CAPÍTULO 35 | LA MUERTE

1428 Words
Ahora no era el momento de enfrentar más problemas, estaba tranquilo porque Katerina esta en manos más que capaces para retenerla hasta que él tuviese la cabeza despejada para encargarse de ella o mejor aún, esperaría hasta que su esposa estuviese en las condiciones propicias para ir por ella a Turquía y que fuese la regina quien se encargara de ella, después de todo la mayor afectada por las acciones de la rusa había sido su prometida, quien después de la inyección correcta de medicamentos y monitoreos constantes estaba mostrando mejoría, pero su cuerpo lo estaba lo suficientemente fuerte como para que abriera los ojos y eso lo mantenía sumido en la desesperación. Montserrat permanecía acostada en la camilla, ya no estaba tan pálida, pero aun el deje de la muerte se veía en su rostro, fueron momentos críticos los que vivió junto a ella cuando en horas pasadas su corazón dejo de latir, un poco del veneno se adentró en el órgano vital de la Regina haciendo entrar en un paro cardiaco del que salió gracias a la ayuda de los médicos, pero que fue terrible para él. Estaba tranquilo viendo fijamente la mano de su esposa cuando una de las maquinas a las que estaba conectada comenzó hacer un pitido extraño y vio como el cuerpo de su prometida de removía un poco, para descartar cualquier cosa llamo a una enfermera quien al ver desde la puerta el color del foco de la maquina pego un grito ensordecedor que hizo que más enfermeras y que el medico ingresaran a la habitación con un carrito de reanimación y descubrieran el pecho de su esposa para posteriormente reanimarla, no entendía lo que pasaba, tan solo segundos antes ella estaba bien, pero la medicina la había recibido tarde y de hecho era un completo milagro que no estuviese muerta. Solo un segundo, solo eso basto para que su Zarina estuviese al borde de la muerte nuevamente, sabía que había riesgos, sabia y el médico le había explicado que si el tratamiento funcionaba debía volverse más devoto porque en su estado solo Alá podía salvarla. La Regina, no solo estaba envenenada, su cuerpo estaba entrando en un estado de parálisis en el que sus sistemas estaban dejando de funcionar, ahora respiraba gracias a una maquina y permanecía conectada a muchas otras que alertaban si alguno de sus otros sistemas comenzaba a fallar, su estado era critico y lo Robertd aunque no se lo había dicho al Capo para evitar una muerte pronta no tenia esperanzas de que aquella mujer saliera con vida de la clínica. Era triste, conocía a Alexei desde que su madre lo dio a luz, vio como la antigua Zarina enfermaba poco a poco después de que su hijo por voluntad propia partiera hasta las filas de los Zakone y se prepara como un hombre cualquiera para ganarse con honores el lugar que ahora ostentaba, vio como ese pequeño se hizo hombre y capo, pero lo que nunca había visto era que él fuese débil y menos por alguien que no fuera él mismo, había perdido la cuenta de las mujeres que llevaba Andrew que aseguraban estar embarazadas del Capo y que salían siendo unas mentirosas o las que en realidad estaban embarazadas, pero que cuando veían el triste final que tendrían sus hijos intentaban explicar que no eran del Señor, que habían dicho mentiras para obtener un poco de dinero extra, pero solo por seguridad eran obligadas a abortar. Él no deseaba hijos, hasta un mes antes de conocer a Montserrat había pensado en hacerse la vasectomía y sabía que aquello dejaría a su linaje fuera del poder, pero criaría a alguien que se dejara poner su apellido, alguien de 9 o 10 años que no llorara a media noche ni pidiera comida cada cinco minutos, no se veía siendo padre, no toleraba el llanto y ahora, ahora estaba allí son los ojos enlagunados por una mujer y saliendo dos horas al día para compartir con sus hijos, el niño que vio crecer había madurado y ahora era todo un hombre de familia y