CAPÍTULO 11 | ALEX & DANTE

1521 Words
- - Quiero que todos se larguen ahora mismo. La habitación se había casi que llenado de la seguridad italiana, cuando Montserrat apretó el botón de pánico que permanencia en su anillo familiar, no estaba dispuesta a que ese ruso hiciera con sus hijos lo que se les diera la gana por esa razón llamo a todos, necesitaba respaldo para deshacerse de sus matones, porque, aunque los autos de seguridad si habían salido de la residencia eran muchos los guardias que permanecían junto él como los perros que eran. - Tu no puedes dar órdenes aquí, no olvides donde estas Alexei. - ¿Quién olvida quien es quien Montserrat?, o negaras que soy el padre de tus hijos. Aquello le callo como un valde de agua fría, el que se llamara padre de sus hijos la hizo sentir el temor más grande que jamás había sentido, era horrible el hecho de tener en frente de ella una realidad que se había negado a aceptar desde antes de dar a luz a sus mellizos Dante y Alex, ambos eran niños simplemente hermosos, tenían el cabello rubio de su padre y esa tes blanca de porcelana, mientras que sus ojos eran como un pedazo de cielo en medio de una tormenta con ese gris profundo heredado de los Petrova que los hacían tener esa característica mirada de su difunto abuelo, razón por la cual Alexei no podía dejar de mirarlos, eran como una copia idéntica de él, con esos mechones dorados lisos y sus pequeñas manitos que los hacían verse tan inocentes y puros. Los nombres eran perfectos, eran el simbolismo único de ambas familias de las cuales eran herederos, sobre los hombros de ambos pesaría la responsabilidad de mantener a dos legendarias dinastías por lo que el que fueran dos varones era más que perfecto para su caso. Él ni si quiera presto atención a lo que Montserrat decía porque estaba ido mirando a sus hijos y dedicando cada segundo a mantener esa imagen en su mente, le dolió recordar que se perdió su nacimiento. SI, no era un hombre propiamente de familia, pero con la Regina tenia en mente vivir todo aquello que ningún Capo ruso antes había hecho, deseaba verlos nacer y crecer y pensar que los había conocido casi que por casualidad y después de tres meses de su llegada al mundo lo hizo sentir miserable. - Aunque quizá tengas razón, igual no puedes venir y tratar de tener el control de algo que no tienes, sí, no lo negare son tus hijos, pero yo soy su madre yo los traje al mundo y no te daré el permiso de estar cerca de ellos. Puso a ambos bebés en su cunas y se volteo para mirarla, en aquel momento al verla una ira iracunda le recorrió todo el cuerpo, estaba casi que segado al ver la osadía que ella había cometido en su contra siendo consciente de las consecuencias que eso traería para ambos, sobre todo por que ahora en definitiva habían pocas posibilidades de que los rusos le perdona que hubiese ocultado la existencia de los niños, la vida de los herederos era lo más importante que había y los que se fueron ya estaban en un avión con dirección a Rusia para anunciar que él Capo había sido bendecido y tenían no a uno sino a dos Petrova que continuarían con el linaje. - ¿Tu permiso?, ¿Por qué necesitaría tu permiso para ver a mis hijos?, dime Montserrat ¿Estas loca o eres s*****a?, ya con esto de ocultar el nacimiento de mis hijos estas señalada por el concejo Ruso, no seas estúpida Regina el único que puede salvarte soy yo. - Definitivamente el s*****a eres tú, estas olvidando el lugar en el que te encuentras y el hecho que aquí no eres más que un simple visitante, no puedes tratarme de la forma en la que lo estas haciendo y con respecto a tu concejo, no le temo a esa bola de ancianos decrépitos. - ¿Solo un visitante? Bufo y se hecho a reír – Quiero que todos salgan o matare a esa maldita niñera y luego podemos inicial con la ruleta rusa de quien seta el próximo que reciba una bala de Andrew, te recuerdo que él único que le daba a los tobillos era Gabrielle, o acaso ¿No te preguntas como llegue a ellos tan rápido? Señalo a los bebés – Deberías mejorar tu seguridad y pagar mejor la lealtad de tus hombres. - Maldito medico de mierda. Ella no tuvo ni que pensarlo sabia quien había