Dentro de la residencia Klaric, se hallaba en su despacho un muy tranquilo Tristan, con las piernas cruzadas encima de su escritorio, mientras en su regazo tenía una laptop en la tecleaba a velocidad de la luz.
Solamente él sabía lo que tramaba desde allí, pero se estaba asegurando de crear caos a como diera lugar.
Había sido fácil desde un principio convencer a Randall de ser su tapadera, cosa que todos habían creído y seguido a pies juntillas, era tan sencillo controlar la vida de las personas en pequeños pasos que podían hacer cambiar hasta el más alegre, algo que sin duda, llenaba el corazón de aquél hombre despiadado. Si nunca se había esforzado en crear vínculos afectivos con sus propios hijos ¿Qué más se podía esperar de él?
El pobrecillo chico estaba tan enamorado de Amanda que
