Capítulo 1: La noticia.
—Chicas — gritó Priscila por sobre la música del bar en el que nos encontramos —¡Les tengo una noticia!
Por alguna razón mis demás amigas y yo gritamos porque ya nos imaginábamos de qué iba la noticia, me llevé el trago a la boca y lo tomé de un solo sorbo esperando que continuara hablando.
—¡Me voy a casar! — gritó y gritamos de nuevo con euforia.
—¡Lo sabía, lo sabía! — exclamó Elena llamando al barman para pedir otra ronda de chupitos —¡Esto debemos celebrarlo en grande!
Sonreí como tonta al ser aplastada por todas mis amigas, siempre he sido la menor, tanto en edad como en estatura, a lo mucho llegó al metro cincuenta y es algo que me acompleja un poco debido a que soy maestra y tengo alumnos que son más altos que yo, así no puedo parecer ruda. Lo único bueno de ser pequeña es que tengo un armario gigante de tacones, de todos los tamaños y colores, es mi colección más preciada y sin ellos no podría ser yo misma, son como mi sello personal.
Algo bastante superficial pero aumenta la autoestima por dios.
—Felicidades amiga, hasta que por fin Horacio se decidió a pedírtelo — yo reí ante las palabras de Claudia, Priscila bufó pero terminó riendo.
—La verdad es que prácticamente lo obligué — chocamos los chupitos y los debimos de un solo tirón.
—Así es como se debe hacer, tú le aprietas los huevos y no lo sueltas jamás — Claudia era la más dolida con los hombre de todas nosotras.
Su ex prometido le había sido infiel con la organizadora de bodas, fue un caos y de eso ya fue hace cinco años, ella sigue sin superarlo y hasta el día de hoy sigue su rencor y no ha dejado que nadie más entre a su vida. Cosa que entendemos por completo, era su primer amor, ella le entregó todas sus primeras veces y cuando menos lo esperaba, la traicionó de la peor forma.
—Esta noche te conseguimos un hombre, Clau — dije, todas asintieron dándome apoyo.
—Muy amables, pero así estoy bien. Gracias — me encogí de hombros.
—Tu te lo pierdes, yo ya tengo en la mira a uno — comentó Elena mirando hacia algún lugar del club, enrollaba su cabello en uno de sus dedos con coquetería.
—Chicas — miré a Priscila — Me gustaría que para mí despedida de soltera fuéramos a la playa, al menos un fin de semana, hace mucho no viajamos juntas.
—Me apunto — dije haciéndolas reír —¿Ven como estoy de pálida? Una bronceada no me sentaría nada mal.
—Quiero, tu nada más di la fecha y yo llego a donde sea — comentó Claudia, Elena de inmediato asintió.
—¡Genial! La pasaremos increíble, ya lo verán.
La noche transcurrió divertida, baile con un agradable chico de intercambio, Elena a la final si se fue con quién sabe quién, Claudia abofeteó a unos cuantos por mirarla de más y Priscila se fue temprano para su casa.
«Tres meses después»
Llegué a casa de Elena luego de un cansado día de trabajo, tuve que quedarme hasta tarde en el colegio revisando los exámenes finales, mañana ya por fin los chicos saldrían a vacaciones de verano, yo tendría que trabajar unos cuantos días más pero luego también empezarían mis días libres y por ello había llegado a la casa de Elena, en donde ya estaban todas mis demás amigas, hoy teníamos que cuadrar todo el viaje.
—La situación es la siguiente — comentó Claudia — Elena y Priscila ya empezaron sus días libres, por ello viajarán el domingo para San Andrés.
—¡Qué emoción! — Priscila y Elena hicieron un bailecito de felicidad — Ya quiero hacer toplees en la playa y beber hasta perder la consciencia.
—Continuando — dijo Claudia — Sofía no podrá llegar el domingo ya que debe trabajar hasta el martes, así que viaja esa noche, ¿Ya compraste los tiquetes?
—Ya lo hice — respondí.
—Perfecto, y yo viajaré el lunes. Así que todas llegaremos con un día de diferencia de alguna otra.
—Que bueno que viajo con El, no tendría nada que hacer si me tocaba sola — comentó Priscila, Elena le sonrió.
—Vamos a divertirnos mucho mientras ellas llegan, aunque sigue siendo un asco que no podamos viajar al mismo tiempo.
