Investigación - II

2014 Words
Haciendo uso de toda su agilidad, consiguió dar media vuelta y se arrojó sobre Rachel. Las grandes tetas de las dos amigas se encontraron por fin y se deslizaron una contra la otra, por culpa de la acumulación de sudor y de la saliva que había usado Rachel para lubricar pezones. Valeria sujetó a Rachel por las muñecas y acercó tanto su cara que las puntas de sus narices se tocaron. Parecía enojada, como un perro rabioso a punto de morder. Rachel, en cambio, solo parecía confundida. ―¿Qué es lo que me estás ocultando? ―Preguntó Valeria. ―Nada, amiga. Lo juro. ―Te estoy viendo cruzar los dedos, tarada. ―¡Mentira! ―No me mientas, Rachel. Si querés que yo te cuente toda la verdad, vos tenés que hacer lo mismo conmigo. Sé que tuviste tres noviecitos, y me dijiste que no hiciste mucho con ellos, porque te aburriste rápido. ―¡Y eso es verdad! Te lo aseguro, amiga: no es buena idea buscar novio en una convención de manga y anime. Está lleno de puros otakus vírgenes que no saben nada del sexo, ni la de vida. ―Como vos. ―Bueno, sí… y el sexo con ellos fue de lo más aburrido. Nada que contar. ―Ajá… te creo. Pero… ¿hubo alguien más? ―Rachel mantuvo los ojos muy abiertos, intentó sacudir su cuerpo, para apartarse, pero solo consiguió que sus tetas se pelearan contra las de Valeria―. ¡Lo sabía! Hubo alguien más. ¿Quién fue? Ni siquiera voy a tirar opciones, porque no se me ocurre nadie. No conozco a tus amigos virgos de las convenciones otakus. ¿Fue otro de ellos? ―No, no tiene nada que ver con otakus ni con convenciones. ―Bien… acabás de admitir que sí hubo alguien más. ―La puta madre. ―Te tengo justo donde te quería, Rachel, y voy a hacer lo que sea necesario para que me cuentes. Valeria soltó las muñecas de Rachel, las bajó hasta la cintura de su amiga y se aferró a la calza naranja. Con un tirón y una buena cuota de envión, acompañado por el movimiento de su propio cuerpo, consiguió quitarle el short a Rachel. ―¡Hey! ¿Qué hacés? ¡Degenerada! ―¿Me decís degenerada después de que me dejaste las tetas llenas de tus huellas dactilares? Si no me contás, te saco la tanga… y ahí vamos a averiguar si es cierto que tu concha parece dos pancitos. ―¡Eso no es justo! Valeria se sentó sobre las piernas de Rachel y miró hacia abajo. Allí estaba la ropa interior de Rachel, una tanga en forma de “V”. Eran casi dos tiras que iban desde la v****a hasta la cintura. Era de color rosa y en varios lugares se podía ver estampado en blanco el famoso logo de Hello Kitty. ―¡Apa! La tenés toda depilada ―puntualizó Valeria. ―¡Mentira! ―¡Verdad! No mientas. Se te ve todo el pubis, esta tanga no te tapa nada. Apenas es un parchecito de tela sobre la cachucha, esto de acá es el pubis ―puso un par de dedos sobre la zona señalada y los deslizó lentamente formando un pequeño círculo. Rachel se estremeció al sentir el contacto en una zona tan delicada. Valeria estaba tocando apenas a unos milímetros de su clítoris, el cual, por poco, estaba cubierto por la tela de la tanga―. Y no se sienten rastros de vello púbico. ¿Te hiciste la definitiva? ―No te importa Rachel estaba muy sonrojada. Ella nunca había mostrado su v****a frente a Valeria y aún no se sentía preparada para hacerlo. Además ese toqueteo en una zona tan sensible la estaba poniendo incómoda. Por eso decidió contraatacar. Haciendo mucha fuerza con los brazos logró levantar a Valeria. Solo tenía un segundo antes de que ella volviera a sentarse, por lo que aprovechó para bajarle la calza negra. No