abierto la boca. - Me alegra que por lo menos tengas tal rapidez para reconocer a tus traidores, ahora quiero que TODOS SALGAN YA. Aquel grito hizo que Alex se despertara y comenzara a llorar, aquello no lo tolero el ruso quien de inmediato tomo al niño en brazos y comenzó a arrullarlo para calmarlo, aquella imagen los dejo anonadados, no esperaban que ese diablo tuviese sentimientos o que si quiera fuera capaz de no volverse loco con el llanto de un niño. - Prosti, synok, papa ne khotel tebya budit', prosto eti idioty ne khotyat menya uvazhat', a papa ne mozhet terpet' podobnyye veshchi (Lo siento hijo, papá no quería despertarte, estos idiotas simplemente no quieren respetarme y papá no puede tolerar cosas así). Montserrat dio un movimiento de cabeza indicándole a todos que debían salir, definitivamente él no haría nada que molestara a los niños por lo que estaba segura que no haría ninguna estupidez. Todos iban saliendo del lugar, pero la niñera seguía poniendo resistencia ya que había jurado proteger a los niños. - YA ne khochu, chtoby vy byli ryadom s moimi det'mi, vy uzhe pokazali, kak malo vy mozhete o nikh pozabotit'sya ot takikh lyudey, kak my. muzhchiny?Vy nekompetentny (No te quiero ni cerca de mis hijos, ya has demostrado lo poco que puedes cuidarlo de personas como nosotros. Eres una incompetente). La mujer fue sacada por Andrew dejando a solas a los Capos quienes se sometieron por unos minutos a un silencio sepulcral que hizo que Montserrat se sintiera incomoda, solo veía como protegía y dormía a Alex la hizo sentirse un poco culpable, no por él sino por haberle quitado a sus hijos el afecto de un padre que no era como ella imaginaba y de alguna forma eso la hacia sentirse bien, ya que, no esperaba que fuese amoroso y comprensivo, pero el que tuviese aquellas actitudes la hacían sentirse menos a la defensiva. - Non posso dirti che mi dispiace, sarei un bugiardo. Come ogni mamma ho fatto quello che ritenevo meglio per i miei figli, è mio dovere proteggerli anche dal padre (No puedo decirte que lo siento, sería una mentirosa. Como toda madre hice lo que pensé que era mejor para mis hijos, es mi deber protegerlos de su padre también) - No debes protegerlos de mí. Dijo mientras colocaba al niño en su cuna – Son mis hijos, mi dinastía y los que continuaran con mi linaje, el de mi familia, no solo para los italianos esto es importante Montserrat para nosotros también los es, sobre todo para mí, no deseo que alguien que no tenga mi sangre o mi apellido sea Capo en Rusia. Suspiro – Ambos deben ir a Rusia. - Eso no va a suceder. - No te estaba pidiendo permiso, son mis hijos y si no los presento como es debido y hago el llamado de Alá para ellos serán tomados como unos bastardos y yo no voy a permitir eso. - Voy a casarme en dos meses, no tengo tiempo de un viaje de visita yo… - Tú puedes hacer lo que mejor te parezca con tu vida privada, pero sabes mejor que nadie que casarte con alguien que no es el padre de tus hijos los hará ver ante tu sociedad prejuiciosa como bastardos, por lo menos yo tengo el poder de decidir quienes son llamados mis hijos y herederos, pero tu sabes mejor que nadie que serán tratados como los Willer, no te hagas la tonta, y si piensas que dejare que digas que ese intento de hombre de Pacinelli es el padre de mis hijos estas equivocada. La había descubierto por completo, ese maldito, ya sabía todos sus planes – Ahora haremos esto por las buenas o ¿Por las malas?, tu decides. - ¿Qué propones? - Por el momento que ambos desahogamos nuestros compromisos y presentemos como es debido a nuestros hijos, ni a ti, ni a mí me conviene que no sean reconocidos y estén expuestos, lo demás lo veremos en el camino. Se volteo y comenzó a acariciar a los niños. - ¿A que te refieres con a lo demás? Dijo ella ganando su atención. - A casarnos. ¿Era enserio?, ¿Casarse?, ese debía se runa broma muy cruel, se veía hermoso con sus hijos, pero casarse era mucho, algo que quizá no era necesario, pero aceptaba que le encantaba ver como estaba con ellos y la imagen de completa ternura que en ese momento le regalaba.
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