—Al menos ustedes tendrán más días libres, estoy cansada de revisar exámenes, ¡Me duelen los ojos!
—Pobrecilla.
—Bueno, lo importante es que llegaremos pronto y la pasaremos muy bien, nos merecemos unas pocas vacaciones y quizás sean las últimas que pasemos con Priscila soltera, sí no pasa nada extraordinario — Priscila fulminó con la mirada a Claudia, ella la ignoró.
—Yo quiero ver el mar de siete colores, dicen que es lo mejor de San Andrés — comenté en un suspiro.
—Yo también quiero verlo — me secundó Claudia —Y hacer buceo.
—Haremos todo lo que nunca hicimos, ¿Entendido? — todas asentimos con mucha felicidad.
Ya quería que pudiéramos conocer nuevos lugares, disfrutar de la playa, el sol, la arena… Cerré los ojos y me imaginé en ese lugar de una vez, cuanto lo aprovecharía.
El sonido de una llamada entrante me sacó de mis pensamientos, vi a Elena correr por su celular como si la vida dependiera de ello y sonrió tan grande cuando miró la pantalla que me hizo reír.
—La hemos perdido — profirió Claudia en un suspiro, Priscila recostó su cabeza en el hombro de Claudia y ambas miraron la cara de enamorada que tenía Elena.
—¿Es el chico del club de la otra noche? — pregunté.
—Así es, llevan saliendo bastante tiempo ya.
—Creo que hasta ya son novios oficiales, mírale esa sonrisa — Priscila tenía razón, Elena parecía ser otra mujer mientras hablaba con su novio.
—Se nota tan enamorada — suspiré.
—¿Aún no sabes nada de Cristian? — bufé al escuchar ese nombre.
—Por favor, ya ni lo recordaba.
Cristian es mi ex novio, se fue hace seis meses para la ciudad vecina, a tan solo dos horas de camino, dijo que podíamos intentar tener una relación a larga distancia y que vendría cada fin de semana, cumplió eso durante el primer mes, ahora ni siquiera hablamos por mensajes y él ya no viene nunca.
—Es un idiota — hice una mueca.
—Lo es, Clau.
—Ay chicas, ojalá ustedes fueran tan felices como lo soy yo, me gustaría regalarles un poquito de mi felicidad, sé que encontraran el chico adecuado en algún momento de sus vidas.
—No tengo afán — respondí.
—A mis las relaciones ahora me valen tres hectáreas de v…
—¡No digas eso, Claudia! — exclamó Pri tapando sus oídos con sus manos, Claudia me guiñó un ojo sonriendo, ella amaba sacarla de casillas.
—Lo entendiste.
—¿Qué entendió? — preguntó Elena regresando a nuestro lado.
—Que tú estás muy enamorada — ella abrió sus ojos tanto que temi que se salieran de su lugar.
—¿Yo enamorada? — preguntó y cuando nos vió asentir se soltó a reír —No estoy enamorada, no de él, pero de su — hizo un gesto con sus manos señalando la entrepierna — Siento que lo amo, me hace sentir tan bien, ustedes no sabes cómo coge ese hombre, hasta el momento ha sido el único que me ha llevado al orgasmo más de cuatro veces en una noche.
Alce mis cejas sorprendida.
—Vaya — silbó Clau — si no estás enamorada entonces me lo puedes prestar una noche.
Elena frunció el ceño.
—Si está enamorada, ese es el rostro de una mujer celosa cuando otra quiere con el hombre que ella ama.
—No estoy celosa, pero...
Se quedó callada, jugué con mis dedos mientras esperaba que diera una razón válida, Elena suspiró mirando al techo.
—Estás celosa, fin.
—Mirala, ya ni sabe que decir, la has dejado muda — comentó Priscila, Elena seguía con el ceño fruncido como si odiara la simple idea de estar enamorada.
Yo pensé en el tiempo que llevaba soltera, no me hacía falta un hombre pero habían días en los que sí deseaba tener un poquito de amor, salir con alguien, besarlo, tener citas, me gustaba mucho hacer eso y cuando dejé de hacerlo, sinceramente no lo extrañé, me tomé un tiempo para mi, en el que creí seguía estando con mi ex, y si bien la idea de enamorarme no me llamaba la atención en este momento, no me aterraba la idea como al parecer si lo hacía en Elena.
