Ava colgó sus manos en el cuello de Liam. Liam tenía las suyas en la espalda de la chica y sus labios sobre los suyos. Después de ese beso, nada volvió a ser igual. La intimidad que se despertó esa noche, bastó para derribar los miedos de Ava. Ya no era esa chica que pensaba lo que Dove diría de su relación con Liam, ni los comentarios mordaces de sus amigos cuando lo dieran a conocer. Fue espectacular llegar al punto en el que se encontraban. La paciencia de Liam fue recompensada con una larga sesión de besos, risas y cosquillas. Y desde entonces no podían estar alejados demasiado tiempo sin sentir que extrañaban el calor del otro. Fueron los mejores días de su vida, y habrían sido memorables de no ser porque Ava quería mantenerlo en secreto. —Esto me gusta —farfulló cuando ella gimió c