CAPÍTULO VEINTIUNO Ceres estaba quieta observando cómo su hermano aparecía para liberarla. En aquel instante sintió alivio, y alguna cosa más. Sintió triunfo. Era una pequeña victoria sobre Estefanía y existía al menos una más que ella podía ganar. Tiró las espadas desafiladas, que no servían para nada, y dio la espalda a los combatientes que Estefanía había mandado a la arena de entrenamiento. —No voy a jugar más a tus juegos, Estefanía. No lucharé para que tú te diviertas. Entonces escuchó los abucheos del montón de nobles, como si realmente eso fuera el Stade. Como si ella fuera una cobarde por no participar. —En ese caso, tus rebeldes morirán con cada golpe que den los combatientes —dijo Estefanía. Hizo una señal a los combatientes que estaban a la espera y Ceres se preparó para l
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