—Ela, no puedes tener miedo de enamorarte — ella me miró fijamente sorprendida, ¿Acaso creyó que no me daría cuenta de que sus ojos destilaban miedo? — Es una fase por la que todos pasamos, a veces es muy lindo, es lo mejor del mundo. Esa sensación es indescriptible.
—Confirmo — habló Pri.
—Como también hay veces que no siempre sale como queremos, pero de eso se trata, damos sin esperar nada a cambio y puede que nos decepcionamos o que salga todo bien y sea el inicio de una relación maravillosa.
—Bueno, muy lindos los consejos pero no creo que sea nuestro caso. Dudo mucho que ese hombre este enamorado de mi y mucho menos yo de él.
—¿Qué fue lo que te dijo en la llamada? — preguntó Claudia.
—Lo de siempre, que tuviera una linda noche, que me divirtiera, que le gustaría estar conmigo pero sería otro día y que iría al gimnasio y luego a dormir.
—¿Lo normal? — hice la pregunta como si no la hubiera entendido — ¿Tu crees que es normal que un tipo con el que tienes sexo casual se preocupe en llamarte solo para desearte una buena noche?
—Exacto, ningún hombre hace eso.
—De hecho si lo hacen, — nos corrigió Elena — Siempre lo hacen con el fin de mantener a esa chica ahí disponible, él simplemente quería saber si yo estaba disponible hoy, como le dije que estaba con ustedes entonces simplemente se inventó la excusa del gimnasio y seguramente se irá a buscar a otra ahora.
—Bah, ¿Apostamos? — Claudia estiró una mano hacia Elena con tono retador.
—Vas a perder —sentenció Elena estrechando la mano de Clau.
—¿Qué se supone que van a hacer? — Priscila estaba confundida, yo ya me encontraba de pie lista para salir a buscar al chico de Elena.
—Iremos a espiarlo, — respondió con simpleza Clau.
El cansancio se me quitó, yo tenía muchas ganas de ir a ver si Elena tenía la razón o no, sentía esa espinita de orgullo vibrando por dentro porque quería restregarle en la cara que si estaba enamorada y él también. Así que dejé a un lado la pereza y me acerqué a la puerta.
—¿Vienen o no? — Elena y Claudia se miraron retadoras, mientras Priscila se levantaba de la cama sin creer aún lo que íbamos a hacer.
—Por supuesto que vamos, yo sé a que gimnasio va.
—Ah, pero es tan normal saber eso del folla amigo — profirió Claudia, Elena bufó a su lado.
—Te demostraré que sí.
—Y yo te demostraré que no.
subimos al carro de Claudia y Elena, quien iba de copiloto, le dio la dirección del gimnasio, estaba relativamente cerca así que no teníamos mucho tiempo para planear lo que haremos al encontrarnos con él.
—Yo propongo que pasemos casualmente por allí —dije, — digamos que vamos a ir a la playa y queremos estar muy lindas para ello y que nos interesa entrar al gimnasio.
—A mi no me van a creer eso — dijo Priscila, —Yo ni tiempo tengo, además caminar tanto en el hospital me mantiene activa y tengo un buen cuerpo.
—¡Pero es solo fingir! — exclamó Clau — porque es obvio que yo ni loca entraría a un templo del infierno por voluntad propia.
—No entiendo como tienes tan buen cuerpo si nunca haces deporte — Clau se encogió de hombros tras mi queja.
—Genética, supongo.
—Claro y a mi si me toca hacer mucho ejercicio porque de lo contrario me inflo — suspiré dramáticamente.
Me parecía injusto, tras de que no tengo una buena estatura, me tocó ser un poco rellenita y si no me cuido me vuelvo una bola de inmediato, las mujeres altas jamás se ven gordas a mi parecer, la grasa siempre se les distribuye en los lugares adecuados mientras a mi me crece la panza y las piernas, es una desgracia con la que debo vivir.
—Ahí tenemos una razón, Sofía debe entrar al gimnasio — le saqué la lengua a Clau pero acepté el reto.
Al llegar parecíamos cuatro viejas chismosas tratando de camuflarse de una muy mala forma.
—¡Su carro está acá! — gritó Elena en un pequeño Jadeo.
