—¡AY CABRRRRRÓN! ¡HHHAAAAHHHH! —¡¿No que no te hacía retorcer, pinche loca de mierda?! —la insulto, mientras ella gime como golfa barata—. ¿No que no pujabas como perra? —¡CÁLLATE Y SIGUEEEEE! ¡SIGUEEEE! ¡AY, HIJO DE PUTAAAAA! ¡QUÉ BIEN ME COJES! Mamá se recupera un poco, mira hacia atrás y ve, con asombro, la forma en que penetro a su mejor amiga y cómo ella rebota sus nalgas contra mí. La noto un poco contrariada, no sé si por celos o por la borrachera, pero noto cómo trata de ocupar su lugar, llamando mi atención. De estar tendida bocabajo en la cama, veo cómo Sugey se empieza a incorporar, levantando el culo y poniéndose en la posición de perrito. Mamá está nuevamente a cuatro patas, abriéndose las nalgas para mí, sus gordas mamas comprimidas contra el colchón, y sus piernas fuert