Capítulo 1
Bajo las estrellas
Brooke
Acabo de matar a un hombre.
Mis manos están temblando y no por lo que hice, me preocupa más lo qué mis padres dirán que la sangre que tengo en mis manos. Estoy en la orilla del mirador más alto de la ciudad, todo está solo y oscuro, encontraran el cuerpo tal vez mañana, miraran las cámaras de seguridad, es cuestión de tal vez dos o tres días para qué vengan a mi puerta, tal vez envíen a papá o a mi ex. Estaré jodida.
Por un momento escucho una risa en mi cabeza que me hace sonreír pero inmediatamente borro mi sonrisa. Está mal.
Dios qué dirá mi madre. Enfrentarme a la ira de Clara Castro me da terror. Tal vez mi padre sea más comprensible, pero mi madre no. ¿Tengo justificación? Sí, no me dejaba de molestar. Fue una cita mala y le dije que no, más de una vez y cuando vi qué me estaba siguiendo en su motocicleta, no sé qué diablos pasó por mi cabeza y lo traje aquí, lo único que recuerdo fue gritarle que me dejara en paz y en menos de un minutos le había cortado la garganta. Ni siquiera me sentí mal por hacerlo, me quedé mirando como se ahogaba en su sangre.
Mi ropa. ¡Maldita sea! ¿Cómo voy a comprar ropa sin que me vea sospechosa? Y ponerme la ropa con la que entreno no es muy bueno, mamá me vio con este vestido rosa cuando me iba con él. No puedo decirle que de la nada se volvió rojo sangre, no me creería. ¿Qué voy a hacer?
Miró por un momento abajo y siento vértigo, mi pulso se dispara, siento que me voy a caer y de pronto dos enormes brazos me sujetan, apenas pude reaccionar, me siento mal, creo que la adrenalina ya me bajo.
— ¿Estabas pensando en saltar? ¿Qué te pasa?
La voz profunda del hombre casi me estremece, sí así tiene la voz cómo tendrá lo demás. Un aroma amaderado exquisito llega a mi nariz, voz sexy y huele delicioso.
No respondo, las palabras se quedan atascadas en mi garganta. ¿Qué me pasa? No es la primera vez qué mató… al menos no a alguien que todo mi circulo conoce y que mis padres conocen, mis amigos y mi ex. Maldita sea. ¿Qué mierda hice?
El hombre me toma el rostro, sus manos están enguantadas, me hace mirarlo, joder, siento que una tormenta pasa en mí, quedó embelesada por lo qué veo. El pulso se me acelera de nuevo y todo se me mueve. Joder. Su voz me dejó idiota, verlo me ha dejado como una retrasada.
— Estás sufriendo un bajón de adrenalina – dice aún sin soltar mi rostro.
Es sexy, caliente, un caballero misterioso con un traje n***o. Quiero tragar saliva pero no puedo, tengo la boca seca. Sus ojos tan negros como la noche, tan intensos que harían a cualquiera bajar la mirada pero a mí me capturan como su prisionero. Apenas puedo detallarlo con la luz que refleja la luna llena sobre nosotros.
— Abre la boca – lo hago sin dejar de mirarlo, por alguna razón sonríe. Mete algo en mi boca y… es un terrón de azúcar. – Te ayudará a estabilizarte – suelta mi rostro y siento la ausencia de su tacto. ¿Qué mierda me pasa? Vuelve a mirarme y persiste esa sonrisa que apenas puedo ver. – La primera vez que vi que mataron a alguien casi me da un bajón de adrenalina – dijo sin apartar la vista de mí.
— ¿Qué?
¿Cómo lo supo?
— Ricitos, tu ropa pasó de rosa a rojo sangre y estás manchada de tus manos – su sonrisa se hace más grande. – ¿Puedo saber qué pasó?
— No me dejaba en paz – dije mientras chupaba el terrón de azúcar.
— Sí yo hago lo mismo cuando la gente me molesta – noto el sarcasmo y pongo los ojos en blanco, apenas se ríe, pero eso me hace apreciar las arrugas que se le forman en los ojos, me toma del mentón y siento de nuevo un calor en dónde me sujeta. – ¿Qué hacías ahí arriba?
— Nada – se encojo de hombros.
— ¿Te preocupa haberlo matado?
— Me preocupan mis padres, ¿sabes lo qué me dirán? Me van a matar.
