Tenerla frente a mi nuevamente era un sueño hecho realidad, esa mujer no tiene ni la menor idea de lo que yo la amo. Estaba más fría, más orgullosa, más testaruda y eso solo hacía que la belleza de su rostro resaltara aun más, estoy seguro que si supiera que actuando de esta manera solo logra que yo la ame más, no lo haría, pero así es la Regina una mujer de temperamento y carácter capaz de lograr que el hombre más frio del mundo estuviese derretido a su pies, y si, estoy hablando de mí.
Saber que estaba comprometida con alguien más me enloqueció, creo incluso que Serkan se arrepintió de habérmelo dicho, el me conoce y sabe que soy muy posesivo u controlador, al punto que no estaré feliz hasta saber quien demonios es y deshacerme de él, pueda que sea egoísta, pero si ella no es para mí tampoco será para nadie, prefiero mil veces saber que esta lejos, pero sin nadie a su lado a tenerla cerca y ver que esta con otro, no tengo la sangre tan helada como para soportar esa imagen.
Ese trasero se meneaba con la misma elegancia de siempre, ella quizá ya se había dado cuenta que estaba comiéndomela con los ojos, pero no parecía prestarle atención, pero ese cuerpo Dios, porque no puedo sacarme de la cabeza los sonidos de sus gemidos y la imagen de su maravilloso cuerpo desnudo, daría lo que fuera por encorarla contra cualquiera de las vigas y hacerla venir tantas veces que sus piernas flaquearan como en el pasado y necesitara de mi ayuda para llegar a la cama donde nuevamente la penetraría con tanta fuerza e ímpetu que quedaría completamente dormida cuando terminara con ella.
- Señor ya tengo lo que me pidió. Andrew vio como el Capo le miraba el trasero a la italiana, las ganas en sus ojos eran frenéticas, tanto que lo hizo aclararse la garganta, todos se estaban dando cuenta de lo que hacía, pero a él no le importaba, esa peli roja era de su señor y bueno Alexei era un hombre muy territorial.
- Bien, vamos. Comenzó a caminar y le paso por el lado a la Regina sin decir ni una sola palabra, ganándose la mirada de Montserrat a su espalda, no solo a él le gustaba mirar traseros haciendo que el hombre sonriera.
Ambos rusos llegaron a la habitación donde el Capo se quedaría y allí, Alexei comenzó a ver todas las fotos y a escuchar la información que Andrew tenia para él, no parecía exactamente un hombre interesante o intimidante, era solo un italiano común y corriente que no tenía nada de especial.
- Daniel Pacinelli, es un empresario, dueño de una exportadora internacional, House Italia, todo tipo de mercancía entra y sale de su empresa a países extranjeros incluyendo Rusia, no es propiamente un hombre involucrado en el mundo de la mafia, de hecho, es un hombre bastante limpio, demasiado para mi gusto o por lo menos eso es lo que arrojo la primera investigación.
- ¿Y la segunda?
- La multinacional exporta en su mayoría la mercancía de los Angelucci, y funciona como una gran lavadora de dinero, una que incluso involucra Rusia, ya que mucha de esa mercancía llega a los almacenes de las grandes cadenas rusas, terminando incluso en sus manos señor, en estos años la Regina ha fortalecido este negocio triplicando sus ganancia y lavando más de la mitad del dinero que solía limpiar en un mes, si algo queda claro es que la inteligente de todo esto es la señora y no Pacinelli, él prácticamente solo es un prestanombre.
- Valla, sabía que me decepcionaría, pero no pensé que tanto. Miro la foto y lo señalo – Más te vale haber mantenido tua manos lejos de mi mujer o tu destino será peor del que ya tengo planeado para ti. Una sonrisa maquiavélica se posó en su rostro.
- ¿Ya sabe lo que hará con él?
- Solo te diré Andrew que, Montserrat no se casará y que nuestra estadía en ese hermoso país será ilimitada desde hoy. El guardia sonrió, veía en los ojos del Capo un brillo característico de la maldad, y cuando aparecía en los ojos de Alexei era sinónimo que alguien iba a morir y que el juego para hacerlo sería esplendido y excitante, y siendo sincero le encantaban los juegos de su señor – Esperaremos a que pasen las bodas no quiero que se arruinen los planes de Serkan y Alexandra, pero luego de eso, tendrá mucho trabajo por hacer.
Ya todo estaba más que planeado en su cabeza, estaba empezando un juego macabro que terminaría tal y como él lo esperaba con un solo ganador y con las piezas dispuestas para él en el tablero de ajedrez, era un estratega innato, uno para el que la palabra perder no era una opción y ahora se jugaría el todo por el todo, era momento que todos conocieran lo que era capaz de hacer su mente retorcida.
Muy pronto se hizo de tarde y con eso uno de los momentos mas esperados para él, antes de que le fuera informado que seria el padrino ya la novia había tenido su hermosa noche de gena y su compromiso, solo quedaba un ritual por hacer y en ese participaban los padrinos de los novios, no era algo que se utilizara habitualmente, pero los novios habían decidido que él y Montserrat participaran en ambas bodas, no por amargarlos mas bien era para acercar a las familias que desde ahora estarían presentes en su vida, sobre todo porque ya Serkan había decidido que el ruso seria el padrino de su primogénito.
