—Estás de excelente humor —dijo Shady en el desayuno. Dove masticaba la fruta que Sarah picó para todos. —Es un nuevo día. Shady, quien era más olfativa que un perro, la señaló con el tenedor y le hizo seña de que la olía. El semblante de Shady cambió, y la risa apareció, seguido de una mueca diabólica. —¡Te lo cogiste! —vociferó. Algunos giraron para mirarlas. Dove estaba incómoda, por lo que le dijo a Shady que se callara o bajara la voz. Shady, quien estaba más que alterada por el cambio de Dove, miró todo con asombro. A ella le fascinó que Dove finalmente se quitara la coleta de caballo y eligiera vivir. Era una mujer hermosa, soltera, que debía disfrutar del cuerpo que se esforzaba demasiado en mantener. Diez años de lutos eran más que suficientes. ¿y qué mejor que romper ese cí