Vuelve a reírse y tengo la impresión que pocas veces sucede eso, acaricia mi mentón y baja su mano, trazando mi cuello, se detiene justo en mi pecho, puede sentir lo acelerado que está mi corazón y solo da una fugaz mirada al escote, veo algo en su mirada pero no percibo que es, cuando me mira de nuevo a los ojos, cambia su mirada. Deja de sonreír y suelta un suspiró.
— ¿Cómo te sientes?
— Mejor, gracias – le sonrió y él asiente con la cabeza. – Tuve una cita con él – susurró. – Papá decía qué era un buen sujeto, sé qué me quiere animar después de lo ocurrido con… – aprieto los labios y no lo mencionó. No tiene caso seguir hablando de ese cabrón. Pero él me mira y sé qué quiere preguntar, pero no dice nada. – Lo parecía, pero todo el tiempo habló de él y la verdad es qué ya no quiero otro tipo que solo sea él, él y él. Me excuse diciendo que debía irme antes, pero me siguió, vine aquí y él insistió una y otra vez, no entendía un no y bueno, de un momento a otro mi ropa dejó de ser rosa – sonrió sin ganas.
— ¿Has estado estresada?
Su pregunta me descoloca un poco. Se sienta a mi lado, su brazo y el mío están juntos, no sé porque me fijo en ese detalle. Suelto un suspiró y echó la cabeza para atrás, recargando en el concreto. Sí qué lo he estado, no aprobé la academía y eso trajo un gran peso a mí, mis padres me apoyan en lo que haga pero ellos son los mejores en esto, dejan unos zapatos enormes que llenar. Esperan que siga sus ejemplos, todo el mundo espera que salga cómo una perfecta agente y… no sé ni disparar porque tengo mala puntería y me tiemblan las manos. Curiosamente con otra cosa que no sean armas de fuego soy muy buena. Mamá dice qué es porque tengo un trauma que me marcó, antes de qué ellos fueran mis padres yo estaba en una casa hogar con drogadictos, casi muero por una bala, tengo la cicatriz en mi vientre, tenía 4 años.
Quería ser policía, pero cuando estuve frente a todo no pude sobrellevarlo, papá no lo dirá pero sé que está decepcionado. Aprobé para ser perfiladora, puedo estudiar a la gente y meterme en sus cabezas, manipularlos y eso me ha llevado a ir a varios interrogatorios con éxito, claro eso fue antes, cuando estaba con él… ahora ya no me han llamado para nada. Ahora no creen que pueda ser capaz de estar involucrada en algún caso policial.
— ¿Has tenido la sensación de que han trazado un camino para ti pero no puedes seguirlo?
Hay un breve silencio, lo miró un momento, tiene la mandíbula apretada y mira hacía enfrente, pero sé qué sabe de lo que habló. Me entiende. Y eso hace que mi corazón se acelere de nuevo y un cosquilleo se instale en mi vientre.
— Sí – asiente con la cabeza. – Entiendo.
— Mis padres me apoyan pero sé qué los estoy decepcionando y ya no sé qué hacer. Ahora con esto más decepcionados estarán – pasó una mano por mis brazos. – No pensaba en saltar cuando estaba en la orilla, pero ahora lo hago, estaré acabada.
— No lo estás, dime ¿qué te gusta hacer?
— ¿Qué?
— Debe haber algo que te guste, ricitos, no creo que matar sea un pasatiempo muy sano.
Me rió, no me hacen reír con tanta facilidad pero este tipo sabe cómo hacerme reír con cosas jodidas, suelto un suspiró y miró a las estrellas.
— Pintar, dibujar, pasó mucho tiempo en ello, vengo aquí varias veces, me siento y dibujó el panorama.
— ¿Siempre? – frunce el ceño.
— El panorama cambia ¿sabes? Las nubes, las aves, el clima, el viento, todo cambia – lo miró y tiene la vista fija en mí, cómo si de verdad le interesara. Algo que nunca había visto antes. – Tienes que prestar atención a tu entorno.
— Tal vez tienes razón, entonces te gusta dibujar y pintar.
— Varios de mis tatuajes fueron diseños míos – me levantó las mangas del vestido y le muestro. – Por la sangre y la oscuridad no se aprecian, pero estos son míos y yo los hice, mi mejor amiga me regaló un kit de tatuar y este ha sido el resultado – siento sus dedos pasar por mi piel, siento electricidad cuando me toca. – También me gusta patinar sobre hielo, no soy buena pero me gusta, cocinar no se me da mal, me gusta probar cosas nuevas y diferentes.
