[SAMMUEL] Tenerla frente a mí con esa sonrisa que llegue a creer que nunca más vería, me parece un regalo divino de la vida. Con cada gesto que hace mientras que hablamos de cualquier asunto en general, me hace entender lo afortunado que soy por tener esta nueva oportunidad. Lo que menos quiero es arruinar el momento, por ende, cuido mis palabras y procuro no hacer nada que empañe este momento —¿Te sigue gustando el limoncello después de cenar?— Le pregunto mientras que veo al camarero acercarse con los dos vasos. —Tú me enseñaste lo bueno que era, ¿lo recuerdas?— Responde sonriente y de pronto cuando ve al camarero dejar los dos vasos, ella se muerde los labios y al soltarlos vuelve a sonreír —¿De verdad? ¿Atacaras con toda la artillería pesada?— Me cuestiona intentando no reírse. —Ayu