fue demasiado, pero sí lo justo y necesario como para que las nalgas de Valeria quedaran completamente a la vista, junto con una tanga negra común y corriente, aunque quizás demasiado pequeña para la anatomía de Valeria. ―Si vos me desnudás, yo hago lo mismo con vos ―amenazó Rachel. ―¿Y qué problema hay? ―Valeria se encogió de hombros, para hacer énfasis en su actitud desafiante, se quitó la calza por completo―. A mí no me da vergüenza quedarme en concha. Sabés la cantidad de veces que tuve que vestirme frente a mi mamá porque ella me usa como modelo para sus diseños. Hasta vos me usaste un montón de veces para probar tus diseños de cosplay, y ya me viste la concha varias veces. Pero la tuya… ―volvió a acariciar el pubis de su amiga, y esta vez llegó hasta la frontera delimitada por la tela―. La tuya sigue siendo todo un misterio para mí. Rachel volvió a estremecerse. Notó cómo los pezones se le ponían bien duros. Sin sospecharlo, Valeria había dado con uno de sus puntos débiles. Cuando lee mangas “subiditos de tono” le gusta acariciarse el pubis suavemente, justo como lo está haciendo su amiga. No siempre va más abajo con sus caricias, por lo general le basta con estimular esa zona. Sin embargo ahora el cuerpo comenzó a pedirle más. Le echó la culpa de eso a los turgentes pechos de su amiga. Quizás se había relajado demasiado al amasarlos y ahora su propio cuerpo la estaba traicionando. Para colmo Valeria estaba sentada de forma tal que sus conchas podrían estar besándose, de no ser por las finas membranas de tela que las separaban. En un acto de desesperación Rachel atrajo a Valeria hacia sí misma. Quedaron en la misma posición que antes, con los dos pares de tetas luchando por ocupar un lugar entre esos dos cuerpos cubiertos por una fina capa de sudor. Para colmo ahora ese contacto húmedo entre pieles también lo podían sentir en las piernas y en la zona del pubis. Especialmente cuando Valeria luchó un poco por liberarse. Eso provocó que los Montes de Venus de ambas amigas se frotaran el uno contra el otro… y Rachel fue la que se llevó la peor parte, ya que el suyo estaba completamente expuesto. “Maldita tanga ―pensó―. Tendría que haberme puesto una que me tapara un poquito más”. Sin embargo a Rachel le encantaban esas tangas, no le gustaba que la vieran usando una, pero le parecían sumamente cómodas… y sensuales. De todas maneras, ahora mismo lo único que importaba era responder a la amenaza de Valeria de alguna manera. Rachel se aferró a las nalgas de Valeria, prácticamente hundiéndole las uñas en la carne. Pensó que el culo de su amiga era bastante firme, pero ese detalle era irrelevante y lo apartó rápidamente de su cabeza. ―Soltame, amiga ―dijo Rachel―. No solo te lo pido yo, también te lo pide tu culo. ―Rachel abrió y cerró las nalgas de su amiga, como si éstas pudieran hablar, y dijo con voz grave―. “No seas tan mala con Rachel, ella es muy buenita. No se merece este maltrato”. ―¡Hey! Dejá mis nalgas en paz. Si mi culo hablara, no diría eso. ―¿Y qué diría? ¿Tu culo también tiene secretos? Digame, señor culo de Valeria, ¿cuántas vergas entraron por este agujero? “Un montón ―dijo Rachel, volviendo a usar su voz grave y caricaturesca―. Como mínimo una v***a por semana… y de las grandes ―Valeria comenzó a reírse a carcajadas―. Me maltrata mucho, esta yegua se sienta en tantas vergas que después ando todo dolorido”. ―¡Sos una tarada! ¡Yo no hago esas cosas! ¡Mi culo es virgen! ―Mentira ―Rachel siguió con su pantomima de hacer hablar