Capítulo 4

3286 Words
—¿Tu eres el médico? — Pregunto un tanto incrédula, tiene pinta de todo menos de médico, me da una sonrisa de medio lado mientras la chica pone el artefacto en mi muñeca para tomar mis signos, él se acerca con un termo en mano, me imagino es su famoso café matutino, toma una pequeña caja del escritorio de la enfermera y me mira a los ojos, ¡diablos! ¡que mirada! Trago en seco creo que me estoy sonrojando —Así es, que coincidencias del destino, estaba buscando un llavero en línea, Helen, en cuanto termines eso, hazla pasar — Suelta mientras la chica da una amplia sonrisa —Ya terminé, Doc. — Responde mientras el artefacto comienza a pitar y se desinfla, ella solo anota datos tecleando en el ordenador, el tipo me hace una seña y abre la puerta del fondo —Acompáñame, quiero saber lo que sucede — Suelta en tono amable, me pongo de pie y lo sigo, me permite el pase como todo un caballero y miro el enorme consultorio ¡wow! es todo un lujo, un librero de madera rojiza completamente lleno, un escritorio a juego con un ordenador portátil sobre este, veo además la mesa de revisión y unos gabinetes, me imagino ahí guarda esos utensilios de tortura que usan los médicos, un poco de arte en las paredes bastante colorido y sillas que lucen bastante cómodas, todo es fino en este lugar, creo que es el lugar más elegante que he visitado en los últimos meses, aunque ¿Qué podría esperar de un tipo que luce sumamente pretencioso? ¡Tiene un Audi deportivo! Seguro un maldito Don Juan, esperemos me vaya bien en esto de las citas medicas —Por favor siéntate — Dice sacándome de mi ensoñación, parpadeo un par de veces y veo como me hace una ceña indicándome mi lugar, sonrío y hago lo que me pide a la vez que dejo mi bolso sobre su escritorio y me cruzo de piernas —Gracias —  Digo de manera gentil, él sonríe tomando asiento y se inclina sobre el escritorio descansando sus codos sobre de este y uniendo sus manos, me observa curioso, de nuevo siento esa energía obscura emanando de él y me es inevitable arquear una ceja cuando sus ojos centellean azulino —¿Qué es lo que sucede, señorita…? — —Day, Laura Day, pero por favor, solo dime Laura — Suelto presentándome, nuevamente el tipo de la sonrisa linda ataca de nuevo con esa expresión que iluminaría incluso al mismo sol, ¿Pero qué carajos pasa por tu cabeza, Laura? ¡Contrólate! Es solo un tipo y tú no eres una preparatoriana   —Lindo nombre, ahora me toca a mí, aunque tú tienes ventaja, creo que mi apellido ya lo sabes — —Simmons ¿cierto? — —Así es, pero llámame Lucius — Ese centelleo azulino aparece de nuevo en sus ojos inquietándome, pero su voz paladeando su nombre me incita a probarlo en mis labios, ¿Por qué tendrá este efecto en mí? Incluso es algo que jamás había experimentado, ni siquiera Luke me había logrado poner tan nerviosa, quizás es la energía que está emanando, me da curiosidad, una que quiere saberlo todo, aunque muera en el intento —Lucius Simmons, me gusta tu nombre, pero tú ocultas algo que puedo sentir — Mi boca se abre más rápido que mi cerebro Laura eres una idiota me regaño a mí misma, desvío mi mirada hacia uno de los cuadros preparándome para lo peor —Tú también eres de un origen poco convencional ¿cierto? Fácilmente puedo saber lo que eres — Responde y el vello de mi nuca se eriza haciéndome estremecer, ¿Cómo es eso de que fácilmente lo sabe? ¿Qué tipo de criatura es? No puedo bajar la guardia, debo irme tranquila y tratar de no apagar mi cerebro cuando se trata de cosas importantes —No sé lo que eres, pero puedo sentir tu energía, aunque, no he venido a eso, ¿eres médico de verdad? — Digo mientras nuestras miradas se cruza, él me mira serio, su aura fluye con tranquilidad, llegándome incluso a sorprender que de él emane tanta obscuridad —Si, lo soy— Responde seguro de sí mismo, suelto una pesada respiración —Necesito que me ayudes, por favor — Suelto con algo de pesar poniendo mis manos sobre el escritorio, me sorprendo al sentir la suya sobre las mías provocándome un nuevo sonrojo —Sabes que puedes estar a salvo conmigo, después de todo a eso me dedico, a salvar vidas — Dice en voz serena, solo logro asentir y decido abrirme con él, quizás sea el único ser sobrenatural que conozco que sea médico y en verdad Mel está demasiado preocupada por mí, así que un poco de ayuda no me vendría