Asiente con la cabeza, es reservado, pero le interesó de cierto modo sino, no estaría aquí, sin embargo, siento que oculta muchas cosas. No es de las personas que sean fáciles de leer. Parece que también falle como perfiladora.
— Eres joven…
— No me digas, tengo el mundo por delante – sonrió sin ganas. – No eres el primero en decirme eso.
— Lo que yo iba a decir es qué tú eres joven, quieres experimentar aventuras, quieres probar de todo, caerte y volverte a levantar, aunque tengas una carga en tus hombros tienes en claro que no quieres seguir el camino trazado para ti, quieres crear tu propio camino y enfrentar todo a tu manera, aunque sea peligroso. No conoces todo lo que quieres aún, necesitas experimentar muchas cosas, algo que te consuma hasta que no puedas respirar, algo que te apasione, que adores, algo con lo qué no puedas vivir, algo por lo qué quieras morir y quieres aventuras peligrosas. Porque estabas más preocupada por tus padres que por asesinar a alguien.
Lo miró con una sonrisa, es lo que siempre he querido escuchar, curiosamente, lo ha dicho con palabras que solo mi cabeza me dice. ¿Un extraño con la respuesta a mi vida? Siento que es alguna mala jugada del Destino, todo lo bueno siempre tiene un precio, pero… no me molesta. Este tipo acaba de ver lo peor de mí y está escuchando con atención y se refleja en su mirada, no le he hartado y tampoco es cómo si estuviera viéndome las tetas, está centrado en mi interior. Muerdo mi labio y él no pasa por alto ese detalle, me sonríe y se levanta, estira su mano y toma mi mano para levantarme.
— ¿Qué haces?
— Vamos a patinar.
— ¿Qué? Oye hay un muerto allá abajo, en cualquier momento lo van a encontrar y…
— No pasara nada, deja de preocuparte por el muerto, no creo que se levante y venga por nosotros – se ríe. – ¿Hay alguna pista de patinaje?
— ¿No eres de aquí?
— Lo era, apenas regrese – dijo casi con pesar. – Dame las llaves de tu auto.
— Espera – lo miró. – Esto está mal, no sé quién eres, puedes ser un asesino en serie.
— Oye yo debería de estar asustado, tú eres la que mató a alguien hace nada. No tienes de qué preocuparte ricitos, sube al auto.
Pongo los ojos en blanco, pero me hace reír, tiene un punto, así que le doy las llaves del auto, no suelta mi mano, volvemos a las escaleras y miró el cuerpo de Bradford, por un momento me quedo mirándolo y nuevamente una sonrisa tira de mis labios así como la risa que suena en mi cabeza. Cuando miró al frente veo a mi misterioso hombre sujetando aún mi mano y mirándome con una sonrisa perversa.
— ¿Te sientes mejor, ricitos? – pregunta cuando llegamos a mi auto.
— Sí, y soy Brooke.
— Me gusta más ricitos – me sonríe y me abre la puerta del auto.
— ¿Me dirás quién eres?
— Tal vez – hay un breve silencio que casi me confirma que no me dirá su nombre. – No quiero que nadie sepa que regrese a Castlebrook.
Hay pocas cosas por las que no quieran regresar a Castlebook que sea un criminal, un asesino o un espía que viene a vigilar el culo de Sebastian, algo que no sería muy extraño, pero de ser un espía ya estaría con esposas y no en mi auto. Lo miré y… no es fácil de leer. El traje es fino, pero no aparenta ser un empresario, tiene cicatrices posiblemente de peleas, pero tampoco me da la sensación de ser algún tipo de agente, tal vez un mafioso sexy, como el de las películas y esa idea solo me emociona más, lo cuál me vuelve una completa loca porque se supone que estoy del lado de la Ley.
— ¿Eres un criminal? – susurró.
— Pues sí, soy cómplice de un homicidio – fruncí el ceño, no esperaba que lo dijera a la primera. – Sé qué mataste a alguien y en lugar de llevarte a la policía vamos a patinar – me sonríe y pongo los ojos en blanco. – Quita esa cara, ricitos – acaricia mi mentón y su toque electriza mi piel.
Acabo de matar a un hombre y él es mi coartada ahora.
Quisiera sentirme mal por ello, pero ni siquiera siento culpabilidad, ahora es como si todo mi ser se centrará en este extraño a mi lado.
— No puedo ir así, estoy cubierta de sangre.
— Decimos que se te cayo la salsa en la ropa.
— ¿Un litro de salsa?
— Si.
Me mira y empiezo a reírme de nuevo y él se ríe conmigo, es tan extraño como me siento tan cómoda con alguien a quién no conozco. Pasó una mano por mi cabello y miró por la ventanilla, es interesante como al mundo le importas una mierda, todos siguen su vida por igual y yo estoy cubierta de sangre y tengo hambre. El auto se detiene y veo al hombre bajar del auto, ¿qué hace? Entra en una tienda de ropa y sale en menos de cinco minutos con una enorme sudadera negra, bueno tal vez se me haga enorme a mí.
— Toma, así ya no te sentirás extraño con sangre sobre tu ropa.
— Gracias.
Me doy cuenta de que es tan grande que me llega igual que el vestido, así que me lo saco fácilmente y lo lanzó al asiento trasero, me pongo la sudadera y la capucha ya que mi cabello está manchado de sangre. Entonces me doy cuenta de algo ¿me acabo de desnudar frente a un extraño y no me sentí incómoda? Creo que estoy jodida de la cabeza. Sus ojos negros me miran, su mirada la siento como el impacto de una bala en mi pecho y conduce de nuevo.
Enciendo la radio y Dua Lipa comienza a sonar, le subo el volumen y empiezo a cantar sin importancia alguna, estoy pensando que este puede ser mi último día con vida, ¿por qué no disfrutarlo? Miró al hombre que mantiene una sonrisa mientras me ve bailar y cantar en mi asiento, un brillo ilumina sus ojos, me gusta. Detiene el auto y veo que hemos llegado a la pista de hielo, pero ya es tarde y está cerrada.
— ¿Sabes cómo entrar? – pregunta.
— ¿Por qué acabo de matar a alguien crees que cometo crímenes muy seguido?
Lo miró y tiene una enorme sonrisa que me provoca un cosquilleo en el estómago, levanta una ceja y ahora me río yo.
— Lo sabes – afirma sin dejar de mirarme.
— Lo sé – pongo los ojos en blanco.
Tomó su mano y lo llevó por la puerta trasera, la sensación cálida de sus guantes contra mi mano me gusta, aunque me gustaría sentir sus manos. Empujo la puerta y él la sostiene para que podamos entrar los dos, la pista de hielo está iluminada, así que vamos de prisa por los patines.
— El guardia generalmente está dormido – dije mientras le daba unos patines. – Tendremos al menos veinte minutos.
— Creo que te gusta la adrenalina ricitos – dijo mientras se sentaba a mi lado para ponerse los patines. – ¿Esto lo haces siempre?
— Sin incluir al muerto, sí – los dos nos reímos. – ¿Listo?
— Hace mucho que no lo hago.
— No es difícil – abro la puerta y entró a la pista.
Me gusta como hobby, aunque no me importaría dedicarme a ello, doy varias vueltas y salto manteniéndome en el aire por un par de segundos antes de caer sobre el hielo sin perder el equilibrio.
— No creo poder hacer eso – señala cuando entra a la pista.
— Solo déjate llevar.
Mintió. Sabe patinar, se mantiene en perfecto equilibrio mientras recorre la pista. Joder no puedo dejar de verlo, un hombre con un impecable traje n***o patinando con una simple chica, se acerca a mí, en medio de la pista, la luz me hace verlo perfectamente. Tiene una cicatriz en el labio y otra en el pómulo, tiene largas pestañas, rasgos duros y a simple vista intimidante pero no para mí. Su cabello está bien peinado y hay algunas canas, tal vez prematuras porque no lo veo tan mayor. Es grande, lo digo en todo sentido, la forma en la que su saco le queda marcan sus enormes y tonificados brazos, la espalda ancha, mierda. Sus dedos vuelven a sostener mi mentón y ese cosquilleo persiste, sus ojos capturan los míos, inclina nuestros rostros y cierro los ojos esperando algo…
— ¿¡Qué hacen aquí!?
— Mierda, el guardia.
Salimos con prisa, quitándonos los patines en el camino y corremos a la salida, entramos al auto y arranca con prisa, me empiezo a reír sin sentido de nuevo. ¿Qué diablos está pasando?
— En verdad ricitos estar contigo es aventura tras aventura – me sonríe. – Abre la boca.
— ¿Qué?
— Vas a tener otro bajón de adrenalina – abro la boca y me mete el terrón de azúcar.
Volvemos al silencio, conduce sin decir nada y yo solo miró por la ventanilla con una sonrisa y una gran tranquilidad. De pronto veo que se detiene cerca de la playa, baja del auto y yo hago lo mismo, camina hacía una roca cerca de la orilla y solo se recarga ahí, imito su gesto y miró hacía enfrente.
— Esa de ahí – señala al cielo un conjunto de estrellas. – Es la constelación de Andrómeda.
— ¿Cómo puedes verla entre tantas estrellas?
Me tomó de los brazos y me puso frente a él, uno de sus brazos me rodea la cintura y el otro me señala dónde está la constelación, puedo verla, pero no me centró en ello, por la sensación de estar pegada a su pecho. Esa sensación de cosquillas me gusta, suspiró y me reclinó en su pecho. ¿Cómo un extraño me puede dar tanta paz después de lo ocurrido? Siento su mentón sobre mi hombro y su calor corporal, me gusta esto. Es tan misterioso como una persona ajena a mí me pueda hacer sentir todo con pocas cosas. Me recargo en su pecho y pongo mis manos sobre las suyas, siento un beso en mi cuello, y es como si recibiera una descarga eléctrica en todo mi cuerpo, sonrió y él entrelaza nuestras manos, mirando a las estrellas.
— ¿Estás bien? – pregunta a mi oído y sonreí, asintiendo con la cabeza. – Estás en silencio.
— Estoy extrañamente feliz – suspiró y él aprieta mis manos.
— ¿Y eso no ocurre a menudo?
— No – miró al mar. Generalmente decepciono a las personas y eso conlleva que me sienta sola. – No ocurre muchas veces.
Me suelta y cuando se aparta de mí siento el frío calando mis huesos, siento su ausencia, se pone frente a mí y alzó el mentón para mirarlo, él toma mi rostro entre sus cálidas y grandes manos, y acaricia mi piel con delicadeza.
— Tus ojos brillan cuando estás feliz y tu rostro se enciende cuando sonríes – siento mis mejillas arder y él me sonríe, casi diciéndome con esa sonrisa qué a eso se está refiriendo. – Quiero verte feliz, ricitos, sin importar nada.
— ¿Cómo harás eso? Pareces un lobo nocturno, no sé ni tu nombre.
— Siempre estaré cerca.
Me abraza y… siento que es un abrazo de verdad, uno de esos abrazos que rompen cada barrera de tu alma y destruyen tu armadura. Inhaló su aroma y cerré los ojos, sintiéndome segura, protegida y única entre sus brazos.
En algún momento debió ocurrir, cuando abrí los ojos estaba en… ¿mi cama? ¿Qué demonios? No pude soñarlo simplemente ¿o sí? Me levantó y… tengo la sudadera, entonces si pasó, yo no tenía esto, meto mis manos en la sudadera y siento un papel, es uno de mis postis amarillos.
¿Qué? Salgo de mi habitación y voy a la cocina, hay un plato con una rosa blanca, abro la sartén y hay huevos y tocino, la tapa tiene una nota.
Voy a mi cuarto de lavado y veo mi vestido rosa impecable, no hay rastro de nada. No estoy loca, de verdad sucedió. ¿Qué extraño te lleva a casa, te lava la ropa y te hace el desayuno? Creo que ningún novio mío lo hizo antes. Esto es muy raro, tocan la puerta y voy corriendo, cuando llegó a la puerta veo otra nota.
Mi pulso se acelera. ¿Con quién demonios estaba ayer? Abrí la puerta y Kylie entró mirándome de pies a cabeza.
— Gracias a Dios estás bien.
— Sí ¿por qué? – dije guardado la nota y tratando de no sonar nerviosA.
— Parece que has estado en la cama todo el día – ¿qué puta hora es? Miró el reloj, son las 11:00. – Asesinaron a Bradford.
— ¿Qué?
Mi pulso se dispara. No. Mierda no.
Kylie enciende la televisión y yo pienso en que decir, ¿me llevaran con esposas? ¿Me van a televisar y…? ¿Qué mierda? El cuerpo está descuartizado y lo enviaron a Collins. No me jodas. ¿Qué putas pasó?