CAPÍTULO 6 | LA BODA II

1322 Words
El matrimonio fue una hermosura, Alexandra no podía verse más radiante y en definitiva no había más regocijo en el corazón de todos los Angelucci que saber que uno de los suyos estaba dando los pasos hacia la felicidad, sobre todo para ella que había sufrido tanto y vivido gran parte de su vida sintiéndose miserable, pero ahora eso cambiaria, la Regina de Palermo disfrutaría del resto de su vida siendo la compañera del hombre que amaba con todo su corazón, un amor que eres reciproco y que batallo por ser felices. De todos los presentes solo pocos estaban complacidos con aquella unión, el que un kral turco se casara con una mujer que no era pura, sobre todo al haber dejado a una que consideraban dama, la cual se había guardado según lo mandaba el libro sagrado y había estaba por primera vez en la intimidad solo con su esposo, o eso era lo que muchos creían, porque en realidad Reijan se había ido de su vida y de su casa de la misma forma en la que llego, le tenía prohibido decirlo, pero él no había sido capaz de estar con una mujer que no le despertaba más que el odio y la ira. Lo que si hizo fue engañarla, no podía permitir que aquella mujer llegara a otro matrimonio siendo virgen, eso demostraría que no cumplió con sus obligaciones y que durante más de dos años engaño por completo a todos aquellos que formaban parte güç. Por eso, le pidió al más fiel de sus guardias que se encargara de la situación de su esposa, en una de las muchas visitas maritales que ella pensó que todo pasaría desapercibido, termino haciendo el amor por quien hasta ese instante creía había sido su esposo, pero solo dos personas en el mundo conocían la verdad y ninguno de los dos lo revelaría, Serkan porque eso le traería problemas que no quería solucionar y Osman por respeto, no le agrado hacerlo, pero fue una orden una que inicio sin gusto y termino perpetrando con placer, después de todo Reijan no era una mujer fea, así que disfruto de ella como de las otras cientos de mujeres que habían pasado por su cama. Mujer que en ese momento se encontraba en la parte de afuera de la enorme mansión, hizo de todo por entrar, pero aquella ya no era su casa, ahora pertenecía a una extranjera que había hecho muchos para estar donde estaba y aunque no estaban todos contentos, varios miembros si celebraban con ella y su esposo. Ahora Alexandra dejaba de ser una Angelucci para convertirse en una Neslişah, una que tuvo toda la preparación y educación antes de su matrimonio para cumplir con todo lo que su ahora religión demandaba, la sonrisa en los rostros de ambos era sublime, sin imaginar que sus guardias estaban afuera haciendo de todo para que los que estaban en la celebración ignoraran el casi escandalo que la anterior señora estaba formando en la calle. - Esta es mi casa, quiero que me escuchen, yo no puedo permanecer aquí mientras que esa italiana esta allí dentro robándome lo que es mio, ella es solo una segunda esposa, yo soy la principal, él no puede hacerme esto. Aunque en realidad el kral, pudo tomar una segunda esposa, conocia lo suficiente el orgullo de los italianos como para permitir que una de sus herederas se convirtiera en un plato de segunda mesa, Alexandra era todo o era nada, no habria un punto medio, además, sabia que esa mujer no estaria dispuesta a sufrir semejante humillación por lo que lo que no habia otra salida que el diborcio, sin olvidar que el no amaba a aquella mujer, se caso con ella por una tretade su madre quien lo engaño y obligo a unir su vida a una mujer que no maba, a un ser que para él erad espreciable y completamente fuera de lugar, no solo porque fisicamente no le gustara, sino porque no era a quien amaba. - Usted comprenda señorita que esta no es su casa, le recomiendo que se retire si el señor se entera de esto las consecuencias que pagara serán muy altas, la señora de la residencia no va a permitir este tipo de escándalos en la mitad de su boda. A pesar de todos los esfuerzos de los guardias porque nadie se diera cuenta de lo que sucedía, Alexei termino notando que los guardias estaban un tanto nerviosos y que una cantidad considerables estaban saliendo de la casa, por lo que decidió enviar a uno de sus guardias a que averiguara lo que sucedía, al enterarse decidió ir él mismo a encargarse de la situación, era su deber como padrino, sin mencionar que no quería que nadie quitara la sonrisa de su amigo, no era sentimental, pero admitía que le agradaba por primera vez en los 20 años que lo conocía verlo sonriendo con sinceridad. Al salir la mujer lo reconoció, él había estado presente en su boda, y por ello podía con plena autoridad decir que esta si había sido una verdadera unión por amor y fe respetando las tradiciones del profeta, no como lo había sido la anterior, en la que los ojos del Capo tuco habían estado llenos de odio y resentimiento, ni siquiera se quedó para su fiesta, se fue de inmediato dejándola a ella y a los demás celebrando solos por una unión que el detestaba, la primera noche de bodas entre Serkan y Reijan, él la paso en un burdel perdiéndose en los brazos de la mujer que encontró con mayor parecido físico a la italiana que ahora era su esposa. - Alexei, que bueno que saliste. - ¿Quién te crees para tutearme?, no eres nadie mujer nadie, deberías comprender que ya no eres la señora de esta casa, ya no perteneces a los Neslişah, perdiste todo, así que deberías irte, Serkan no unió su sangre a la familia más tolerante del mundo. - ¿De que me hablas?, tu estuviste en mi boda, viste como el juro ante el Imán estar conmigo para siempre. - Si es cierto, y también vi como al finalizar escupido al piso y te repudio con eso, pero ahora. El Capo señalo a dentro de la casa – No lo hizo, por primera vez en veinte años lo veo y no puedo creer que la sonrisa en su rostro sea de verdad, contigo mi amigo fue infeliz, tuvo que ver como la mujer que amaba era tratada como nada solo porque tu ambicioso padre hizo un trato con la madre de Serkan, tu matrimonio fue arreglado, un arreglo que estaba destinado al fracaso. Aquellas palabras la hicieron sentir miserable, hicieron que viera como no había sido nada en realidad y que el hombre al que amaba nunca la vio como algo más que un arreglo del que se desharía en la menor de las oportunidades y lo había logrado, Alexandra nunca salió de su vida, vivió dos años viendo como esa mujer se apoderaba de su casa como una placa, como una enfermedad de la que no podía curar a quien era su marido. Más de una vez intento deshacerse de los cuadros que tenían el rostro de aquella italiana y que adornaban hasta la habitación privada de su esposo, pero solo se gano una reprimenda y humillaciones con los gritos que la hacían sentir como una mujer sin valor o importancia. No había sido una mala esposa, solo se caso con el hombre equivocado, uno que tenia su corazón comprometido desde antes que ella llegara, uno que la vio como un impedimento como un obstáculo, como una piedra en su zapato que no lo dejaba irse hacia los brazos que en realidad le daban calor, no estaba dispuesta a dejar que todo lo que ella creía era suyo y había construido se fuera de sus manos sin luchar.
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