Avis brincaba por encima de las rocas y esquivaba árboles mientras huía de lo que sería un gran bombardeo. Jason estaba a su lado haciendo lo mismo y se veía con un rostro lleno de mucho miedo.
Pudieron encontrar una pequeña trocha que comenzaron a seguir y pronto vieron una gran claridad, era la otra salida del bosque, aquella que tanto habían añorado encontrar. Salieron y detuvieron sus pasos en seco, frente a ellos había una carretera que estaba al lado de un río bastante grande y a lo lejos se veía una enorme ciudad siendo bombardeada. Habían derrumbado el puente que comunicaba la ciudad con el exterior y todo a su alrededor era puro caos.
—¡Vamos! —gritó Jason tomando a Avis de una mano.
Se podían escuchar las grandes explosiones que hacían erizar el cuerpo de Avis y esto la hizo soltar gritos de desesperación inundados en llanto. Ya no sentía sus piernas, solo se veía corriendo a gran velocidad lejos de la ciudad y de aquella horrible devastación, todo su ser era puro instinto de supervivencia.
Pronto se vieron rodeados de personas que también huían de la catástrofe. Avis rodó la mirada por todo lo que estaba sucediendo a su alrededor e intentó no llorar por la desesperación. ¿Cómo iban a poder salvarse si no tenían nada en qué huir?
Se detuvo y esto hizo que Jason también lo hiciera ya que estaban tomados de la mano.
—¡¿Qué haces?! —gritó el joven.
Avis en aquel momento sintió algo extraño en su cuerpo, era como si en aquel momento no fuera ella. “Busca a los no humanos a tu alrededor” escuchó una voz dentro de ella.
La joven rodó la mirada a su derecha donde vio un parqueadero donde había dos hombres y una mujer metiendo unos bolsos a una camioneta negra. Avis rápidamente comenzó a correr hacia ellos y apretó con fuerza la mano de Jason cuando cruzaron la desesperada carretera.
Llegaron hasta la camioneta y una joven de rasgos asiáticos concentró su mirada en ella.
—Hola —saludó Avis.
—¿Qué quieres? —preguntó la joven muy seria.
—Necesitamos su ayuda —informó Avis.
En aquel momento se acercaron los dos jóvenes a ellos, uno era rubio y el otro de piel oscura.
—¿Por qué deberíamos ayudarte? —preguntó el chico rubio.
—Sé que no son humanos —respondió Avis.
—Traes contigo a un humano —dijo el chico de piel oscura.
—No lo es del todo —explicó Avis.
El chico de piel oscura desplegó una leve sonrisa y los otros acentuaron con sus cabezas.
—Suban, no nos queda mucho tiempo —informó la joven.
Avis entró junto con Jason a los asientos de atrás junto con el joven rubio, la chica de rasgos asiáticos sería quien manejaría y al encender el motor miró por el retrovisor.
—No me voy a contener, así que espero que lo resistan —informó.
Jason rodó la mirada de miedo hacia Avis, el pobre no sabía qué era lo que estaba pasando, solo esperaba que saliera vivo de aquella catástrofe.
Salieron del parqueadero a gran velocidad y para su sorpresa, la joven no condujo por la carretera, al contrario, salió de ella y se adentró al bosque tomando el camino por el cual ellos salieron.
—Tenemos dos minutos antes de que llegue la gran ola —informó el chico rubio.
—¿Cuál ola? —preguntó Avis.
—Lanzarán en unos minutos una bomba nuclear en el mar, todo lo que ves a tu alrededor será destruido —informó el joven a su lado.
El corazón de Avis comenzó a latir con fuerza y su piel se erizó por completo, rodó la mirada a Jason quien veía por la ventana la gran naturaleza. Ella no sabía cómo podrían escapar en una camioneta de lo que al parecer sería un tsunami que arrasaría con todo a su paso.
Pero, para su sorpresa, la joven condujo hacia lo que parecía un enorme precipicio y esto horrorizó a Avis. Abrió en gran manera sus ojos al ver la camioneta ser lanzada hacia el vacío. Sin embargo, pasó algo que nunca creyó ver en su vida, el vehículo fue atrapado por una gran luz azul.
