Pasaron dos días desde que Matías entró al dormitorio de su madre sin previo aviso. Luego de ver la reacción de Nicol, creyó que el enojo le duraría semanas, y que ni siquiera le dirigiría la palabra; sin embargo se le acercó mientras él miraba una serie. —Tenemos que hablar, —le dijo. Él apagó el televisor y la miró con cierto temor—. Quería decirte que ya no estoy enojada por lo que pasó. —¿No? —No, ya se me pasó… y quería que lo supieras. —Bien, porque no pensaba pedirte perdón. —¿Por qué no? ¿Acaso no entraste a mi cuarto sin avisar, para sacarme fotos mientras yo…? —No, porque vos me hiciste lo mismo. Vos también entraste a mi cuarto mientras yo… hacía eso. No sólo no avisaste. sino que además te quedaste ahí, humillándome. Y cuando yo entro, con toda la intención de sacar fotos