Elia.
—¿Sabes cuánto te amo, Elia? —me pregunta, rozando sus labios contra mi mejilla.
—¿Cuánto? —río como una tonta esperando su respuesta.
—De aquí a la luna —contesta, rodeándome con sus brazos —de ahí hasta el más allá.
—¿Así de poquito? —bromeo, dándome la vuelta para encontrarme con esos ojos color miel —pensé que era mucho más grande ese amor.
—Lo es —une su frente con la mía —lo es, Elia.
—Lucas...—intenté decir algo, pero me besó.
—Solo calla, Elia —me susurró, y sus labios con los míos fueron uno solo.
Yo sonreí feliz dejándome abrazar por ese sentimiento hermoso que sentía, pero tan pronto como llegó, se desvaneció. Cuando abrí mis ojos con la esperanza de encontrarme con los suyos, el cuerpo de Lucas estaba inerte ante mis pies. Estaba lleno de sangre.
Mis piern
