Marcus
Quizás había perdido los estribos respecto a todo: la maldita boda farsante, Hillary odiándome y la maldita mujer esa que se había entrometido en mi camino.
¿Acaso todo tenía que salir tan jodidamente mal?
Roberts, todo esto era su jodida culpa, así que me fui a su casa de nuevo, a descargar mi ira sobre él, quizás así lograría abrirle los ojos y moverá su culo para tratar de detener toda esta estupidez.
Leilah estaba ciega y más atrás, lo estaba el imbécil de Alan. ¿Acaso nadie más que yo se daba cuenta que esos dos no iban a ser felices jamás? Hillary… maldición, ella tampoco hacía nada y eso me tenía de los nervios.
Recordaba que había ido a casa de Roberts, luego de que Leilah apareciera con esos ojos rojos y aunque le dije sus cosas, hasta del mal que se iba a morir, lo
