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CAPÍTULO CINCO Ceres flotaba por encima de unas islas de piedra suave y una belleza tan exquisita que la hacían casi llorar. Reconoció la obra de los Antiguos y, al instante, se puso a pensar en su madre. Entonces Ceres la vio, en algún lugar delante de ella, todavía vestida por una neblina. Ceres se puso a correr tras ella y vio que su madre se giraba, pero aún parecía que no iba suficientemente rápido tras ella. Ahora había un hueco entre ellas y Ceres brincó, extendiendo su mano. Vio que su madre estiraba el brazo hacia ella y, tan solo por un momento, Ceres pensó que Licina la atraparía. Sus dedos se rozaron y entonces Ceres estaba cayendo. Cayó en medio de una batalla y unos tipos daban vueltas a su alrededor. Los muertos estaban allí, al parecer sus muertes no les impedían luchar