tan mal ¿o sí? —Gracias Lucius, lo que sucede es que últimamente me he sentido demasiado cansada, anoche me desmayé y me sangró la nariz — —Si sabes que los nephilims no se enferman ¿cierto? — Pregunta incrédulo, suelto una pesada respiración, si voy a hacer esto, lo haré bien —Estoy pasando por una crisis depresiva, un ángel de la muerte tuvo un enfrentamiento conmigo hace unos meses llevándose con él el alma de mi prometido — Veo como arquea una ceja mientras me escucha atento —¡Oh! Ya veo, los ángeles son odiosos, tengo experiencia con eso, pero dime ¿Qué sucedió luego? — —Ya te imaginarás a lo que me enfrenté por el dolor de la pérdida y el cambio radical de aires de Nueva York a California y luego acá, no he podido comer bien y están esas pesadillas y hay una sombra que suelo ver, pero creo es producto de mi imaginación y…— —Para ser una nephilim sabes muy poco de tu mundo, incluso me es extraño que no sepas lo que soy, ¿en serio no adivinas? — Pregunta interrumpiendo mi explicación, tiene razón, yo no sé mucho de mi entorno, pero fue como una especie de protección para que no nos hicieran daño de nuevo a papá y a mi creo que es bueno hablar de esto con alguien que no sea Mel —No y es una larga historia de mi niñez lo que me hace no saber mucho de este mundo, por eso no puedo adivinar, pero te decía de la sombra…— Levanta su mano interrumpiéndome de nuevo, frunzo el ceño, ¿acaso no me va a dejar hablar? En definitiva, es un megalómano controlador —No soy ni megalómano ni controlador, Laura, esa sombra no es una alucinación, existe y te está robando la energía, no puedo hacer mucho por ti, puedo darte vitaminas que si pueden servir para que te dé hambre y comas de una buena vez, te daría un pase con el psiquiatra, pero seguro te enviaría a una habitación acolchonada porque no sabe nada de nuestro mundo y te llenaría de antidepresivos, lo que debes hacer es levantar el trasero y enfrentar tu miedo a la soledad porque de ahí se alimentan esos seres y del miedo, si lo sigues permitiendo, te matará — Mis ojos se abren como platos ¿también lee la mente como papá?, ¡diablos! Pero a ver ¿me está sermoneando? Frunzo el ceño, me molesta, ¿cree que no he intentado salir del agujero? Es difícil ¡Carajo! ¡mataron a mi novio frente a mí!, retiro mis manos estrepitosamente del escritorio y tomo mi bolso levantándome de mi asiento —En serio ¿No puedes ser más amable conmigo? — —Soy médico, no un guía espiritual ni ningún tipo de gurú, te estoy diciendo lo que pasa, no te estoy faltando el respeto, solo estoy siendo preciso en cuanto a lo que necesitas — Responde frío y su mirada va de mi a un block con recetas , tomando un bolígrafo escribe en una de ellas y me la entrega, yo frunzo el ceño —Eso es lo único que puedo darte, Laura — Estallando en cólera, hago una bola de papel con la receta y se la arrojo al rostro —¡Eres un hijo de perra! — Suelto con rabia y él me da una sonrisa sínica mientras sus ojos centellean, mis manos se apuñan sujetando mi bolso, me giro en mis talones, debo irme, estoy demasiado cabreada con el tipo —Hasta pronto, Laura — Dice en tono burlón provocando más mi ira, le dije a Mel que esto era una pésima idea —¡Deja de ser tan sínico! Grito y salgo del consultorio azotando la puerta tras de mí, noto como la joven enfermera se sobresalta y sus ojos reflejan una expresión de miedo al verme —Se-señorita ¿se encuentra bien? — Pregunta nerviosa y traga en seco —No y espero nunca venir de nuevo con este médico cabrón— Respondo saliendo de ahí, caminando por el pasillo dirigiéndome hacia la salida, de pronto siento ese escalofrío ya tan familiar de nueva cuenta, trato de ignorarlo, pero se intensifica erizándome la piel de mi nuca ¿Qué carajos pasa ahora?, suelto una pesada respiración y sin importar más decido salir del edificio caminando hacia el aparcamiento, veo mi auto y al lado el del médico de quinta que me ha atendido, una pizca de malicia nace en mí, si tuviera el suficiente dinero para pagar el daño valdría cada centavo el darle unos buenos rayones con las llaves, sonrío de medio lado ante la idea infantil para sacar mis frustraciones, pero en definitiva, el bonito auto no tiene la culpa de lo que hace su arrogante dueño; de nueva cuenta un escalofrío me sacude, miro a mi alrededor, las personas circulan con normalidad a mi alrededor, pero me quedo rígida al ver entre ellos a ese ángel, aquel maldito que se llevó a Luke, su mirada sombría se clava en mí, mis manos temblorosas buscan en el bolso las llaves del auto sin apartar la mirada de la criatura, debo salir de aquí, no creo estar en las mejores condiciones para pelear yo sola y para colmo sé que suelen hacer trampa y siempre vienen más tras este, debo huir —Laura Day, te dije que nos volveríamos a ver, nephilim — Dice una vez cerca de mí, mis ojos se abren como platos ¿Cómo carajos se acercó tan rápido? ¿Por qué soy la única que lo ve?  