Reme alargó la mano y cogió uno de los hermosos pechos por encima del vestido. Lo apretó con suavidad y pellizcó levemente el pezón que crecía bajo la tela. —Ufff, que carne… me encanta esta textura! – exclamó mordiéndose el labio inferior. – Nunca te ha tocado otra mujer? Alba se sorprendió ante la pregunta, pero sintió una sensación diferente a cuando se las tocaba su marido o su hijo, y fue una sensación más agradable de lo que esperaba. Reme paso al otro pecho he hizo lo mismo volviendo a alabar la textura de la carne. Alba sintió que se excitaba con el manoseo y tuvo que frenar el ímpetu de Reme. —Para, para, que nos la vamos a dar! —No te gusta? —Bueno… si… pero así, conduciendo… —No te parece… excitante? —Si, pero también peligroso. Reme puso de nuevo su sonrisa maléfica, y