—Me parece perfecto —respondió, con genuina alegría. A Matías le agradaba mucho la idea de poder alejarse de las miradas curiosas, y también poder trabajar con las fotos. Sabía que en un lugar público no podría llegar muy lejos con su madre, pero ésta podría ser la precuela de una sesión mucho más intensa, en su casa. Nicol se alejó, tambaleando las caderas. Matías no pudo evitar mirarle el culo. Esas nalgas estaban completamente al desnudo. Apenas había un triangulito de tela en la parte baja de la espalda, el resto se perdía entre las nalgas, y volvía a aparecer más abajo, marcando esa vulva que amenazaba con quedar expuesta con cada paso. No era de extrañar que todos los tipos de la playa se quedaran atontados al verla caminar. La rubia entró al pequeño bar playero, que no era más qu