Estaba lista con su vestido de color blanco como la nieve, un tono tan pálido que podía mezclarse fácilmente con el tono de su piel. Montserrat estaba asustaba ese ritual al que sería sometido era aterrador, no quería que ese lobo terminara con su cabeza en su boca, pero esa era la única forma en la que esos ancianos de mierda iban a confiar en ella solo por eso lo haría, además no se iría desarmada, no iba ha dejar a sus hijos en manos de cualquiera. Maximo le había dado un delgado cuchillo que se disimulaba a la perfección bajo aquella gruesa tela.
Le habían puesto un topo de bata, con mangas largas y anchas, por dentro tenia un buso de cuello de tortuga y lo que ella describiría como un camisón muy grande estaba hecho de piel de animales, podría jurar que, de un oso polar por el color y la suavidad, además, tenía un pantalón de tela térmica. EL ritual era en el patio de la casa, muy cerca del bosque, allí era donde vivían los lobos y siempre estaban libre, no había cadenas ni una jaula que le impidiera recorrer aquellos bosques a su antojo, igual había un acerca eléctrica que les impedía huir.
Sentía como su piel se erizaba solo de pensar que no volvería a ver a sus hijos, el miedo le estaba calando los huesos y termino por pedir un poco de privacidad para amamantar a sus bebés, saco sus senos y se sentó en la cama para puedo tomarlos y ponerlos en su pecho para que ambos comieran estaba embellecida viendo a sus niños que no se fijo en el momento que la puerta se abrió y dejo entrar a su prometido, quien estaba ido viendo como sus hijos estaban pegados en los senos de su madre, era raro pero aquello era excitante.
- ¿Sonara raro si digo que es de lo más excitante ver a nuestros hijos alimentarse de tus pechos?
Ella solo levanto la mirada y sonrió, no, no le parecía raro aquello de él, era el hombre más lascivo que conocía, nunca estaba satisfecho y siempre, siempre media más y más, era como si nunca estuviese satisfecho con solo cogérsela una vez al día. Él la ayudo a poner a los bebes en la cama y antes que pudiese siquiera reaccionar la estampo contra la pared y unió sus labios a los de ella, Alexei conocía a la perfección aquel ritual.
Primero ella debería pasear por toda la casa, para que cada rincón la reconociera como su señora y así el olor el hogar la inundara, luego saldría por la puerta principal donde todos los miembros del concejo la verían por primera vez, allí no le harían venias, ni siquiera a mirarías, solo mantenían sus ojos en el piso y verían el pasar de la gran capa que la cubría. Luego de eso todos la seguirían hasta la entrada del bosque donde estaría él y su familia política, ella se arrodillaría y recibiría las bendiciones de sus seres queridos para luego ver como todos se apartaban y el lobo macho de acercaba a ella para olerla.
Si la aceptaba se sentaría a su lado, si la amaba se acostaría, pero si sentía en ella aunque fuera la más mínimas desconfianza terminaría con su vida, aquello solo había sucedido una vez, y estaba plenamente convencido de que no volvería a ocurrir, Montserrat no solo era el amor de su vida y la madre de sus hijos, era la mujer perfecta, hermosa, amorosa, con un gran carácter y un coño apretado, no podía pedir nada más, ella era simplemente la mujer con la que había deseado desde que se imaginó casándose y aunque este matrimonio no fuese para nada normal o tradicional, era el que quería y lo respetaría. Lo normal era que primero se casaran, luego fornicaran y por último tuviesen hijos, pero en ellos todo fue al revés y en completo desorden, pero para su defensa ella no era para nada como las mujeres rusas, y tampoco había hombre en la tierra que no se sintiera tentado ante aquel cuerpo desnudo, la Regina era un sueño hecho realidad y su denudes era el infierno, uno fogoso y caliente que te hacia querer pecar todo el tiempo.
