con eso tengamos más suerte. ―¿Y vos qué pondrías en el buscador? ―Mm… a ver… poné: “Pendeja puta se deja coger por tres pijudos”. ―Upa, bastante explícita la frase. ―Y sí, es lo que buscaría cualquier persona que tuviera alma, amiga. Sé que podés hacerlo, ¿qué otra cosa sugerís para la búsqueda? ―Em… bueno, siguiendo con esa terminología tan soez… pondría: “A la pendeja le llenan la concha de vergas”. ―Valeria se puso roja y agradeció que Rachel no estuviera mirándole la cara. ―Así me gusta, estás aprendiendo ―la recompensó con dos apretones más en las tetas. Usaron estos términos y la pantalla volvió a llenarse de miniaturas, algunas eran las mismas que ya habían visto antes, pero muchas otras eran nuevas. Fueron por esas y siguieron con las comparaciones. ―Al menos en estos videos sí hay tres tipos… o más, cogiendo con una chica ―dijo Rachel. ―¿Te pusiste a pensar que quizás fueran más de tres los que participan en el video de la supuesta Andrea? ―¿Más de tres? Ya me parece una locura que una chica se deje coger por tres tipos. ―Yo solo puedo entenderlo en el contexto del porno, porque es un trabajo. Te pagan por hacerlo. Sin embargo me cuesta imaginar cómo una chica normal accedería a dejarse coger por tres tipos a la vez. ―Es una locura ―dijo Rachel, asintiendo con la cabeza―. Yo no pasaría de dos. ―¿Qué? ¿Te dejarías coger por dos tipos? ¿Lo decís en serio? ―No, tarada. Era un chiste ―Rachel le dio un suave mordisco en la oreja, todo el cuerpo de Valeria se estremeció―. Aunque a veces me pregunto cómo se debe sentir que te la metan por los dos agujeros. No es que quiera probarlo, es solo que… me genera curiosidad. ―Bueno, sí… alguna vez me pregunté lo mismo. Y desde que vi el video de Andrea no puedo dejar de pensar qué habrá sentido la chica en ese momento. A ver, si se trata de una actriz porno seguramente ya estará acostumbrada a esas cosas, y lo habrá hecho pensando en la plata. Pero ¿y si es real? ¿Si realmente filmaron a una chica que tuvo sexo con tres tipos? ¿Y si de verdad es Andrea? ¿Cómo se habrá sentido en ese momento? ―Tendríamos que preguntárselo. ―Nos va a decir que la chica del video no es ella, sea cierto o no. ―Me refiero a que habría que preguntarle qué piensa ella sobre ese tipo de prácticas sexuales. ¿Cómo imagina que se sentiría una chica en esa situación? ―¿Y por qué haríamos eso? ―¿No te acordás nena? Lo vimos en la serie Mindhunter. Cuando interrogaban a los asesinos seriales… ¿qué técnica usaban? ―Ah, sí. Ahora entiendo. Algunos no hablaban de los crímenes como si ellos fueran los que los cometieron. Pero sí hablaban de ese tema cuando se les preguntaba como si lo hubiera hecho otra persona. Entonces ahí hablaban del crimen en tercera persona: “En esa situación el asesino habrá pensado esto, o aquello”. ―Sí, a pesar de que “el asesino” era él mismo. Quizás Andrea hable del tema si no la tratamos de culpable. Además, hay que darle el beneficio de la duda. Me sentiría muy mal al acusarla de algo, si después resulta que es inocente. ―¡Qué buena serie Mindhunter! ―dijo Valeria, con melancolía. ―Sí, todavía no encontramos otra que llene el vacío existencial que nos dejó esa serie. Espero que algún día hagan la tercera temporada. Valeria dio inicio a un nuevo video, porque la miniatura mostraba una escena bastante parecida al video original. La secuencia inició con una chica muy bonita, de pelo n***o y labios pintados de un rojo intenso. Ella comenzó a chupar una v***a de buen tamaño. Sus grandes pechos aparecían completamente desnudos, colgando frente a la cámara. Estaba en cuatro patas y un hombre se ubicó detrás de ella. ―No creo que sea la misma ―dijo Valeria―. Mirá las tetas que tiene. ―Sí, son como las tuyas ―Rachel volvió a estrujar los pechos de su amiga entre los dedos―. ¡Y mirá cómo rebotan! A la chica del video empezaron a darle duro y esto provocó que sus tetas se balancearan y saltaran para todos lados. Rachel, intentando imitar esos movimientos, comenzó a darle golpecitos a las tetas de su amiga, desde abajo. Con cada salto, las tetas de Valeria amenazaban con