CAPÍTULO DIEZ Sam no se había sentido tan feliz en muchos años. Se había divertido con las justas y estaba encantado de estar en todas las festividades que rodeaban el torneo de Caitlin y Caleb. También, tenía que admitirlo, se sentía feliz de estar junto a Polly. En verdad, no había podido dejar de pensar en ella. Se preguntó si ella se había dado cuenta de que se había dejado vencer en el campo de justas. El destino quiso que estuvieran el uno contra el otro, y sabía que había algo que nunca podría hacer, ni en un millón de años: poner un dedo sobre ella. Cuando desplegaron cubas de vino y de alcohol con sangre y llevaron enormes losas con carne asada, Sam bebió y comió y se unió a la alegría. Pero también se encontró más de una vez buscando a Polly. Él la vio alrededor de Caitlin, ya