Aún podía recordar fielmente el momento en que mi madre se tragó todo mi semen por voluntad propia, tengo que admitir que eso me alegró mucho la vida. Ya habían pasado casi dos semanas desde que ocurrió eso. Si bien en estos últimos días no ocurrió nada de esa magnitud, siempre hubo pequeñas cositas que me mantenían contento. Siempre que podía aprovechaba la oportunidad de entrar a orinar al baño mientras ella se bañaba, no sólo me gustaba que me mire un rato la v***a, cosa que hacía sin disimulo, sino que también me encantaba verla completamente desnuda. También aprovechaba cada ocasión que tenía para arrimarla despacito por pocos segundos o rozar sus pechos con mis manos. A veces se molestaba un poco pero en general no decía nada. Una madrugada me levanté porque escuché algunos ruidos e