3 Omegas y 1 Alfa tratando de sanar.
—Quiero a mi mami.
Su hijo estaba allí llorando por él, necesitándolo. Su vientre grande, sus ojos llorosos, tan frágil, tan indefenso. —Aquí estoy, aquí esta mamá.
...
Lo abracé para luego soltar mis feromonas que funcionaban como un calmante para él, como una anestesia ante sus contracciones. El olor a rosas impregnaba toda la sala —No me dejes mami, no me dejes solo.
¿Cómo lo haría? No lo hice antes, no lo haría ahora, no lo haría nunca.
Jamás los abandonaría, jamás. Los quería, muy a pesar de todo los quería.
Fueron 4 horas, 4 horas en la que Patricio estuvo en labor de parto.
-¡Felicitaciones! Es una niña muy sana, una hermosa niña Alfa.
Tan bella, sus cachetes rosaditos, cabellos rubios. Era una copia fiel de su madre, que la sujetaba tan delicadamente en brazos.
-Bienvenida Jazmín.
Estuvieron dos días, en la clínica para luego recibir el alta. Ni bien llego todo se puso de cabeza.
—La reina tiene hambre
Ahí vamos a darle de comer a la reina
—La reina quiere cambio de pañal.
Ahí vamos a cambiarla
—La reina quiere brazos
Ahí vamos a alzarla
—La reina no quiere dormir
Ahí vamos a hamacarle la cunita
—La reina quiere dormir
Ahí vamos acunarla
Mi oficina se volvió una guardería, pañaleras, andadores, biberones por todos lados
Porque la reina solo quería estar en brazos, principalmente los mío.
—Te vez bellísimo con un bebé en brazos, cuando quieras te hago uno.
Uno le quiere dar oportunidad, pero dice cada tontería. Avanza un paso retrocede 50. —Hare como que no oí eso, Ricardo.
La niña fue creciendo, y con eso los problemas.
—¡Bua bua!
—Ya alguien lo calle, por el amor de Dios.
Lionel en el piso llorando, peleando con la niña que no soltaba su computadora y la rompió, como sino fuese tanta la maldad, la niña tomo los restos de estas y se la partió en la cabeza a Lionel.
—Noooo.
Lo siento reina, pero todo sea por tu bien, tome a Ricardo a lado mío, y le di de a golpes. —rompiste la computadora.
—¿Qué? Yo no fui.
—¿Quién fue? Fuiste tu Lionel.
11 meses nomas tiene, 11 meses y intentaba dominarme para que no retara a Lionel.
Apenas podía mantenerse de pie, pero ahí estaba frente a mi enojada con su chupete en la boca, firme con lo que quedaba de la PC dándome con ella en la piernas.
—Ven es hora de tu siesta…
Sin dudarlo se me fue a mi brazos.
—Debes dejar de consentirla en todo, luego no me hace caso —agarrando a su pequeña para amamantarla, es que esa niña no perdonaba le dabas mamadera, tomaba, le daban pecho tomaba y comía sus buenas dos porciones de papillas. Pero mientras mamaba ella no me soltaba mi dedo, seguía aferrada a él, ni bien termino se vino hacia mi, para dormir su siestita.
Ahora que lo pensaba, porqué no. Porque no tener un bebé, pero recorde que la opcíon mas confiable era Ricardo, y no estaba listo para eso.
Sentía muchas cosas por él, demasiadas, pero no quería arruinar una amistad de años, simplemente por un quizás.
Continuara…