Capítulo 1
Narra Magaly
Miro mi correo electrónico donde están mis calificaciones.
No puedo reprobar esta materia. ¡No puedo reprobar ninguna materia! Mi vida depende de ello.
Mi hermano pequeño me necesita. No puedo decepcionarlo de esa manera. Estoy haciendo lo mejor que puedo, pero lo estoy decepcionando. Y eso duele más que cualquier otra cosa.
Nunca había tenido problemas con una calificación hasta hoy.
No puedo permitir que este tipo sea la razón por la que le falle a mi hermano.
Tengo que hablar con el terrible profesor Bentacour.
—Retomaremos esto mañana —resuena su voz grave en el aula—. Publicaré las notas en el portal—
el parloteo y los sonidos de los estudiantes empacando y mudándose llenan la habitación mientras me dirijo hacia el frente. Tengo que hacerle entender... Me retiro un poco de cabello de la cara, con el corazón palpitando en mi pecho mientras espero detrás de otro estudiante—.Entiendo que estarás ausente, pero no hay nada que pueda hacer. Publico todas las notas en línea. Es tu responsabilidad mantenerte al día con eso—la voz profunda y sin complejos del profesor me llama la atención.
Miro alrededor de la chica alta y de cabello oscuro, pidiendo un poco de margen para ver al hombre en persona. El profesor tiene un atractivo que parece sacado de una revista. Su cabello grueso, mayormente oscuro con algunas vetas grises, combina con el vello facial bien cuidado que recubre su mandíbula cuadrada. Siempre me he sentado atrás y nunca he estado tan cerca de él.
Es muy alto. No parece pequeño ni débil desde atrás, pero, ¡vaya!, de cerca, supera mi metro y medio de estatura. Y puedo decir que está delgado y musculoso debajo de la camisa blanca y el blazer—¿Puedo ayudarla?—parpadeo al oír su voz y mis mejillas se sonrojan cuando me encuentro con un par de ojos azules plateados—.Tengo otra clase en diez minutos, señorita...?
—Elvis—digo de golpe—. Magaly Elvis.
El reconocimiento se refleja en su rostro y me preparo.
—Ah, ahora puedo ponerle cara al nombre del único estudiante que reprobó mi asignatura—deja escapar un profundo suspiro y se quita las gafas de montura oscura, dejándolas en el suelo— ¿Qué puedo hacer por usted, señorita Elvis?
—Tenía la esperanza de que hubiera algo que pudiera hacer para compensar las tareas que no entregué, como algún tipo de crédito adicional para mejorar mi calificación...—la desesperación es tan clara en mi voz. Porque estoy desesperada.
No puedo fallar
Si repruebo esta materia, fracasaré como estudiante y como persona. Pero peor aún, fracasaré como hermana. El profesor frunce los labios y se queda callado durante unos segundos. Pero luego me mira y sacude la cabeza.
—No hago excepciones con los estudiantes perezosos.
Me quedo con la boca abierta.
—No soy perezosa.
Se ríe, como si su insulto fuera gracioso.
—Cualquier estudiante que no entrega sus tareas repetidamente parece encajar en ese perfil, si me preguntas.
—Yo...–él no lo entiende. Ni siquiera le importa—.No soy perezosa —digo de golpe, acalorada—. Tengo dos trabajos y su clase tiene tanta tarea que no puedo seguir con ella.
Él simplemente me mira.
—Señorita, no puedo hacer excepciones con nadie, porque eso significaría que tendría que hacer lo mismo con todos–se burla–.Además, he oído muchas excusas a lo largo de los años, también he oído todas las mentiras del mundo, aunque la suya es bastante original, tengo que decirlo. Un pequeño giro con los dos trabajos en lugar del único que suelo tener.
Niego con la cabeza, intentando contener las lágrimas.
—No miento. Por favor. No puedo reprobar esta asignatura.
—Entonces debería haber hecho su tarea—sus ojos se clavan en los míos y toda su actitud es inamovible.
Mis hombros se hunden. Suena la alarma de mi reloj. Excelente.
—Parece que tiene que ir a algún lado, igual que yo. No voy a cambiar de opinión, así que no hay necesidad de que siga aquí y pierda mi tiempo. A estas alturas, ya debería haber terminado de leer las notas que publiqué en el portal —su tono es monótono. No es condescendiente ni comprensivo. No muestra ningún sentimiento.
—Está bien, gracias de todos modos —murmuro, dándome la vuelta y dirigiéndome hacia la puerta, agarrando mi computadora portátil y mi cuaderno contra mi pecho.
Mi nota no tiene que ver con la lectura ni con el trabajo en clase. Es solo por la tarea: los interminables ensayos, debates y resúmenes, todos entregados uno tras otro. No sé cómo lo hace alguien, y mucho menos alguien que tiene que trabajar en dos empleos y cuidar de un hermano en el proceso.
Tal vez si logro aprobar todo desde aquí hasta el final del semestre, pueda subir mi nota a C.
¿A quién engaño? Si eso fuera posible, lo habría estado haciendo desde siempre. Estoy condenada.
Salgo del aula y del edificio, y camino hacia mi auto decente. No tengo idea de cómo, pero necesito aprobar la materia del profesor Bentacour. Mi hermano pequeño depende de ello.