saltar fuera del escote, para colmo no tenían ningún corpiño que las contuviera. ―En el video que tenemos no se ven mucho las tetas de la chica… y no son tan chiquitas. ―Sí, ya sé. Pero te digo que estas son mucho más grandes. ―Puede ser… igual me gustaría ver la concha de esta chica. ―Cochina ―Rachel soltó una risita. ―Tarada. Más cochina serás vos, que no me dejás las tetas en paz. ―Es que tus tetas son terapéuticas. Rachel volvió a morder la oreja de su amiga y siguió con su jueguito de hacer rebotar tetas. Esta vez los melones tomaron tanto impulso que uno de ellos saltó fuera del escote. Tres saltos después, lo siguió el otro. Valeria miró hacia abajo y se encontró con sus pezones apuntando a la pantalla. Rachel le había tocado las tetas antes, pero esto nunca había pasado. En lugar de enojarse con su amiga, sintió vergüenza porque pensó que a Rachel la asustaría ver que las tetas habían saltado fuera del escote y que eso terminaría con el inocente juego. Sin embargo no fue así. En cuanto Rachel notó que las tetas de Valeria estaban en libertad, llevó sus dedos hasta los pezones y los pellizcó. Luego empezó a retorcerlos, como si fueran las perillas de una radio antigua. Valeria pensó que quizás ya era momento de ponerle fin a ese juego, porque su cuerpo ya estaba sintiendo los efectos. Sin embargo, en ese momento apareció en pantalla la concha de la chica del video… y era muy similar a la de la supuesta Andrea. Puso los dos videos en pantalla dividida y los comparó. ―¿Qué pensás? ―Le preguntó a Rachel. ―Uy, se parecen un montón ―dijo ella, sin dejar de jugar con los pezones de su amiga. ―Sí… fijate la forma de los labios, es prácticamente idéntica. ―La v***a también se parece a la del video. ―¿A esta? No la veo tan parecida. ―No, a otra… no me acuerdo si la segunda o la tercera que le meten a la chica. Valeria adelantó el video de la supuesta Andrea y encontró la v***a a la que se refería Rachel. Sí que era parecida… pero no idéntica. ―No es la misma. Fijate que la del video que nosotros tenemos es bien recta… y la otra se dobla un poco en la punta. ―Qué detallista. Se me hace raro que las vergas se doblen así, siempre creí que eran todas bien derechitas. ―Aparentemente, no. ―Levantá las manos ―exigió Rachel. ―¿Por qué? ―Por comodidad. Valeria no comprendió, pero aún así hizo lo que su amiga le pidió. En cuanto sus brazos estuvieron extendidos por encima de su cabeza, Rachel le quitó la blusa. ―¡Hey! Si yo me quedo en tetas, vos también ―protestó Valeria. ―Ufa, está bien. Rachel se quitó la blusa, exponiendo un par de tetas que eran incluso un poco más grandes que las de Valeria, aunque la areola de los pezones era más tenue, más similar al color del resto de la piel. Los pezones de Valeria eran más marrones. Rachel apoyó sus voluminosos pechos en la espalda de su amiga. Valeria pudo sentirlos a la perfección. No era la primera vez que las amigas se quedaban con las tetas al aire la una frente a la otra, eso ocurrió en varias ocasiones, cuando Rachel usaba a Valeria como modelo para los cosplay que le gustaba diseñar. Valeria siempre pensó que Rachel hubiera sido más feliz si compartieran la misma madre, porque la madre de Valeria era diseñadora de modas, y a Rachel le encantaba hacer diseños… aunque con estilos más próximos al anime japonés. Cuando las dos estuvieron con las tetas al desnudo, Rachel volvió a su jueguito de pellizcar los pezones de Valeria. Ella se estremeció ante el contacto de los dedos. No quería decirle a su amiga que tanto toqueteo ya estaba haciendo mella en su libido. A Valeria no le gusta que su libido se asome, prefiere tenerla bien controlada y encerrada, y solo dejarla salir un poquito cuando la situación lo amerita… pero solo un poquito. Pensó que aún estaba dentro de esos márgenes aceptables, sin embargo a Rachel se le ocurrió humedecer con saliva la punta de sus dedos, lo que hizo que el contacto con los pezones sea más suave… y placentero. Quizás ya era el momento de ponerle fin a ese jueguito. Estuvo a punto de abrir la boca cuando Rachel dijo: ―¿No vas a cambiar el