La ceremonia consistía en una nueva bendición, una por parte de los padrinos, los novios serian unidos con una cinta roja alrededor de sus cinturas, una que seria amarrada por Montserrat y Alexei al mismo tiempo, luego los novios ponían un poco de sangre en unas copas que terminaban de ser llenadas con agua bendecida por un Imán, los futuros esposos tomaban por completo la sangre del otro para después ser desatados por los mismos que los habían amarrado, aun tomados de las manos los padrinos cortaban el laso ficticio para cellar con un besos en sus frentes la unión se las sangre que se encontraba en su interior.
Justo así lo hicieron, los novios se colocaron de frente y se tomaron de las manos, Montserrat tomo por un lado la cinta y por el otro lado la tomo Alexei, ambos rodearon a los futuros esposos para luego hacer un laso entre los dos y amararlos, las manos de los Capos se unieron al igual que sus ojos, a ambos los recorrió una electricidad que los hizo mirarse con mas ímpetu, no era una mirada de odio, no era una mirada de expectativa, de hechos a ambos se les veía iluminados y expectantes, trataron de mantener su concentración y tomaron el cuchillo afilado para luego pinchar el dedo corazón de cada uno de los prometidos, la sangres fue depositada en las copas y el Imán hizo su trabajo. Nadie dijo que durante todo el ritual debían permanecer con las manos unidas, pero ellos no se separaron ni por un segundo, sus manos permanecieron entrelazadas hasta que todo termino, lo mejor de todo era que no se sintió incomodo, tampoco se sintieron obligados, de hecho, se veían tan cómodos que Mauridcio se rio al igual que Jocelyn, podían negarlo, pero sus ojos no mentían, se seguian mando, quizá más que antes.
Cortaron la cinta y todos explotaron en alegría aplaudiendo, incluso los padrinos quienes lo hicieron sin soltar sus manos terminaron mirándose y a Montserrat le nació algo que no ella misma entendio, sonrió con tanta sinceridad que sin saberlo le dio al ruso la razón que le hacia falta para no dejarla ir, lo amaba, ella podía decir que no, pero sus ojos y su sonrisa no le mentían. Se moría por besarla, estaba loco por volver a probar sus labios, a tal punto que se acerco a ella, pero entonces algo o mas bien alguien quito su mano de la de ella, y entrelazo sus dedos con los de la mujer, Daniel Pacinelli había arribado a Turquía y había tenido la osadía de tocarlo, pero aun más importante y complejo la alejo de él ¿Era muy valiente o estúpido?, aun no comprendía del todo lo que era.
Montserrat reacciono enseguida y puso su otra mano sobre la de Alexei, el ruso ya iba a sacar su arma, un tiro era lo que se merecía ese estúpido por hacer que sus manos se soltaran, la Regina lo vio con firmeza, no quería que cometiera una estupidez.
- Aun no nos presentan, soy el prometido de la Regina. El Capo soltó una risa, una que Montserrat sabia no era buena, pero que logro que a ella se le escapara una sonrisa.
- Explícame algo ¿Eres valiente o eres muy idita?, es que todavía no comprendo.
- Como te atreves a hablarme de esa manera. Le dijo el italiano levantando su voz, era claro, Pacinelli era estúpido muy estúpido.
- Veo que te conseguiste in muñeco con ínfulas de villano, bájale los humos Montserrat o veras como encuentra a alguien en este mundo que se los bajara con gusto. La amano de la mujer seguía sobre la de Alexei para evitar que sacara su arma, lo conocía, si le apuntaba no habría nada que evitara que lo matara.
- ¿A que te refieres?, ¿Me los bajaras tu?
¿Tu?, lo acababa de tutear, era un completo idiota arrogante que se había ganado una bala, si antes lo quería muerto por tenerlo lejos de ella, ahora lo mataría por arrogante.
- ¿Es enserio que te casaras con alguien que no comprende que en este mundo quien no aprende a callarse se condena a quedarse sin lengua?, eres mucha mujer para semejante imbécil, la proxima vez que me tutees, será la ultima que pronuncies una palabra, ¿Entendiste?
Daniel intento decir algo, pero la mirada reprobatoria de Montserrat hizo que se quedara callado, ya había tenido bastante de su liberación de testosterona, y estaba molesta muy molesta, no le gradaban ese tipo de numeritos, era enemiga de que la atención estuviera sobre ella por ese tipo de situaciones.
- Vasta. Le dijo a Daniel – NO puedes hablarle de esa forma a un Capo, mucho menos a uno con tan poca paciencia. El hombre intento volver hablar – Dije que basta. Alexei sonrió nuevamente.
- Me queda claro quien utilizara el vestido de novia en su boda.
Aquel comentario hizo que Fiorella no contuviera la risa, había sido tan divertido, lo mejor de toda la noche había sido la química entre su hermana y el ruso fue feo que se rompiera la magia por el idiota que seria su cuñado en unos meses.
- Principessa. Alexei le hizo una pequeña reverencia.
- Capo. Fiorella imito su acción solo que su reverencia fue más grande.
Con eso a Pacinelli le quedo claro que no era un hombre cualquiera, su cuñada la segunda mujer mas orgullosa del mundo le hizo una reverencia y lo llamo Capo, sin mencionar el sequito de escoltas que iban detrás de él. El italiano no tendría una pelea justa, Alexei estaba por encima de él en todo y aunque daría pelea desde esa noche incluso el mismo al ver como su prometida lo miraba comprendió que era una guerra perdida.