—¡Pero hijo! –gritó como si todo hubiera ocurrido en un parpadeo, para mí fue un tiempo interminable pero en realidad ocurrió bastante rápido. Sus ojos permanecían mirando mi m*****o fijamente, se irguió un poco en la cama— ¿Qué fue eso? –preguntó consternada, como si de verdad necesitara saber qué había sido lo que tragó. —Dijiste que te gusta sentir el semen en tu boca –intentaba dar una explicación coherente, tartamudeando como un niño demasiado ansioso–, dijiste que te habías quedo con las ganas… Yo… yo… yo solamente te quería ayudar, pensé que te iba a gustar. Perdoname si te molestó… perdoname mamá —me estaba poniendo pálido y tenía ganas de salir corriendo. —¿De verdad lo hiciste por eso? –Me preguntó, mientras quitaba con la mano un poco del semen que tenía pegado en la cara. No