Eyaculo potentemente. La cabeza se me pone caliente y caigo de rodillas junto al sofá. Mis latidos me están estremeciendo. Siento que estoy muy agitado, que no puedo respirar. —¡Mamaaáh! —exhalo. Y sé que he hecho todo mal. La he tocado, le he chupado una de sus tetas, sus vellos púbicos me han picado la nariz y ahora me he masturbado, corriéndome sobre ella. ¡JODER! *** Escucho llegar el carro de papá casi quince minutos después, y huyo a mi cuarto haciéndome el idiota. Antes he corroborado que mamá no tuviera restos de lefa adherida a su vientre, que la he limpiado bien con una de las cremas que suele untarse al cuerpo después de bañarse, y también he corroborado que la frazada que he traído de su cuarto la cubre completamente para que papá no la vea con esa bata tan vulgar y lue