¿Abrimos un Club?

1329 Words
Rachel se encontró con Valeria, su inseparable amiga, en la puerta del Centro de Estudiantes. Estaban terminando el segundo semestre en un prestigioso instituto terciario que se jactaba de poder preparar a cualquier alumno para ingresar a las mejores universidades del país… siempre y cuando puedan costear las altas cuotas mensuales. Las dos amigas estaban confundidas, en todo este tiempo nunca las habían citado en el Centro de Estudiantes, y no creían haber hecho nada para llamar la atención. Entraron y fueron recibidas por una alumna de tercer año, a la que conocían muy bien. Se trataba de Issa Levitz, la presidente del Centro de Estudiantes. Issa les dedicó una mirada severa con sus llamativos ojos azules y se acomodó los anteojos de ancha montura negra. Su largo cabello lacio, de un rubio intenso, pulcramente peinado, le daba aún más aspecto de mujer fría y dura como el acero. Y se rumoreaba que era lo que aparentaba ser. Rachel y Valeria escucharon a más de un alumno decir: “Intenten no molestar a Issa Levitz, si quieren salir vivas del instituto”. ―¿Por qué estamos acá? ―Preguntó Valeria, impaciente, mientras tomaban asiento frente al escritorio que ocupaba la presidente. ―No tengan miedo ―se apresuró a decir Issa, pero su cara se mantuvo tan seria e impasible como siempre―. No es nada malo. Simplemente quería preguntarles sobre el Club que fundaron. ¿Cómo es que se llama? ―Veritas Nuda ―respondió Rachel, sonrojándose. Aún no le convencía ese nombre, a pesar de que ella misma lo había sugerido. ―Ajá… ―Issa revisó una planilla y luego las miró por encima de la montura de sus anteojos―. Acá dice que es un club dedicado a “investigar misterios”. ¿Cierto? ―Algo así ―respondió Valeria, mostrando menos inhibiciones que su amiga―. Misterios, curiosidades, secretos, lo que sea. También buscamos intercambiar opiniones sobre historias de detectives; sean de la vida real o de la ficción. ―Ya veo… pero, si no me equivoco, nadie se postuló al club. Las únicas integrantes son ustedes dos. ―Es cierto que no se postularon tantos interesados como habíamos previsto ―respondió Rachel, aún más sonrojada. No quería decir que en realidad no se postuló ni una sola persona en todas las semanas que pasaron desde que inscribieron el club en el instituto―. Los que vinieron no lograron convencernos. Tampoco podemos aceptar a cualquiera. ―Entiendo ―dijo Issa, con tono profesional―. En este instituto nos encanta que los alumnos puedan crear sus propios clubes sociales… incluso existen clubes creados hace décadas, que aún se mantienen activos. Sin embargo, hay ciertas reglas a tener en cuenta. Por ejemplo: un club nunca puede tener menos de cuatro miembros. Además, un club debe mostrar cierta actividad, y hace varias semanas que ustedes no suben nada nuevo en su portal web, ni proponen actividades. Ustedes no cumplen con estos requisitos mínimos. A mí no me molesta que sigan con sus actividades; pero ya saben que al tener un club inscrito, también tienen derecho a usar las instalaciones del instituto para organizar reuniones; pueden colocar avisos en los tablones de los pasillos o en la web del instituto; incluso sugerir actividades que involucren otros alumnos, aunque éstos no pertenezcan al club. Si no cumplen con los requisitos mínimos, pierden todas las ventajas que les proporciona el instituto. ¿Entendido? ―Sí ―dijo Valeria, algo irritada por la forma tan severa en la que le hablaba Issa―. No menos de cuatro integrantes y organizar más actividades. Me queda claro. ―Bien, me alegra oírlo. Les doy un par de semanas más. Intenten conseguir al menos un tercer m*****o para el club, y organicen alguna actividad. Con eso ya me van a demostrar que tienen interés en seguir adelante