Alexei, sabía lo que continuaba después de que el lobo la aceptara, porque estaba más que convencido de que lo haría, debajo de aquella ropa ella estaría provista de lencería hermosa que luego le dejaría mirar, pero no tocar, en la tradición el que el lobo te aceptara ya le permitía a tu futuro marido verte desnuda, disfrutar con los ojos lo que en pocas horas tendría en la cama, pero como con ellos nada era de la forma tradicional, Alexei ya tenía planeado cogérsela con mucha fuerza en el balcón. La ventana de su habitación daba justo al bosque, por lo que había dado la autorización de que luego del ritual todos los invitados se fueran con excepción de la Famiglia, quienes irían a sus habitaciones, mientras que él había que los animales del bosque perdieran el sueño con los gemidos que haría que su mujer diera.
Metió su mano por debajo de la bata y la levanto hasta que se encontró con su entrepierna, se las ingenio para sentir el encaje y pasar sus dedos por sus labios húmedos, Alá como la deseaba, ella solo pudo entreabrir un poco sus labio y piernas y soltar un pequeño pero delicioso gemido que hizo que el pantalón de su prometido le estorbara, no pudo contenerse y termino arrojando boca abajo contra la cama y se saco los pantalones, le levanto el trasero para luego tirar sobre su cabeza la enorme piel y bajar el pegado pantalón térmico y esas delicadas bragas de encaje azul, usualmente eran blancas para mostrar pureza, pero ya que ella no era virgen decidió ponérselas del color favorito del Capo, quien no dudo en soltar una sonrisa al ver eso.
Estiro su mano y la metió debajo de ella para tomarla por el pecho y levantarla un poco hasta que su oreja quedo cerca de su boca.
- Eres una traviesa, te pones esto solo para tentarme ¿Verdad Regina?, ahora tendrás que pagar las consecuencias, porque el ritual del lobo tendrás que hacerlo con las piernas temblando.
Ella solo mordió su labio corroborándole que aquello lo había hecho con toda la intención de provocarlo, volvió a ponerla en cuadro y le dio un fuerte azote para luego al ver su coño depilado y rosado se arrodillo para chuparlo, los gemidos de Montserrat no se hicieron esperar y agradeció que sus hijos fueran de sueño profundo. Alexei lamia, chupaba y en ocasiones mordía su delicado durazno que estaba a punto de c******e, todo aquello fue completado por uno d ellos largos y gruesos dedos del ruso entrando en ella haciéndola aumentar el ritmo de los latidos de su corazón, ella solo podía agarrarse de las sabanas y empuñarlas con fuerza haciéndolas bollos en sus manos.
- Quiero que te corras para mi amor, hazlo sí.
Era la primera vez que la llamaba de aquella forma, fue tan romántico y excitante al tiempo que termino por c******e en la boca de aquel hombre que le daba el mejor s**o oral de su vida. Al ver como los jugos de quien sería su esposa de chorreaban por su boca tomo su mi***ro en sus manos y se ayudo para ingresar en ella, no fue amoroso ni calmado, los choques de sus pieles podían escucharse detrás de la puerta por la fuerza con la que se la cogía, Alexei tenía una fantasía de hacerla c******e unas 10 veces antes que él y le pareció el momento oportuno para ello, pero lastimosamente la puerta fue tocada y del otro lado se escuchó la voz de la mucama indicándole a la señora que iniciarían en unos minutos con el ritual, pero el Capo no se detuvo ni por un momento, continuo con sus estocadas fuertes y contundentes hasta que ella llego nuevamente al orgasmo y esa sensación de apretazón y suavidad dentro de ella le dieron lo suficiente como para él también c******e dentro de ella, se quedo un momento en aquella posición para disfrutar de su interior y luego salió de ella, la ayudo a incorporarse y a alisar su bata.
- No pienses que esto ha terminado Zarina. LA tomo un poco brusco del rostro y la beso – Cuando el ritual culmine te vere en mi habitación. Se acerco a su oreja y le susurro algo que la hizo mojarse nuevamente, la soltó y se fue.
La mucama quedo sorprendida al ver salir a su señor de la recamara, pero como siempre no dijeron nada solo agacharon la cabeza y comprendieron la razón de ser de aquello ruidos un poco extraños que escuchaban, la sonrisa en el rostro de la Regina se los terminaba de corroborar, estos Capos serian peores que los anteriores.