Le pareció que todo pasó en cámara lenta, ellos estaban suspendidos en el aire siendo atrapados por la luz y de la nada, todo a su alrededor desapareció, convirtiéndose en otro panorama, era una ciudad siendo destruida por un gran terremoto. Los enormes edificios se derrumbaban y los autos se estrellaban unos con otros creando grandes explosiones, las personas correr desesperadas intentando escapar mientras sus rostros demostraban que la muerte los estaba atrapando. Pero, todo aquello desapareció para convertirse en un nuevo panorama donde se veía una larga carretera en medio de una llanura muerta. Se escuchaba helicópteros encima de ellos, al igual como aviones y a sus lados pasaban autos a toda velocidad.
Jason miró por la ventana el cielo grisáceo lleno de naves que, al parecer, se dirigían al mismo lugar, después rodó la mirada a Avis quien también se veía que no sabía lo que sucedía.
—El mundo es un caos fuera de los puntos protegidos —dijo la joven que conducía.
—Estamos en el fin del mundo —explicó el chico de piel oscura a su lado.
—Evelyn, debiste ser más precisa, casi nos matas —replicó el chico rubio.
—Fue un accidente, me equivoqué de ubicación.
—Y por tu accidente casi haces que quedáramos atrapados allí —gruñó el chico rubio.
—¿Todo el planeta está así? —preguntó Avis.
—Está aún peor —respondió la joven.
—¿Y qué va a suceder? —inquirió Jason.
—¿No lo sabes? —indagó el chico rubio.
—No del todo —trató de explicar Avis para que ellos no se enteraran de la verdad.
—Sólo sobrevivirán en esta catástrofe los puntos protegidos por los Siete Grandes Mundos —explicó el chico de piel oscura.
—Claro, si llegan a tiempo las naves —dijo Evelyn.
—¡Lo harán! —se enojó el joven rubio.
—Si los oscuros aparecen todos estaremos muertos —soltó Evelyn.
—¿Qué son los oscuros? —preguntó Jason.
—El experimento que creó toda esta catástrofe —explicó Evelyn.
—Son una especie de fantasma que se come a las personas, les saca el alma y los descuartiza —dijo el joven rubio.
—Creo que eso era lo que nos perseguía —soltó Jason mientras veía a Avis.
—Vimos como mataba a una persona —dijo Avis.
—¿Y cómo hicieron para salvarse? —preguntó Evelyn.
—Lo matamos —respondió Avis.
Jason miró a Avis con rostro muy confundido, ¿qué estaba diciendo? Se comportaba muy extraña.
—Los humanos están condenados, si no los matan su estúpido experimento, lo hará la guerra o los desastres naturales. Este mundo no tiene salida, es su fin —dijo el chico de piel oscura.
Jason rodó la mirada a la ventana mientras sus ojos se llenaban de lágrimas, era imponente la vista de los aviones, helicópteros y todo tipo de carros que se dirigían al mismo lugar.
Llegaron a una gran base donde se veían personas con apariencia un tanto peculiar, tenían la piel pálida, ojos de color rosado, violeta, al igual que sus cabellos. Avis recordó que las personas que veía en sus sueños tenían esa misma apariencia, al igual que Axon.
Al bajar, un fornido y alto hombre vestido con un uniforme militar n***o que tenía aquel semblante extraterrestre, se acercó a ellos.
—Los mezclados deben dirigirse al bloque sur —informó.
Avis y Jason no entendieron absolutamente nada, pero siguieron al grupo con el cual llegaron.
—Avis, ¿qué está sucediendo? —susurró Jason cuando caminaban por un pasillo blanco.
—No lo sé, yo… solo sigo lo que me indican —respondió Avis.
—¿Indican? ¿Quién?
Avis guardó silencio mientras recordaba a Axon, a veces podía sentir la presencia de él dentro de su cuerpo. No sabía cómo podía suceder eso, pero estaba pensando, él la estaba salvando.
El pasillo los llevó a un gran comedor donde encontraron unas largas mesas llenas de todo tipo de comida. Las personas conversaban alegremente mientras llenaban los platos en sus manos con lo que se les antojara.
Jason llevó una mano a su barriga y lamió sus labios con su lengua reseca discretamente, pero por dentro quería correr a comer lo que se cruzara en su paso.
—Todos afuera están sufriendo la devastación y aquí están comiendo —susurró Avis.
—¿Qué pueden hacer? —cuestionó Jason—, por más que intenten rescatar a personas no podrán, todo es un caos y tú misma lo viste.
—Ellos no los quieren salvar, ¿no te diste cuenta? —Avis volteó a ver a Jason con enojo—. Discriminan a los humanos, nos salvamos porque creen que somos unos de ellos.
