CAPÍTULO 5 | LA MAÑANA DE LAS MENTIRAS

2003 Words
La mañana de la boda era perfecta, el patio estaba adornado como todo un cuento de hadas del que cualquier mujer quisiera ser la protagonista, y no había nada en el mundo que colocara más feliz a Montserrat que saber que ese hermoso final era el de su adorada prima hermana Alexandra, no había nadie en el mundo que se mereciera más eso que ella y Serkan después de todo lo que habían sufrido. Las tradiciones iniciaban desde muy temprano y al ninguno de los dos novios tener a sus padres vivos los padrinos serian los encargados de pasar las horas antes de la boda, dando concejos y calmando al otro, por lo que el intercambio de padre o en este caso de padrinos lo inicio la Regina, quien salió de su habitación en el ala derecha y se dirigió hacia el lugar en el que se encontraban los hombres. La mansión turca era un completo laberinto, para todos aquellos que no la conocieran podían perderse con mucha facilidad. Cuando Montserrat estaba doblando hacia la dirección del pasillo de las habitaciones de Alexei y Serkan, vio como una mujer salía de la habitación en la que la noche anterior ella había ingresado, la rubia de ojos verdes tenía el cabello revuelto e iba acomodándose la ropa al ver a la Regina hizo una venia y continuo con su camino, la maldita era italiana, era imposible que una mujer que no fuera de su país conociera que debían inclinarse ante su presencia. La furia en sus ojos no se hizo esperar, su boca podía mentir todo lo que quisiera, pero saber que otra se estaba acostando con él era algo para lo que no estaba preparada, sus manos se hicieron puños y trato de controlarse, pero entonces la puerta volvió abrirse para esta vez dejar ver como el Capo salía impecable, sin una sola arruga en su ropa y perfectamente peinado, al verla parada casi a la salía de su cuarto la miro con un poco de duda y no dijo nada, sus ojos lo decían todo. - Ha pasado una buena noche. - Mas que perfecta. Dijo la Regina quien tarto de esconder su notable enfado. - Nunca has sido una buena mentirosa, y esas ojeras la delatan señora, se ve demacrada creo que debería dormir un poco. - No se preocupe, estoy muy bien. Montserrat le dio una sonrisa leve y continuo con su camino, no estaba dispuesta a dejar que su día fuera arruinado por ese hombre, pero todo parecía conspirar en su contra, al parecer esa mañana todos la querían ver la limite. Al dar unos cuantos pasos más, escucho una conversación entre los guardias de la puerta de Serkan, los hombres aseguraban que al perecer la fama del Petrova no era infundada y verdaderamente hacia que las mujeres vieran el cielo cuando él se las cogía. Los hombres se referían a la mujer que había salido de la habitación, estaban tan emocionados e intrigados por la forma en la que los gemidos de la mujer se escuchaban hasta fuera del recinto, todos oyeron la forma tan macabra en la que tenían s**o, pero a ella no le sorprendió, sabia de primera mano lo buen amante que era, no necesita escuchar de la boca de nadie más lo que él lograba hacer o sentir, no podía creer que estuviera celosa, pero sobre todo le sorprendía la forma en como estaba entrando en un descontrol tan atros que termino haciendo lo que los guardias no esperaban. - ¿Les pagan por hablar o por cuidar? Ambos se quedaron estáticos ante las palabras de la mujer quien dio la vuelta no sin antes dejarles claro que regresaría y que no quería escucharlos hablando de tonterías dejando a la deriva la correcta protección del Capo, no era conveniente que después de todo lo que habían vivido en Turquía tomaran ese camino de la relajación. Entro como alma que lleva el diablo a su habitación retumbando en las paredes un sonido tan ensordecedor que su tío lo escucho e ingreso de inmediato a ver que era lo que le sucedía a su sobrina. - ¿Puedo saber que demonios te pasa?, desde hace unos días estas irreconocible. - No me pasa nada tio, solo quiero volver a Italia y que las bodas salgas a la perfección es lo único que quiero. - ¿Si eres consciente que ese ruso estará con nosotros por lo menos tres días?, por darle gusto a Alexandra dejaste que él y su guardia entraran y sabes que son una plaga, se opondrán a salir. - ¿Por qué hablas sobre eso? - Porque te conozco, se perfectamente que lo que te tiene en este estado es volver a verlo y me preocupa. - No tienes nada de lo que estar preocupado. - Si tengo, mira como has actuado desde que llegamos a Turquía, dejaste que te tocara y no eres una mujer cualquiera, eres muy selectiva y todos vimos como su tacto te gusto, deja de intentar engañarnos y sobre todo deja de engañarte a ti misma, todos te necesitamos tienes una Famiglia a la cual proteger una propia Montserrat. En suspiro – Dijiste que no dejarías que él volviera a tu vida. - Se lo que dije y lo cumpliere, esto no es más que una pequeña ráfaga de luz, se perfectamente que en casa me esperan y que no puedo echar para atrás los planes, tengo claro lo que tengo que hacer. - Eso espero, porque si ese ruso se entera de lo escondes hará todo por entrar a tu vida y si lo logra no habrá poder humano que lo saque, sabemos que es poderoso y hasta admito que se que lo amas, pero él asesino a uno de los nuestros y los Angelucci no olvida. Ninguno de los dos lo sabía, pero estaban siendo escuchados por quienes no deseaban que conocieran aquella información se habían expuesto demasiado, habían hablado alto y ahora tendrían que enfrentarse a las miradas