A pesar de que Nicol se sentía incómoda por lo ocurrido en el baño, no dejó que esto alterase su nuevo ritmo de vida. Siguió usando ropa muy sexy, a veces deambulaba por la casa vistiendo los conjuntos de lencerías que le habían mandado los alemanes, solo para poder mirarse al espejo de vez en cuando y sentirse sexy. Algo que Matías agradecía y ya no se atrevía a ignorar a su madre cuando ella se vestía sexy. Por lo general se acercaba a ella le manoseaba el culo, y en ocasiones la concha. Para Nicol ser tocada así por su propio hijo era una explosión de morbo. Algo que, si bien sabía que no era lo correcto, se lo permitía. Al fin y al cabo ya tenía mucha confianza con Matías, y los dos sabían perfectamente cómo funcionaba la calentura del otro. Ella ya no encontraba tan calamitoso que su