Trago en seco, no puedo mostrarme débil, no ahora, frunzo el ceño y decido actuar —¿Qué es lo que qui…? — —Oye, Laura, dejaste tu móvil en el consultorio y… ¿Qué carajos haces aquí, Metatrón? — Me interrumpe el médico cabrón poniéndose de inmediato a mi lado, ¿acaso también logra mirarlo? Esperen un momento ¿Sabe el nombre del ángel? En definitiva, este tipo no solo tiene poder sino conocimiento, aunque es demasiado arrogante o es la impresión que me ha dado; me toma de la mano y noto como su mandíbula se tensa y frunce su seño sin apartar la mirada del ángel —¡Oh vaya! Mammon está en la tierra, después de todo los rumores eran ciertos— Suelta el ángel con un tono burlón, veo los ojos de Lucius centellar, creo que nada bueno puede salir de aquí ¿Quién carajos es Mammon? —Tú no vienes nomás porque sí, Metatrón y no eres alguien que rompa las reglas, como lo hicieron Adriel, Abbaton, Samael, Michael y demás corruptos, ¿Qué quieres? — —Se lo que mis hermanos hicieron y lo que tú junto a tus hermanos infernales hacen en la tierra, son criaturas repugnantes, pero mi misión no es contra ustedes, después de todo son el equilibrio para dar dualidad a este mundo, vengo por la nephilim— Al escuchar cómo me llama siento un escalofrío, doy una rápida mirada a Lucius y este pone sus ojos en mí, lleva su mano a mi mejilla y me acaricia haciéndome sonrojar al instante ¿Cómo hace eso? Primero es un cabrón y ahora hasta me acaricia —No puedes tocar a Laura, viene conmigo— —Es su destino, Mammon, ya fue trazado — —El destino me importa un carajo y se lo puedes decir a mi padre, Laura es una nephilim que no ha causado problemas y es una criatura que se rinde ante nuestros dominios, su alma nos pertenece, así que mis hermanos o yo decidiremos cuando es su tiempo de ir al infierno, mientras tanto no puedes hacer nada y…— —¡Basta! Ustedes dos están jodidos, yo no estoy ni contigo ni con él, tú eres un ángel despreciable y tú no tengo ni la menor idea de lo que eres, pero ya fue suficiente con el numerito en el consultorio, no necesito tu maldita ayuda— Suelto en un arranque de ira deshaciéndome de su agarre, Lucius parpadea un par de veces, tomo al fin las llaves de mi bolso y entro al auto arrancando a toda velocidad para salir del aparcamiento, estoy enfadada, necesito largarme de aquí cuanto antes, quizás lo mejor sea volver a California con papá, estoy confundida, un poco asustada, necesito saber de este mundo a como dé lugar, es increíble que me haya permitido a mí misma encerrarme sin conocer a más seres paranormales, fue una reverenda estupidez, pero irme con papá seguro me haría ver débil, Soy Laura Day, tengo treinta años y voy con mi papi a que me proteja ¡Diablos! ¡Soy una mujer independiente! No puedo ser una cobarde, no ahora, no puedo salir huyendo, aunque me estoy derrumbando por dentro no es conveniente verme derrotada, ¡Carajo! Estoy condenada a vivir una eternidad, no puedo estar escondiendo mi cabeza como una maldita avestruz, necesito salir del agujero por mí misma así sea lo último que haga. Suelto una pesada respiración y siento la humedad de mis lágrimas recorriendo mis mejillas, no puedo permitirme llorar de nuevo, no puedo ser débil, ya me cansé de esto, si tengo que llorar una última vez, será ahora, me estaciono en la acera frente a un parque, creo se llama Lois Armstrong, ¡maldita sea! No conozco bien esta ciudad, salgo a toda prisa del auto y me encamino hacia una de las bancas dentro del dichoso parque, es una suerte que casi no hay personas, quizás tenga que ver con la hora, o será porque el cielo está nublado amenazando con caer una bendita tormenta y soy la única loca que se expondría a una catástrofe natural sin importarle su vida, no lo sé, pero de lo que sí estoy segura es de que estoy cansada y quiero llorar sin ser juzgada, quiero sacar cada maldita lágrima de mis ojos hasta que estas se sequen y que nadie pueda darme un maldito sermón ni provocar las miradas cargadas de lástima, quiero desahogarme si es posible hasta desfallecer y poder saber que es suficiente, quiero romperme por completo de una buena vez, porque una vez que todo este hecho pedazos no me va a quedar otra que juntar los pedazos de mí y levantarme; cubro mi rostro con mis manos y comienzo a llorar, las lágrimas se acumulan como un par de cataratas, sin miedo, ni vergüenza, saco ese conjunto de sentimientos que me embargan y que me están consumiendo el alma, al grado de que creo estoy hiperventilando, retiro las manos de mi rostro y gotas de agua fría comienzan a caer sobre mí, en definitiva, dios está en mi maldita contra, ahora lloro aún más, hago pucheros y las lágrimas corren frenéticamente mientras suelto un sollozo —¿Por qué? — Suelto entre llantos sintiéndome desconsolada y sola, me sobresalto al sentir una mano sobre mi hombro, me pongo de pie girándome de inmediato, asustada y veo a Lucius tras de mí con un paraguas tratando de cubrirme de la lluvia —Oye, ¿Estás bien? — Pregunta con un semblante lleno de preocupación y algo más en su mirada que no logro interpretar, me abrazo a mí misma, niego con la cabeza a la vez que agacho la mirada, mechones de cabello se pegan a mi rostro por culpa de la lluvia —Estoy hecha una mierda, ¿no ves? — Pregunto cargada de ironía, mis hombros tiemblan mientras no paro de llorar, bueno, toda yo estoy temblando, cierro los ojos tratando de cortar mi llanto, pero ya es imposible, no puedo hacer nada, siento como me envuelve en un abrazo protector y por cosas del destino reacciono correspondiéndole el abrazo llorando a grito abierto, él me acaricia la cabeza bajando por mi espalda —Laura, tranquila, lo siento, tienes razón, me comporté como un cabrón en el consultorio, no debí ser cruel — Dice en voz llena de calma, mis manos se sujetan con fuerza a su americana, mi cabeza se hunde en su pecho e inevitablemente inhalo su aroma, es cítrico con una pizca de pino, fresco, es un tanto peculiar, pero me agrada —Me siento sola, Lucius, faltaban cuarenta y ocho horas para mi boda y ese ángel de mierda apareció y mis sueños se rompieron, traté de salvarlo y su vida se me fue en las manos, no pude hacer nada ¡Soy un monstruo inservible! — Suelto entre hipos y sollozos, él no se aparta, continúa abrazándome y acariciándome y yo solo me dejo hacer, algo en mi me dice que esto es lo que necesitaba —No eres un monstruo, a todo caso yo soy algo peor que tú y aun así me dedico a salvar vidas, no te imaginas la carga que es ser un demonio y peor aún, ser gobernante de un círculo infernal y que todos te crean un monstruo — Mis ojos se abren como platos, ¿Un demonio? ¡Diablos! Esto está de cabeza, si bien papá dijo que los seres obscuros podrían resultar mejores tipos que los de arriba, jamás me imaginé que alguien así fuera un médico; siento un cambio en su aura, es tranquila, pero cálida, agradable, siento como poco a poco dejo de hipar, me tranquiliza —Yo jamás le dije a él lo que era y esa noche se enteró por que nos atacó ese ángel, murió creyéndome un monstruo — —Entonces déjame decirte que era un imbécil, no eres un monstruo, Laura, eres impulsiva, pero creo eres buena chica, ¿quieres que te lleve a tu casa? Sé que no puedes enfermarte de gripe, pero no quiero que pases por un mal rato en algún accidente vial — —No creo que sea buena idea dejar mi auto aquí — Respondo rompiendo el abrazo, él me toma por las mejillas y me provoca de nueva cuenta un sonrojo, sus ojos grises son hermosos, no lo había visto tan de cerca, a decir verdad, es bastante atractivo, me da una sonrisa y se acerca besando mi frente —Puedo llevarte en tu auto y luego aparecer acá a recoger el mío, soy un demonio, tengo muchos trucos — —¿Puedes ayudarme a conocer este mundo? — —Fui un imbécil contigo en el consultorio y creo te la debo, así que ¿quieres que intentemos ser amigos? Quizás pueda ayudarte contra la sombra y creo que Metatrón te dejará de molestar un tiempo, quedó advertido — Suelta dándome un guiño, le doy una sonrisa y sorbo por la nariz de forma poco femenina —Gracias Lucius — —Es un placer, Laura —
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD