Unos cuatro días después de que Nicol recibiera el consolador, su hijo la vio paseándose por la casa en un atuendo de lo más sugerente. Se trataba del primer conjunto de lencería que le habían mandado, el n***o, pero no tenía puesta la tanga, por lo que su lampiña concha quedaba totalmente al descubierto. No parecía que Nicol se estuviera preparando para una sesión de fotos, al contrario, estaba haciendo cosas cotidianas, como acomodar los platos, o preparar la comida que iba a cocinar. Matías no le dijo nada, pero la siguió con la mirada cada vez que la tuvo cerca. Él estaba mirando la televisión, pero no podía concentrarse en lo que ocurría en pantalla. Nicol notó la mirada de su hijo, y le sonrió. —¿Te gusta? —Le preguntó, mostrándole el culo, y agachándose un poco para que se le viera