desafiantes y desconfiadas de un hombre que de ahora en adelante se empeñaría en conocer lo que fuese que no quisieran que el supiera. Alexi era un hombre que odiaba las mentiras y los secretos y si estaban ocultándole algo era porque lo consideraban un motivo para él destruir o aferrarse a algo. Aquella conversación la había oído Andrew, que era igual a que si en mismo Capo lo hubiese hecho, no habían pasado ni cinco minutos para que los oídos de Alexei supieran lo que su guardia sabia, y su rostro mostro una poética expresión de ira que lo hizo pasar el resto de las horas con mal gusto junto a Alexandra y eso de alguna forma le molesto más, no quería ponerla incomoda o hacerla pasar un mal rato, pero enterarse que su hermana estaba aculatándole cosas para mantenerlo lejos lo hizo pensar en un cin número de cosas que podrían estar ocurriendo. Su cabeza se volvió una maraña de cosas que no lo dejaban tranquilo estaba ido, pensando en cual de todas las posibilidades existentes era la correcta, tenía claro que permanecía lejos de él por el error que cometió con la muerte de Gabrielle, estaba claro que todos los Angelucci lo odiaban por eso, también había quedado claro que ella aun sentía algo por él, no tenia claro si con la misma fuerza que antes, pero ahora sabia que aunque fuera tan solo un copo de su cariño le seguía perteneciendo. Entonces ¿Qué era?, si lo mantenía lejos y todos sabían que lo quería ¿Poe que ocultarle algo a él?, sus sentimientos no eran porque como había dicho su tío le dejo tocarla y casi besarla la noche anterior, dejo que sus ojos se unirán en esas intensas miradas que solían tener cuando estaban juntos, fue detrás de él entro a su habitación así que tampoco era miedo, temer o vergüenza. Todos sus sentidos estaban intentando buscar una salida para desamarrar el nudo que se había creado en su cabeza. ¿Quizá ese idiota le pegaba?, no eso no era posible ya lo hubiesen matado y por la forma en la que Montserrat miro a Pacinelli dejo muy establecido quien tenia los pantalones en esa relación y no esperaba menos de la mujer con más carácter y temperamento que hubiese conocido en su vida, superaba por mucho a las rusas, así que esa posibilidad abandono su cabeza de inmediato, ¿Qué diablos era?, ¿Qué le ocultaba? Se removió con algo de impasiensiencia en el sillon en el que se encontraba ganándose la mirada fija de Alexandra quien estaba en sus últimos toques en el cabello, estaban en la misma habitación con un silencio sepulcral que en algunas ocasiones era roto por la estilista que se estaba haciendo cargo de su cabello. - Si te sientes incomodo siempre puedes irte, no tienes que estar aquí si no lo desea Capo. Él levanto su cabeza y por un momento quiso levantarse e irse, pero entonces una sonrisa se puso en su rostro, la trigueña no lo supo, pero en la cabeza de ese demonio se había puesto la más macabra de las ideas ¿para que matarse la cabeza pensando en lo que le ocultaban?, si lo más probable era que la persona que tenía en frente lo sabía todo, ahora iniciaría hablar, al punto de llegar por las ramas hasta el tema que deseaba Montserrat. - Nunca piense eso regina, además, soy fiel creyente de Alá ¿Qué se diría de mi si no cumplo con las tradiciones?, el Imán no me creería un devoto y mucho menos digno de tener en algún momento una esposa como usted. - Pudo tenerla Capo, estaba comprometido con una mujer importante, pudiente una que le daría más poder del que ya tiene, pero al parecer no le agrado el hecho de que mi hermana no necesitaría depender de usted para ser alguien. - Jamás me molesto eso de Montserrat, de hecho, si puedo serle franco me encanta, su prima despierta en mi lo que ninguna otra mujer ha hecho y sabe, eso es gracias a ser justo quien ella es. - Bueno, en realidad no lo pareció, igual con o sin usted ella ya logro sus mayores sueños y metas, lo que deja claro señor Petrova que no lo necesitaba. Allí estaba sin él había logrados sus sueños y metas, ella no lo sabía peor la sonrisa sarcástica en su rostro fue porque ahora tenia donde buscar, una línea fija en la cual enfocarse, Montserrat le ocultaba algo que había obtenido después de estar con él, quizá ese algo le hacía daño o quizá lo beneficiaba, en si no lo sabia pero pronto lo descubriría, si tenia algo a su favor era que la conocía muy bien como para hacer una lista de tos y comenzar a descartar todas y cas una de las cosas hasta llegar a lo que necesitaba saber. Antes de terminar ella deseaba terminar de unir Italia, consolidar negocios importantes con los polacos luego de su matrimonio por las buenas relaciones que ellos tenían y hasta el momento sus negocios con el país vecino de Alemania estaban perfectas. Quería que sus hermanas se casaran y que su tío sentara cabeza y lo había logrado con Alexandra y Mauridcio y ninguna de esas uniones le afectaban o beneficiaban, sus negocios con Serkan no crecerían ni disminuirían por su boda. Las únicas dos cosas que aun estaban en esa lista eran casarse y tener su propia familia que barriera con todo y se consolidara como la mas fuerte de Europa, y con el prometido que tenia o más bien por las empresas de este tenia acceso hasta a Rusia, así que esa era una opción y por ultimo estaba una que él ni siquiera pensó, de inmediato se enfrasco en esa de las empresas sin considerar que lo que le ocultaba era algo mas importante y más poderoso incluso que el dinero.
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