Nada más irse apareció Juanjo en la cocina con cara de enfado. Marta todavía no había recuperado totalmente y seguía sentada en la silla algo espatarrada. —No te da vergüenza! – gritó Juanjo. — El que me tiene que dar vergüenza? — preguntó Marta entre sorprendida y asustada. — No os he visto, pero os he oído. Te has estado follando a ese crío en nuestra propia casa! – gritó de nuevo con la cara encendida, pero Marta paso del susto al ataque. — Y tú, a cuántas te follas fuera de casa? Juanjo no se esperaba esa reacción de Marta y se quedó cortado sin saber que decir paseando nervioso por la cocina. —Menuda puta estás hecha! — Y tú un cabron! – replicó Marta con furia. Más paseos nerviosos hasta que Juanjo explotó. —Pues si eso es lo que quieres, eso es lo que tendrás. Mañana mismo