Mercedes estaba sentada en la cama arreglando unas telas para el vestido de novia. La joven se la pasaba cambiando todo con la intención de retrasar la costura de la dichosa prenda.
— ¿Qué estás haciendo? — le preguntó Marina al notar los atrasos sin razón— no estará saboteando tu vestido.
Mercedes se hizo la tonta y la miró a los ojos con una sonrisa.
— ¡Mamá! — dijo con una sonrisa en su rostro— ¿No me ves enamorada de mi prometido?
Marina conocía a Mercedes y sabía que esta nunca la pondría en ridículo como la hacía siempre Yolanda. Las dos hermanas eran muy diferentes, eran como el agua y el aceite.
—Lo siento, cariño— dijo apenada con la joven que solo se dedicaba a ser obediente— es que ando muy nerviosa con la llegada de tu hermana.
Mercedes la miró con cariño.
—Mamá ¿qué pas
