Leonard estaba furioso. No comprendía la actitud tan infantil de Gabriel, quien parecía no entender que por más que hiciera sus locuras, no se iba a quedar con toda la herencia de Martha. Además, ni siquiera sabía a cuánto ascendía la parte que a él le correspondía, con la que no tendría necesidad de trabajar por el resto de su vida, y todavía le dejaría una buena herencia a sus hijos y nietos. Estaba peleando a ciegas. Salió de su casa muy molesto al recibir la llamada de Allie, y ahora no dejaba de mirar el reloj, a la espera de que Gabriel se dignara en aparecer. A los pocos minutos, escuchó la moto detenerse y se acercó a abrir la puerta principal, ya que no había nadie más en la oficina. —No sabía que trabajabas turnos extras —Se burló Gabriel, al entrar. —Normalmente, estaría e