El fin de semana siguiente a todos los sucesos en la vida de Ava y Dove, fue el esperado cumpleaños de la hija de Quiana. Dove se levantó temprano a preparar muffins de chocolate y fresas con chocolate blanco para la mesa del buffet. Quiana insistió en que no era necesario llevar nada, pero a Dove no le gustaba llegar a los lugares con las manos vacías. Y mientras ella preparaba los bocadillos, Ava se sentó en el sillón de la cocina a lamerse la paleta con la que Dove derritió el chocolate para adornar. Dove no le comentó nada. Estaba más preocupada por el comportamiento de Ava. Ava siempre fue una buena chica, pero no le gustaba que la obligaran a hacer cosas que no quería. Y en parte Dove sentía que la obligaba a ir con ella a la fiesta de cumpleaños sin alcohol. —Quiero que te comport