La mujer está de rodillas. No se le ve su cara, pero sí el resto de su cuerpo. En primer plano su culo grasiento está empinado. Su espalda, curvada, está decorada con una larga melena rubia muy brillante que me recuerda de inmediato a mamá. Nacho me sonríe, malicioso, mientras sus muslos los mantiene abiertos, para que mamá pueda acomodarse bien y chupar su pene con comodidad. ¡NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO! Mi reacción me priva de todo mi cuerpo. Retrocedo. Mis ojos se crispan. Mi corazón palpita muy fuerte. Me doy la media vuelta y me echo a correr al sentido opuesto de la cabaña. Goterones de lágrimas me nublan la vista. ¡Esto no puede estar pasándome a mí! Estoy desesperado. Triste. Furioso. Desilusionado. Corro entre la noche como un puto loco, hundiendo mis pies en el césped mojado.