—Y se enterarán si no te callas, ¿quieres que nos saquen de aquí a patadas y muramos de hambre?
Avis hizo completo silencio mientras en su garganta se formaba un nudo. Jason dejó salir un suspiro y llevó una mano a su nuca para después bajarla.
—Intenta comer algo, nos hace falta energía, no sabemos cuánto vamos a durar aquí, así que tratemos de mantener esta mentira lo más que podamos —aconsejó Jason.
Jason caminó a grandes zancadas hasta las mesas, tomó un plato que le extendió una mesera y después empezó a mirar emocionado las grandes bandejas de comida. Mientras, Avis paseó la mirada por todo el lugar, no entendía su cuerpo, las ganas de comer se habían escapado de ella y solo se encontraba el desespero junto con los muchos pensamientos, ¿estarían vivos Matías y Mary?, ¿morirían allí?
Sin embargo, sus pensamientos se esfumaron cuando escuchó a lo lejos que la llamaron.
—¡Avis, Avis!
¡Era la voz de Mary!, rápidamente empezó a buscar por el gran salón desesperadamente y su corazón saltó de alegría cuando vio a Mary correr hasta ella.
—¡Mary! —exclamó Avis corriendo hasta ella.
—¡Amiga! —Mary la abrazó—, ¡estás con vida, sí, estás viva!
Avis vio que Matías se acercaba a ellas con una sonrisa desplegada mientras tenía en una mano un plato de comida.
—¡Matías, eres tú, estás bien! —soltó Avis corriendo a abrazarlo.
— Claro, cariño, soy inmortal.
—Ay, necesitaba escuchar ese tipo de palabras —confesó Avis con las lágrimas quemando sus ojos mientras lo abrazaba.
—¿Dónde está Jason? —inquirió Matías cuando se alejaron.
Avis rodó la mirada a la izquierda donde sus amigos pudieron divisar a Jason con un plato de comida grande y repleto sosteniéndolo en una mano y mientras devoraba un muslo de pollo asado en la otra mano.
—Se nota que está muy bien —dijo Mary.
Por fin el alma de Avis pudo descansar, sus amigos estaban bien y a salvo en un lugar rodeado de mucha comida.
—Deberías comer, parece que en cualquier momento vas a desmayarte —aconsejó Mary.
Las dos chicas se acercaron a una mesa donde Mary le pasó un plato de porcelana a Avis.
—¿Cómo lograron llegar hasta aquí? —preguntó Avis mientras tomaba el plato.
—Bueno, cuando escapamos del monstruo, Matías manejó hasta llegar a un río, allí descansamos y después él marcó algo en su celular, no sé qué fue, pero en cuestión de minutos un helicóptero nos fue a recoger cerca de allí. Me imagino que eso es lo bueno de tener un padre que trabaja para los extraterrestres.
—¿El padre de Matías trabaja con ellos?
—Sí, al parecer Matías ya sabía que todo esto iba a pasar, bueno, eso es lo que he deducido. Mira que él nos dijo a dónde teníamos que correr para salvarnos de la bomba y su padre nos fue a buscar para traernos aquí —Mary se acercó más a su amiga para hablarle en susurro—. Escuché que vendrán extraterrestres a buscarnos antes que la gran devastación suceda.
—¿Qué?
—Sí, amiga, tenemos una oportunidad de salvarnos del fin del mundo. Van a llegar naves extraterrestres dentro de poco y nos iremos con ellos.
Avis llevó una mano a su pecho, a su mente llegó el recuerdo de las palabras de Axon. Seguramente él vendría en esas naves y la rescataría de toda esa devastación, por eso la puso a salvo.
—Avis, ¿te sientes bien? —inquirió Mary mientras la veía fijamente al rostro.
Avis tomó un trozo de carne con un tenedor y lo llevó a su boca, comenzó a masticarlo mientras tenía su mirada fija en la comida frente a ella.
—No me puedo desmayar, debo permanecer consiente —dijo después de tragar el bocado de carne.
—Sí, en cualquier momento podemos morir —agregó Mary.
—No es sólo eso —informó Avis—, los extraterrestres no salvarán a humanos —explicó a susurro.
—¿Qué?
—Sí, por eso debemos estar muy alerta.
Al parecer Mary no quedó muy alegre con aquella noticia y su rostro lo demostraba.
—Entonces… todos los que están aquí… —Mary paseó su mirada por su alrededor.