con este proyecto. Luego puede que se sume más gente. Pero recuerden que debe haber al menos cuatro personas en el club. ―Entendido ―dijo Érica, ella intentaba llevarse bien con Issa. A pesar de la poca actividad del club, no quería perderlo. Aún le hacía ilusión que ese proyecto funcionara―. Nos vamos a poner en campaña para conseguir al menos un m*****o más… y vamos a postear una nueva actividad en nuestro portal web. Después buscaremos a alguien más, para cumplir el cupo mínimo. ―Perfecto, gracias por entender. Espero que les vaya bien, parece un proyecto… interesante. A Valeria le pareció que había algo de condescendiente en el tono de voz de Issa, pero se aguantó las ganas de mandarla a la mierda. Apretó los puños, se puso de pie y salió de la oficina. Rachel la siguió con paso ligero, luego de despedirse amablemente de la presidente del Centro de Estudiantes. ―¿Qué vamos a hacer? ―Preguntó Rachel, mientras recorrían los pasillos del instituto―. Anunciamos la creación del club hace varias semanas… y no se presentó nadie. Ni una sola persona. ―Eso es porque tal vez no les quedó claro lo interesante que puede ser resolver misterios. Y creo que ya sé por qué. ―¿Por qué? ―Lo estuve pensando bastante en estos últimos días ―Valeria realizó un gesto mecánico que era casi una seña de identidad, con el índice empujó el puente de sus anteojos, hasta que éste quedó presionado entre sus cejas―. Nunca le explicamos a la gente qué tipo de misterios podríamos intentar resolver. Simplemente dijimos “misterios” en cuestiones generales. ―Ah, sí… es posible. Quizás si ponemos algún ejemplo, alguien se quiera sumar. ―Más que un ejemplo, me gustaría proponer un caso en particular. Algo que pueda despertar el interés en algún estudiante. ―Érica sonrió al escuchar las palabras de su amiga―. ¿Qué pasa? ―Preguntó Valeria. ―Nada… es que me alegra saber que tenés tantas ganas como yo de que este club siga adelante. ―No me gusta dejar los proyectos a la mitad. Me comprometí a hacer esto con vos… y lo vamos a hacer. ―Bien. Esta noche deberíamos publicar algo, lo que sea. Al menos para mostrar que el club sigue activo. ―Sí, eso nos va a servir por ahora. Mientras tanto tenemos que buscar algún caso interesante. ―¿Qué te parece averiguar si es cierto el asunto de las becas falsas? ―¿Estás loca, Rachel? Si eso llega a ser cierto, entonces nos estaríamos metiendo contra algunos de los directivos del instituto. No echarían a la calle antes de que podamos preguntar quién se encarga de asignar las becas. Además estaríamos hablando de un crimen… hasta tendría que intervenir la policía. ―Sí, tenés razón… pero es un rumor bastante potente. Dicen que inventan alumnos que, supuestamente, están becados… ese dinero termina en el bolsillo de alguien, y el alumno en cuestión no tiene ninguna beca… o que ni siquiera existe. ―Y tal vez sea cierto; pero eso ya es un caso policial muy serio. No quiero que terminemos en todos los diarios. Nosotras estamos para investigar misterios cotidianos. Como quién se robó la bolsa de bizcochitos que me compré esta mañana. ―Esa fui yo. Misterio resuelto. Quedaron un par de bizcochitos. ¿Querés uno? ―Metetelos en el… ―¡Epa! ―En donde no te da el sol. Me debés una bolsa de bizcochitos. A menos que consigas una tercera persona para el club… si hacés eso, te los regalo. ―Ya le pregunté a un montón de gente, Valeria. Me miran como si estuviera loca. Te juro que hasta me da vergüenza preguntarles. Lo ven como un chiste… como un juego de nenas estúpidas. Nadie tiene la misma pasión que nosotras por el misterio. ―Alguien debe haber, solo que quizás ese alguien todavía no se enteró de la existencia del club… o no recibió la motivación suficiente.
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