video? Ya sabemos que no es la misma persona. ―Ah, sí… ahora busco otro. Un nuevo video porno comenzó a reproducirse, esta vez se trataba de una chica de cabello castaño que estaba chupando dos vergas, mientras un tercer hombre se la cogía por detrás. La imagen saltaba de un plano de la cara de la chica, a otro de su v****a. ―Esta se parece bastante ―dijo Rachel, pellizcando los pezones de su amiga al unísono―. Las vergas no tanto... y menos la del morocho. Pero la concha de la chica es muy parecida… bien rosadita, con una depilación perfecta, y labios finitos. ―Sí, la verdad es que eso se parece mucho… ―¡Ay, no! ¡Qué asco! ―Exclamó Rachel. En la pantalla se pudo ver a la chica del video recibiendo una abundante descarga de semen en toda su cara, incluso dentro de su boca―. ¡Ay, no! ¡Y se lo tragó! Para colmo se nota que lo está disfrutando ―después de tragar el semen, la chica del video sacó la lengua y sus ojos se bizquearon, la cámara tomó un primer plano de su cara cruzada por varias líneas irregulares de semen―. Parece esas caras ahegao que veo en algunos mangas subiditos de tono. ―Y a vos te encantan los mangas “subiditos de tono” ―dijo Valeria, con media sonrisa. Rachel se encogió de hombros. ―Son solo dibujitos… fantasías. Son representaciones artísticas. No es lo mismo que mirar porno. El porno, con personas reales, me da mucho asco… especialmente cuando alguna chica se pone a tragar semen. Sacá de una vez ese video, me da mucho asco. ―No creo que sea para tanto, Rachel. Además, si vamos a quitar un video porno cada vez que a una chica se le da por tragar semen, no vamos a poder revisar nada. ―Pero… pero… ¿no te da asco? ―La verdad es que no. Una vez lo hice… y no fue para tanto. ―¿Qué? ―Rachel pegó más sus tetas a la espalda de Valeria y agarró con más fuerza los pechos de su amiga―. ¿Tragaste semen? ¿Me estás hablando en serio? Valeria se lamentó de su maldita bocota. Le echó la culpa de esto a su libido, que estaba asomando, solo para traicionarla. Si no se encontrara en ese estado tan raro entre confusión y excitación, no hubiera confesado tal cosa, ni siquiera a su mejor amiga. ―Como te dije, no fue para tanto. ―Pero… pero… somos las mejoressuperamigasdeluniversomundial ―dijo Erka, hablando a toda velocidad, casi chillando―. Me tenés que contar. ―Esa frase no tiene sentido… ―¡No me importa! ¡Contame! ―No quiero hablar de eso. ―¿Te tragaste la leche de tu ex novio? ¿Cómo se llamaba? ¿Diógenes? ¿Máximo? ¿Ernesto? ―Sebastián. ―¡Ese! ―No, no fue con mi ex novio. ―¿Qué? Pero… pero… si me dijiste que solo te habías acostado con él. ¿Con quién más estuviste, Valeria? ―Habló parodiando a una madre autoritaria―. Contale a Rachel. Rachel merece saberlo. Ella es tu mejor amiga del universo mundial. ―¿Cómo puede ser mundial un universo? ―Dejame la sintaxis en paz. Contame… ―apretó con fuerza las tetas de su amiga y empezó a sacudirlas―. Contame… contame… contame… Valeria sintió cómo las tetas de Rachel se deslizaban contra su espalda, lubricadas por las pequeñas gotas de sudor que se acumularon entre el cuerpo de ambas. Y allí no fue el único sitio en el que sintió humedad. La mente de Valeria se vio asaltada por imágenes y sensaciones que prefería mantener bien archivadas en lo más profundo de su memoria. Recordó el contacto de su lengua con esa v***a erecta y el tibio semen deslizándose hacia el interior de su boca. Recordó cómo lo saboreó y tragó todo, hasta no dejar ni una gota. ―Prefiero no hablar de eso, amiga. Ahora mismo no. Te lo cuento otro día, ¿puede ser? ―¡Ufa! ―Rachel hizo puchero, como si fuera una nena pequeña―. Está bien, podés contarme otro día. Te lo permito solo para demostrarte que somos buenas amigas… ¡pero me tenés que contar! ¿Cómo es eso de que anduviste tragando semen y yo no sé nada? ¡Es inadmisible! ―Y seguramente vos me contaste todo sobre vos, sin ocultar nada. ―Em… ¿y si miramos otro video? Es obvio que esta chica no es la misma que la de nuestro video. ―¡Ajá! ¡Lo sabía! ―Esta vez la que pegó el grito fue Valeria. >>>
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD