Mi alarma suena y la apago de un manotazo, gruño abriendo los ojos en pestañeos. Estiro los brazos y muevo las manos sintiendo la tensión aún por las horas en cirugía. Tomo asiento en la orilla de la cama pasando las manos por mi cabello. Pensé que no iba a poder dormir con el huracán Katrina bajo mi mismo techo.
Después de verla dormir por un rato que pareció un instante; decidí retirarme porque mi mente estaba causando estragos.
Es hermosa, sí, pero puedo presentir que realmente es un problema andante. Sus ojos grises sobre mí, mis manos tocando su piel y sus labios tan cerca…un desquiciado problema. Resoplo levantándome para salir de la habitación y hay mucho silencio ¿Seguirá durmiendo?
Paso por la isla de la cocina notando algo diferente y detengo mis pasos. Hay una taza cubierta con una nota encima, mi entrecejo se aprieta sosteniéndola entre mis dedos y leo la delicada caligrafía.
“Abrieron temprano el apartamento, aproveché para buscarte unos cruasanes que había comprado, gracias por lo de anoche y buen apetito. Katrina Manzur”
No sé cómo sentirme, la nota tiene un tono sutil insinuante “Gracias por lo de anoche” ¿Qué demonios? ¿Por qué eso hizo que mi corazón latiera fuerte? Tomo mi pulso verificando y sí, estoy jodido. Abro la taza tomando un cruasán y lo como caminando mientras leo una y otra vez la nota intentando descifrar algún mensaje oculto entre cada palabra cuando debería de dejar de pensar en eso. Solo fue una simple nota, no es como si quisiera meterse en mi cabeza de algún modo ¿O sí...?
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POV Katrina Manzur
Camino con apresuro metiendo las cosas en mi mochila mientras hablo por videollamada con mi hermana.
―Espera, ¿te colaste al apartamento del vecino y no ocurrió nada más? ¿Es primera vez que me mientes Katrina? ―Pregunta tomando mi atención.
Resoplo apartando mechones rebeldes de mi cabello para atarlo en una coleta alta.
―No estoy mintiendo. No ocurrió nada de lo que insinúas; me dio un chándal porque estaba semidesnuda y me quedé dormida en la habitación de huéspedes. Él no se veía muy contento ―reitero metiendo entre mis dientes las llaves y con mis manos sostengo el celular mientras me ato los cordones.
―¿Acaso le gustan los hombres?
Mis ojos se abren.
―¿Eso qué tiene que ver?
―Bueno, estabas semidesnuda y no intentó besarte…
―Estás preocupándome, Camilla ¿Los hombres tienen que actuar así con una chica?
Ella se ríe haciéndome rodar los ojos.
―Solo estoy jugando, quizás es un caballero.
―Prefiero pensar eso.
Salgo del apartamento y cierro la puerta mirando la de Alesander con su correo sin recoger. Parece que aún no ha despertado.
―¿Qué te quedaste mirando? ―Pregunta Camilla.
―Su puerta ―respondo pestañeando.
―Uhh, te gusta ―chilla.
Aprieto mi cejo.
―No he dicho eso. ―Encojo mis hombros―. Me agrada, pero yo no parezco agradarle. De todas formas, estoy acostumbrada a no agradar.
―Imposible, eres la persona más agradable del mundo entero.
―¿Eso fue sarcasmo? ―Inquiero sin entenderle y se ríe confirmándomelo.
Ella tose llamando mi atención. Su tos se prolonga más tiempo de lo normal y no me gusta cómo suena.
―¿Te has hecho la placa de tus pulmones? ―Pregunto.
―No hablemos de eso, es una tos normal. Además, tengo que esperar a tomar otro papel o conseguir un trabajo donde me den seguro médico.
Paso saliva deteniéndome al frente del ascensor, acomodo el asa de mi mochila y pienso rápidamente en una solución.
―Katrina, no mires así. Sé que en tu cabeza de genio maquinas muchas cosas, pero en serio, no te preocupes, concéntrate en convertirte en la mejor de ese hospital ¿Está bien? ―Dice ante mi silencio.
―Podría verificar mi seguro médico y ver si funciona un plan familiar para ti…
―Mírame, te adoro, Katrina. Pero debes de relajarte, disfruta esto por mí ¿Sí? Quiero saber todo lo que ocurra en tu primer día en el hospital. ―Sonríe ilusionada.
Entro al ascensor.
―Prometo decirte todo ―afirmo.
―Te quiero, Kat. No te metas en problemas.
