—Bien… ahora, vení vos —le dijo al brasileño—. Haceme el orto de una vez… así ya me queda bien dilatado. Sé que me la van a meter mucho por ahí. —¿Y vos estás de acuerdo con eso? —Quiso saber Daniel. —Sí, claro… me encanta que me la metan por el culo. Aunque nunca me metieron tantas pijas en un mismo día. El brasileño ya había recibido su invitación y no pretendía esperar a que se la repitieran. Tenía la pija dura como un garrote, uno de sus compañeros le pasó un pomo de lubricante. Se embadurnó el pene e hizo lo mismo con el culo de la rubia. Mientras esperaba, ella ya se había prendido a otra pija y la estaba chupando con devoción. Esto le sirvió para no gemir tanto mientras el morocho se la enterraba por el orto. Una vez que ella estuvo bien dilatada, empezó la verdadera diversió