Eran aproximadamente las cinco de la madrugada cuando Nicol regresó a su casa. Se encontró con un gran desorden de cajas de pizza a medio comer, botellas de cerveza vacías y un bullicio que provenía del living. Tambaleándose, por los efectos del alcohol, se dirigió hacia donde provenía el griterío. Encontró a a dos de los mejores amigos de Matías: Lucho y Esteban. Se encontraban sentados frente al televisor, charlando entre ellos. Al parecer estaban disputando un partido de fútbol en la Play Station. No había señales de su hijo. Los dos chicos se quedaron petrificados al instante en cuanto ella entró al living. Sin mover ni un solo músculo, la recorrieron con la mirada. Nicol tenía las piernas al desnudo, y había que subir mucho la mirada para encontrarse con su corta pollera, la cual le