Lo último no puedo prometerlo. Cuelgo la llamada botando el aire y vuelvo a mirar la puerta del apartamento de Alesander Wolfman, antes de entrar al ascensor. El recuerdo de sus manos tocando mi piel y muy cerca de mí me estremece. Aclaro la garganta entrando de una vez por todas al ascensor, para no llegar tarde al primer día de mi pasantía.
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POV Alesander Wolfman
Bajo de mi auto quitándome los lentes oscuros y sosteniendo mi maletín con muda de ropa y bata esterilizada. Cruzo las puertas del área de emergencia del hospital donde estoy trabajando de forma esporádica alejándome un poco de las cirugías estéticas para demostrarles a los demás que no solo soy el “Doctor mujeriego” porque detesto ese apodo, peor que el “Doctor perfecto” porque al parecer las convierto en mujeres perfectas. Ellos no saben nada de perfección.
―Doctor Wolfman ―saluda con una gran sonrisa Samantha Hills; la enfermera a cargo del Departamento de Emergencias.
Es de las pocas mujeres que no me tratan con cuidado, como si le fuera a gritar. Al contrario, ella es quien me grita o quizás es que podría ser mi madre.
―Querida Samantha ―Me apoyo del recibidor donde trabaja.
―No comiences, tu encanto no me hace efecto.
Suelto una risa débil.
―¿De qué “encanto” hablas? ―Entorno mis ojos en ella.
―¡Ese! ―Señala tomando una carpeta para darme la espalda avergonzada―. Eres un alemán muy coqueto o que sabe lo guapo que es para usarlo a su favor.
―Nunca usaría eso contigo, ¿por quién me crees?
Me fulmina con la mirada.
―Por el mejor cirujano de la ciudad, quien me traerá las donas prometidas.
―Luego de que revisemos de nuevo tus niveles de azúcar, no me gustaron los anteriores. ―Hago ademán de dirigirme a los vestidores―. ¿Has visto al director Parker?
―Está en su oficina, muy ocupado.
―Le iré a dar una visita, tengo que preguntarle sobre alguien ―murmuro caminando y ese “alguien” es mi vecina huracán.
En el vestidor procedo a colocarme el uniforme color guinda y la bata, presiono mi bolsillo con el gafete del hospital mismo que me deja entrar a áreas restringidas para médicos de alto rango y el área de descanso. Entran al vestidor un grupo de internistas y mantengo mi semblante serio, comienzan a murmurar y sé que es por mí.
―Buen día, Doctor Wolfman ―menciona una de ellas, siendo valiente.
―Buen día, internas ―digo con simpleza.
Salgo del vestidor caminando por el pasillo y vislumbro a los nuevos internistas amontonados en la cartelera dirigida por el jefe de internos, aún recuerdo cuando era un interno y peleaba por las cirugías.
De repente, comienza a sonar la alerta de código naranja, las puertas de emergencia se abren recibiendo una oleada de pacientes traídos por los paramédicos del hospital. Aclaro mi garganta acomodándome el estetoscopio, no soy de participar en el área de emergencias porque soy cirujano plástico, pero debo de correr en este momento a pesar de que mi mente aún siga aturdida por lo el avistamiento de mi vecina. No sé si podré seguir viviendo a su costado.
―¡Accidente en la autopista con un camión, colisión que dejó muchos heridos! ¡Están siendo traídos! ―Gritan―. ¡Necesitamos a todos los Doctores disponibles y residentes, apoyo de los internos!
Me acerco a un paciente en camilla inconsciente con las piernas laceradas.
―Hombre de cuarenta años, varias lesiones, arteria cortada, perdida masiva de sangre. Sus piernas estaban atascadas debajo del tablero de su auto, perdió la consciencia en el camino, se le dio dosis de epinefrina, pulsaciones en descenso ―indica el paramédico.
―¡Trauma cuatro! ―Exclama Samantha organizando las emergencias.
Corro siguiendo a mi paciente.
―Dosis de dopamina, pondré una línea en la ingle ―indico a las enfermeras.
Algo me lleva a girar el rostro y vislumbro al mismísimo huracán encima de un paciente haciendo compresiones y llena de sangre. ¿Qué demonios?
**
Minutos antes…
POV Katrina Manzur
Miro la hora de nuevo en mi celular y resoplo por el tráfico en la vía…llegaré tarde. Comienzo a sentir la ansiedad invadir mi cuerpo.
―¿Qué está sucediendo? ―Le pregunto al chofer del taxi.
―Hubo un accidente ―menciona―. Pero estamos cerca del hospital, esperemos no haya muchos heridos.
Miro por la ventanilla intentando visualizar la situación, no veo a las ambulancias en él área.
―No hay paso para los paramédicos, las personas morirán ―digo. Tengo que ayudar.
―Señorita… ―menciona cuando abro la puerta―. ¡Espere! ¡¿A dónde va, acaso está demente?!
Le entrego el billete y colocándome la mochila en los hombros corro entre los autos. Mi corazón palpita fuerte en un impulso de adrenalina. Escucho el grito de un joven pidiendo auxilio, barro mi mirada en el área y algunas personas se han bajado para sacar a los heridos alejándolos de los autos que podrían explotar, me inclino al escuchar al chico que gritaba, está en el suelo con una chica en sus brazos meciéndose.
Cuando me ve sus ojos se abren.
―Ayúdeme por favor…no reacciona ―dice.
―Haré todo lo posible. ―Tomo su pulso y no lo encuentro.
Comienzo de inmediato con las compresiones fuertes.
―¿Hace cuánto lleva así? ―Pregunto.
―Cinco minutos, pero sí sentía su corazón, estaba latiendo ―responde asustado y muy nervioso.
Visualizo el resto del cuerpo de ella y está sangrando mucho, pero no puedo detenerme hasta hacerle latir el corazón de nuevo.
―Apártate ―demando para tener mayor espacio.
Reviso su pulso y regresa con sus latidos, pero necesitaré epinefrina para estabilizarla. Escucho las ambulancias llegar con los paramédicos y dos se acercan a nosotros con una camilla, dejo que la suban.
―Epinefrina y si entra en bradicardia una ronda de dopamina, no tenía pulso, hice compresión por dos minutos hasta obtenerlo, pero es inestable, está perdiendo mucha sangre, posiblemente de la herida de su abdomen ―indico a los paramédicos.
―¿Es Doctora?
―Interna ―murmuro.
―¿Hospital?
―MedWell Washington.
―Venga con nosotros ―indica y subo a la ambulancia.
La estabilizan en el trayecto hasta que el monitor comienza a mostrar signos, los paramédicos saltan porque la chica ha entrado en paro. Accionan el desfibrilador sin obtener resultados.
Me coloco encima realizando compresiones sin detenerme hasta llegar al hospital, cruzamos las puertas y sigo encima de ella por más que mis brazos comiencen a tensarse, pero no puedo detenerme.
―¿Quién es? ―Pregunta una mujer con uniforme guinda y cabello rubio luego de que le dan las referencias de la paciente.
―Katrina Manzur, interna ―respondo mientras la mujer me observa confundida.
―Trauma dos ―ordena la enfermera encargada.
Bajo de ella y dejo que las enfermeras conecten sus signos vitales.
―Hay que hacerle un catéter en la ingle hasta conectar con uno de los lados del corazón, puede estar obstruido ―digo colocándome los guantes para cortar el pantalón y proceder a hacer el catéter encontrando el femoral. Los paramédicos siguen mis instrucciones―. Carga ciento veinte. ―Me alejo y con la carga vuelve a tener pulso.
**
Me quito los guantes resoplando en cuanto se llevan a cirugía a la paciente. Miro mi ropa llena de su sangre y decido ir a los vestidores para cambiarme de ropa con la que traje en el bolso.
―¿Katrina Manzur? ―Pregunta la misma enfermera de emergencias, deteniendo mi andar.
―Sí.
―Aquí tienes tu gafete, luego de cambiarte dirígete con el jefe de internistas te dará tus tareas ―comenta entregándome mi identificación. Esbozo una sonrisa mirándolo―. Bienvenida a MedWell Washington.
Asiento y ella se retira. Suspiro acariciando el gafete para seguir mi caminar.
Luego de cambiarme escojo el gabinete desocupado metiendo mis cosas en él. Acaricio el collar que me dejó mi abuela y resoplo porque lo que más quiero es que esté orgullosa de mí desde el cielo. Acomodo mi cabello en una coleta más pulcra para tomar el estetoscopio que me regaló Camilla colgándomelo en el cuello, cierro el gabinete y salgo de los vestidores dirigiéndome al área de emergencias de nuevo.
Una mano en mi brazo me detiene de golpe y me empuja de regreso a los vestidores. Mi cuerpo se estremece cuando mis ojos impactan con los verdes de Alesander Wolfman. Parece molesto por su semblante y la forma en que respira, cierra la puerta con seguro acelerando mis latidos y me encara nuevamente arrebatándome el aliento.
―Me vas a explicar qué demonios pretendes apareciendo en todos lados, ¿qué haces vestida así? Y ¿Por qué estás aquí, pulgarcita? ―gruñe cerca de mis labios apretando su agarre. Trago con dificultad abriendo los ojos como platos.