—Ninguno es humano, bueno, nosotros sí —dijo Avis a susurro.
—¿Y qué sucederá si se enteran que no somos de su r**a?
—Creo que no nos ayudarán, nos dejarán morir.
Mary llevó una mano a su pecho mientras su cuerpo se llenaba de miedo.
—Seguimos en peligro —musitó la joven.
—Sólo debemos hacer silencio y hacer lo que ellos hacen —explicó Avis—. Así podremos estar a salvo, bueno, por un tiempo.
Avis se encontraba en las afueras de la base, sentada en una roca observando el gran panorama del valle seco y nubes grises. Se preguntaba cuándo perdió todo, estuvo tan metida en su rutina, obsesionada con las notas en la universidad que nunca se detuvo a pensar en su familia, su pequeña hermana que le decía querer ser como ella cuando creciera, sus padres que intentaban hablar con ella, pero por su falta de tiempo le colgaba las llamadas con la excusa de llamarlos cuando tuviera tiempo. Si tal vez no estuviera tan metida en su mundo se habría dado cuenta de lo que sucedía a su alrededor; tal vez, tal vez… los pudo haber salvado.
Una lágrima corrió por su mejilla izquierda que limpió con rapidez con una mano, dejó su mirada clavada en sus piernas desnudas solo cubiertas por la corta pijama que tenía puesta. En su desespero por salir corriendo no pudo ponerse algo decente, de hecho, sus pies eran cubiertos por unas sandalias que utilizaba en casa.
—¿Qué haces aquí? —escuchó que le preguntaron a sus espaldas, era la voz de Matías.
—Necesitaba meditar —respondió en un hilo de voz.
—Avis, no es bueno ponerse a pensar en lo que pudiste haber hecho. Nadie imaginó que algo así iba a suceder.
Avis limpió su nariz con una pasada de mano y después tragó saliva mientras alzaba su mirada a la triste panorámica.
Matías se posicionó a su derecha sumergiendo sus manos en los bolsillos de la chaqueta negra de cuero que llevaba puesta.
—Hace algo de frío, no creo que sea bueno que sigas usando ese pijama; deberías darte una ducha y dormir un rato —dijo Matías—. ¿No te gustó el cuarto que se te asignó?, ¿dónde está Mary?
—Está bien la habitación, Mary le encantó y está durmiendo en este momento. Creo que no soy la única depresiva por aquí.
—Todos estamos mal, Avis, no eres la única que ha perdido a su familia, pero intentamos sobrevivir.
Hubo un momento de silencio en el cual Avis quedó pensativa.
—Toda tu familia se salvó, Matías. Tu padre tiene el respaldo de los extraterrestres, en cambio, nosotros estamos a la deriva pensando en qué sucederá cuando se den cuenta que somos humanos.
Los ojos de Avis volvieron a inundarse de lágrimas que dejó salir a flote.
—Sabemos que vamos a morir, tarde o temprano, vamos a morir. A os extraterrestres no les importan los humanos, solo vendrán a salvar a su especie, nada más —Avis se levantó de la roca—. ¿Sabes al menos cómo Jason y yo nos salvamos? —hizo un corto silencio mientras veía a su amigo fijamente—, nos hicimos pasar por extraterrestres para que nos dejaran montar en una camioneta con unos extraterrestres que no sabían dejar de hablar mal de los humanos y hacernos sentir patéticos.
—Pero los salvaron, que es lo importante.
—¿A costa de qué? De soportar tantas humillaciones.
—Avis, no podemos hacer más que eso, ellos están en todo su derecho de elegir si salvar a los humanos o no. ¡Los humanos son los que mataron su propio planeta!
—¡No todos, hay muchos que intentamos hacer todo lo posible por mantenerlo vivo! —se exasperó Avis—. ¿Cómo es posible que no se den cuenta de eso? ¡Mira todo esto, tienen habitaciones grandes donde pueden caber cientos de humanos!
—¡¿Y después qué?! ¿Qué se hará con todos esos humanos?
—Hablas como si no fueras uno de los nuestros —dijo Avis con nerviosismo.
Matías tragó en seco y después dejó salir un suspiro mientras apartaba la mirada de Avis.
—¿Eres uno de ellos? —preguntó Avis.
El silencio de Matías lo dijo todo. Avis entreabrió sus labios y sus palabras se volvieron mudas, sabía que lo mejor era apartarse de su amigo para así no explotar y hacer algún show.