Clau y yo chocamos las palmas.
—Entremos.
El lugar parecía solitario a estas horas de la noche, era totalmente normal, como no pensamos que a esta hora ya no estaría nadie en recepción para atendernos, éramos tontas.
—Tenemos que devolvernos — dije — a esta hora ya no hay nadie que nos atienda, no pensamos en eso, debemos salir ya o nos van a descubrir.
—¡Sabía que estaba dejando pasar algo! — Priscila golpeó su frente con la palma de su mano.
—Pero ya estamos acá, no podemos irnos — miré a Elena como si estuviera loca.
—¿Estás loca? ¡A ti es a la que menos deben ver! Esto fue tan mala idea — recogí mi cabello porque ya me estaba dando calor del estrés — él no nos conoce a nosotras, si nos ve, no pasa nada. Pero si te ve a ti, pasa de todo.
—Cálmate, te estas estresando por nada — respondió —además si las conoce porque yo le he mostrado fotos.
—Ah, pero eso es normal con los folla amigos —bufó Claudia.
—¡Deja de decir esa palabra! — gritó Elena enojada.
—¡Callense, nos van a ver! — gritó aún más fuerte Priscila, rodé mis ojos esperando que llegara alguien a sacarnos y esperaba que no fuera el chico en cuestión.
—No grites, tonta — susurró Elena.
—Esta fue tan mala pero mala idea —me seguí quejando dando vueltas en el lugar.
Por estar peleando nos habíamos metido por quién sabe dónde y ahora no encontrábamos la puerta para salir, esto era un caos.
—Por allí escucho música — dijo Clau, cuando la miré tenía su oído pegado a la pared.
Hice lo mismo que ella y también pude escuchar música al otro lado de la pared.
—Esta cosa no abre — dijo Claudia intentando abrir la puerta con bastante fuerza.
—¡No hagas eso! — gritó Elena pero ya era demasiado tarde.
La puerta había cedido ante la brusquedad de Claudia y se abrió de par en par dejándonos frente a varios chicos que miraban sorprendidos hacia nosotras, eran al menos cuatro hombres que se encontraban cada uno en una máquina diferente haciendo sus rutinas.
—¡Jesús mujeres! Casi me matan de un susto — un chico muy guapo de piel morena llevó una mano a su pecho y se tiró al suelo.
—¿Elena? — preguntó una voz grave, busqué entre todos quien era el que hablaba y vi que claramente era el chico de la otra noche, el folla amigo de mi amiga —¿Qué haces aquí?
Todas miramos a Elena esperando que hablara, su rostro pasó de estar rojo a totalmente pálido, temí que se fuera a desmayar en ese momento y decidí darle un codazo muy sutil.
—Te hizo una pregunta — murmuré entre dientes para que solo ella me escuchara.
—Se ha quedado en shock — me respondió Claudia de la misma manera en la que yo había hablado —¿Qué hacemos?
—¿Elena, me vas a responder o no? — volvió a preguntar el chico.
Ella a mi lado tomó una fuerte respiración y cuando yo pensaba que por fin iba a hablar, vi que ella salía disparada hacia él por culpa del empujón que le había metido Priscila.
—Ella tiene que decirte algo — habló Pri y yo cerré mis ojos con fuerza.
—¿No podían entrar de una manera menos impactante? — comentó el chico del suelo —Ay, siento que muy pronto se me saldrá el corazón.
—Dime que no lo hizo — murmuró Claudia.
—Si lo hizo — susurré sin poder creerlo.
Abrí mis ojos y ví como el chico, que esperaba pronto saber su nombre, tomaba el rostro de mi amiga entre sus manos y le hablaba con cariño.
—Awww, si él no la quiere entonces yo dejo de creer en el amor. — prometí.
—Se ven tiernos — Claudia y yo miramos con los ojos entrecerrados a Priscila — ¿Qué? ¡Tenía que hacer algo! — se excusó.
—Elena nos va odiar si sale de acá con el corazón roto.
—Y va a cancelar el viaje — comenté de paso —¿Porqué nunca pensamos antes de actuar?
Las tres nos encogimos de hombro mirando a Elena que seguía sin reaccionar, ni idea de lo que pasaría pero esperaba y que no fuera un corazón roto tan pronto.