el culo de su amiga―. Es una vil mentira. Ni siquiera Andrea se comió tantas vergas como este culo ―Valeria volvió a reírse―. Hay que ver cómo se abre de puro gusto cuando le arriman una v***a bien cabezona. ―Ay, no… ¡qué dolor! Ni me lo quiero imaginar. ―Valeria no quería admitir que el movimiento que su amiga estaba provocándole en las nalgas, también la estaba estimulando más abajo. Para colmo los dedos de Rachel estaban muy cerca del centro―. Eso sí que no lo haría nunca. ―Está bien, te creo ―dijo Rachel, volviendo a su voz normal―. Y también te digo que si vos me sacás la tanga, yo te meto un dedo en el culo. ―Valeria miró a Rachel con los ojos muy abiertos―. Sabés que lo digo en serio. ―Lo sé. Sacá las manos de ahí y yo no te quito la tanga Rachel dudó, pero obedeció. Volvió a poner las manos junto a su cabeza. Para sentirse más segura, Valeria la sujetó por las muñecas una vez más. ―¿Y ahora? ―Preguntó Rachel. Valeria hizo una pausa, para pensar en una alternativa. ―Vamos a tener que hacer un trato. Si yo te cuento sobre ese asunto con el semen, vos me tenés que contar lo que sea que estás ocultando. ―Está bien, trato hecho. ―¡Estas cruzando los dedos, pelotuda! ¡Que te puedo ver! ―Está bien… está bien ―Rachel abrió las manos y extendió sus dedos tanto como pudo―. Lo prometo. ―Bueno, volvamos a los videos y dejemos de perder el tiempo ―dijo Valeria. Ambas se sentaron en la cama y se acomodaron en la misma posición que antes, con Rachel apoyando las tetas contra la espalda de su amiga. La rutina de revisar videos se restableció. Rachel volvió a jugar con las tetas de Valeria mientras ésta iba pasando de un video a otro, intentando hacer click en aquellos que tenían mayor similitud. Vieron cuatro videos más y los descartaron rápidamente. Entretanto a Rachel se le dio por ir bajando una de sus manos, ésta se deslizó suavemente por el vientre de Valeria. Cuando inició el quinto video, la mano de Rachel ya estaba metiéndose por debajo de la tela de la tanga. Valeria se estremeció pero no dijo nada. ¿Hasta dónde pensaba llegar su amiga con esos jueguitos? A pesar de lo extraño de la situación, su cuerpo traicionero le pedía que no la interrumpiera, como si le dijera: “Veamos hasta dónde es capaz de llegar”. Los dedos de Rachel siguieron deslizándose lentamente por el monte de Venus. Valeria notó, más fuerte que nunca, la presión de los pezones de Rachel contra su espalda. Además sintió cómo los suyos se ponían más duros. Al bajar la mirada se encontró con que sus tetas parecían más hinchadas de lo normal, y los pezones apuntaban firmemente hacia adelante. La mano bajó un poco más y justo cuando Valeria pensó que ya era momento de detenerla, Rachel quitó la mano, señaló la pantalla y gritó: ―¡Mirá! ¡Mirá! ―¿Qué? ¿Qué? ―Preguntó Valeria, confundida. En pantalla había una chica acostada boca arriba, la cámara enfocaba la escena desde el punto de vista de la v***a que se introducía en su concha lampiña. ―Sí, la chica es parecida a la del video que tenemos ―dijo Valeria. ―¡No, tarada! Mirá abajo… en el rincón… Valeria dio un salto tan brusco que su espalda chocó contra el mentón de Rachel, ésta salió despedida hacia atrás. ―¡Ay, boluda! ―Se quejó Rachel―. Casi me arrancás la cabeza. ―¡Perdón, perdón! Es que… no lo puedo creer… este video… tiene que estar relacionado. ―En la esquina inferior derecha se podían ver dos números: 4/7―. Tiene que ser el fragmento anterior al que tenemos nosotras.
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