Aunque intentaron fingir que no les importaba, el morado en el cuello de Callum era evidente. Fingieron la mañana siguiente, pero llegada la tarde, Aiden le preguntó si un murciélago le succionó la sangre. Maverick escupió el café que se tomaba, Dexter rio y Hayden no despegó la mirada de su libro. Callum esperaba que nadie lo notase. Solo era un pequeño morado, no era el fin del mundo, sin embargo, para un hombre que salió a almorzar y apareció con el cabello mojado, oliendo a jabón de mujer y con un morado en el cuello, era más de lo que pudieran soportar en silencio. La burla era para todos por igual, y él no escaparía. —No es tu problema —se defendió Callum. —¡Lo es cuando llegas a trabajar todo morado! —vociferó Aiden—. Es la primera vez que un almuerzo termina en ducha. Callum es