justo por ello no era capaz de decirle que la perdería, que ella moriría, decirle aquello seria hacerlo entrar en una desesperación más profunda y sabia que si había algo peligroso en el mundo era un Petrova sintiendo que perdía el control, ya lo había visto con el anterior Capo, y no deseaba verlo con este, las consecuencias podrían ser severas y todo Rusia se podría ver afectado, por eso cayo, pero advirtió de la situación y de lo podría llegar a ser inminente su muerte. - Necesito que despiertes, que abras los ojos y me insultes si lo deseas por ser un estúpido que no se dio cuenta que alimentaba a una víbora debajo de su cama. Tomo nuevamente la mano de su prometida y se sentó junto a ella. Se que me estas escuchando, puedo sentir en mi interior que estas aquí conmigo y sí, sé que estoy sonando cursi, lo que nunca había sido en mi vida, pero la realidad es que contigo he dejado de ser quien era, antes de ti yo no quería una esposa, tampoco ser padre, no me veía aguantando los llantos de los niños y criando a una personita, guiándola para que fuese mi imagen y semejanza, para que heredara algún día el poder de mi familia. Apretó aún más su mano y la llevo a su pecho – Y luego llegaste tú, te vi ese día en Francia cortando los dedos de ese alemán y supe, supe que había encontrado a la mujer que volvería mu mundo un caos y pondría mi vida de cabeza y valla que lo hiciste, me sentí bien al romper promesas por ti, al dejar mi hogar por ti, al ser sumiso ante ti, tu representas todo lo que soy y todo lo que tengo, me has dado lo que más amo en el mundo, no veo mi vida sin ti, sin Alek y sin Dante, ustedes, ustedes son mi mundo, por ello te ruego que abras los ojos y vuelvas a mí. No pudo contener por más tiempo las lágrimas y aquel liquido salado corrió por sus mejillas – Lucha mi Zarina, tu eres la reina de todo esto, de todo mi mundo te prometo que al despertar hare todo lo que desees si eso te hace feliz, solo quiero que me regales nuevamente su sonrisa, que me permitas ver el océano azulado de tus ojos y que me dejas perderme en tus labios. Ella no se movió, no tuvo ninguna respuesta de su parte y por primera vez dejo salir sus sentimientos y lloro con la mano de su amada en el pecho como si con eso pudiese agarrar aunque fuese de un hilo la vida que hacia pocos minutos casi se le escapa, el amor que Alexei siente por Montserrat es más que sincero, pueda que posesivo y dominante, pero sincero, jamás le había fallado ni con el pensamiento, desde que ella llego a su vida ninguna otra mujer se había posado en lecho, ni siquiera cuando se distanciaron, aunque lo intento, pero su menta y corazón saben a quien le pertenecer y no tuvo más remedio que hacer a un lado su orgullo y su fama de casanova y dejar a más de una mujer completamente desnuda en la cama de un burdel. La vida con ella era de colores, antes de que ella llegara todo era un poco más monótono, claro con las diversiones de un sádico, pero con matices grises que en realidad no daban hacia ningún color, permanecía bajo una sombra de comodidad, pero cuando ella entro a su vida, lo puso a encontrar limites que no sabía que tenia, a buscar entre todo en el mucho lo que a ella le gustaba solo para hacerla feliz, y no hablar del día en el que la hizo suya, odiaba la saber que no solo había sido de él, pero actualmente ella le pertenecía en cuerpo y alma. Montserrat permanecía inmóvil y él sentía como su teléfono vibraba y vio que era Serkan quien lo llamaba por lo que se dispuso a ponerse de pie para contestar la llamada, pero entonces justo cuando estaba por soltarle la mano sintió como ella ejercía un poco de presión y lo apretaba, aquella fue la señal que le indico que ella despertaría, pero aquel movimiento se fue tan rápido como vino dejando solo un deje de esperanza que quizá se perdería en las próximas horas.

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