Montserrat se paseaba por toda la casa, todo su cuerpo temblaba de una forma descomunal que no podía comprender. Salió de la habitación guiada por dos ancianas, eran esposas d ellos miembros más antiguos del concejo, ambas primero rociaron su piel y ropa con unos aceites que debían matificar su olor corporal para que los olores de la casa de fuesen impregnando en la tela a medida que ella iba caminando. Era tanta la desesperación que tenía, que incluso las frías y duras ancianas trataron de alentarla y decirle que todo estaba bien, que los lobos podían oler el miedo y no les agradaría que la esposa de su Capo fuese débil y llorona, por lo que debía dejar la desesperación y calmarse.
Había pasado todo el día escuchando todo lo que esos animales podían oler con su nariz profunda, miedo, odio, temor, angustia, amor, fidelidad, el respeto, esos eran solo algunas de las cosas que todas las mujeres que entraron y salieron a su habitación le contaron ese día. Su contacto con el exterior había sido casi nulo con excepción de sus hijos a quien se negó rotundamente a dejar de ver, solo los gemelos la habían estado acompañando y lo agradecía, sus pequeños permanecían desde su cuna mirándola y sonriendo, haciendo que sus pómulos se levantaran y sus mejillas se vieran aun más regordetas. Adoraba a sus niños, por ellos haría lo que fuera y mataría que quien tuviese que matar.
Por esa razón, Maximo encontró la forma de camuflar en una de las charolas que entro a su cuarto un delgado pero filoso cuchillo que aunque no mataría a nadie, si podía hacer profundas heridas que dejarían a un enemigo inhabilitado y eso era justamente lo que estaba buscando si por alguna razón el lobo intentaba hacerle daño, de igual forma los italianos tenían preparados planes de contingencia para sacar de inmediato a su señora y a la Famiglia si algo llegaba a salir mal. Mauridcio no había dejado ningún cabo suelto ni una sola esquina sin cubrir, era su deber hacerse cargo de la seguridad ya que todos los ojos estarían puestos sobre ella y no podría hacer nada sin que sus movimientos no se tornaran sospechosos, por lo que dejo todo en las capases y confiables manos de su tío.
Antes de salir de Italia, y mientras Alexei se encargaba de uno de sus muchos asuntos para volver comprometido al su país, la Regina tuvo una reunión privada dentro del sótano del averno con la Famiglia. Aquel encuentro familiar se hizo con el fin de asegurar todo si algo llevaba a salir mal, en el mejor de los casos ella se casaría con Alexei, sus hijos serian criados bajo ambas tradiciones y al crecer cada uno iba a decidir en donde iban a dirigir y en que Capo deseaban convertirse, no estaba en sus planes imponerles nada, deseaba que cada uno de ellos escogiera su propio camino siempre y cuando dicho camino estuviera dentro de su mundo. Dante y Alek tendrían rotundamente prohibido tener romances con mujeres que no pertenecieran a las familias que comprendían su modo de vida y que los respetaban, no quería que tuviesen el mismo final que su tía, y mucho menos que sufrieran por un amor imposible, ella como madre se iba a encargar de eso.
En un caso medio su familia se vendría y todo estaría tranquilo, ella tendría algunos inconvenientes con los miembros del consejo hasta que se acostumbraran a su presencia y a su estatus como su Zarina, aquí entraba la posibilidad de que quisieran que los dos niños se quedaran en Rusia y se dividieran las funciones del Capo, aunque eso era poco probable dado que nunca antes había ocurrido que un Capo Ruso tuviese dos hijos varones, ya que, para evitar problemas con la sucesión solo tenían un hijo varón y no tenían permitido traer más niños al mundo. Así era como funcionaban sus leyes, pero en este caso donde nacieron dos niños al mismo tiempo, había la posibilidad que dentro de su egoísmo y de su temperamento cruel quisieran que sus hijos fueran solo para ellos y no permitir que uno de ellos se fuese a vivir a Italia, por lo que ambos niños ya estaban incluidos dentro de la sucesión del poder, nadie podría quitarles a sus hijos su legado materno y mucho menos el trono que les correspondía.
En el último y peor de los casos todo saldría mal, y la guerra seria inevitable, aquí era donde entraba la posibilidad de que el matrimonio no se diera e incluso que todo se fuera por el caño y terminara muy mal parada o incluso sin vida. Al enterarse de los rituales que la Regina debía cumplir todos se prepararon para este ultimo de los escenarios, habían hecho un plan perfecto de escapatoria si todo resultaba mal. Para empezar Montserrat no estaría desarmada, sabían que con tan tolo un hoja fina y afilada ella podría defenderse a la perfección y lograr salir ilesa por lo menos por unos segundos de la boca del lobo para correr hasta el auto que los estaría esperando en el bosque ingresar con los niños e ir hasta los limites con la valla de los terrenos d ellos Petrova y abordar un helicóptero que los regresaría a Italia.
El plan quizá sonaba sencillo pero en realidad era muy complicado, tenían a más de 200 pares de ojos sobre ellos y lo peor de todo era que un solo paso en falso podría costarles la vida, dado que lo considerarían una traición sobre todo por llevarse a los herederos, pero aquello no era del todo su culpa se vieron obligados hacerlo por la locura de los rituales que tendría que hacer, no esperaba someterse a tanto ni vivir todas esas emociones, si estuviese embarazada quizá hubiese podido perder a sus bebés por el estrés y la verdad era que solo pensaba en ellos, en su bienestar y en estar para ellos hasta que se convirtieran en hombres de bien, dentro de lo que ese concepto se entendía dado serian criado por Capos, para convertirse en espejos de sus padres. De Dante y Alek se esperaba mucho, y tendrían que dar mucho más que sus padres para pasara a la historia.
La Famiglia veía como su Regina caminaba por aquella casa y con cada paso que daba la tención era mucha, todos sabían que de alguna forma no decirle nada a Alexei de lo que planeaban era una traición, pero de decirle se negaría diría que los rituales debían cumplirse y que lo que hacia era una falta de respeto hacia sus tradiciones y una desconfianza hacia él y aunque tendría razón ella ahora tenía algo mucho más grande por lo cual luchar y seguir viviendo y eso era sus hijos.
No sintió el momento en el que paso por delante de todas esas personas, solo supo que cuando quiso levantar la cabeza y abrir los ojos vio a lo lejos esas enormes patas que se acercaban a ellas mientras estaba de rodillas en la nieve, el frio y el miedo le calo los huesos, pero debía calmarse “Ellos huelen el miedo”, se repetía en su cabeza para tratar de dejar de temblar, pero era inútil, solo le quedaba esperar que el miedo no fuese tan penetrante como para que esa enorme bestia de color n**ro la matara. Al tenerlo delante de ella solo cerro los ojos, trato de no pensar en nada y de recordar todo aquello que la mantenía aferrada al mundo y a la vida, sus hijos estaban recién nacidos, su hermana aun no maduraba, tu tío no era lo suficientemente estable y Jocelyn no podría sola con él y desde el más allá los celos la matarían si Alexei estaba con otra mujer.
Todos sus pensamientos la llevaron tan lejos del lugar en el que estaba que incluso perdió la noción del tiempo se le olvido lo que hacia y donde estaba, era poco lo que recordaba de hacía unos minutos atrás solo tenia en su cabeza el nacimiento de sus hijos, la sonrisa de su hermana, los chistes oscuros de Mauridcio, el cariño de Jocelyn y los ojos brillantes de su prometido. Se fundió tanto con sus pensamientos que al abrir los ojos solo vio oscuridad, una que la inundaría para siempre.