Caden no se había portado bien, pero la actitud de Ivette empezaba a ser exagerada y molesta, que se expresara de esa forma era horrible.
—Espera —. Como obedeciendo una orden Caden se detuvo al escucharla.
—Quiero irme a casa de mis padres, ya.
—No será posible —. Afirmó Caden con brusquedad.
—¿Faltarás a tu palabra? Me imaginé que algo así pasaría.
—No es mi intención no cumplir con mi palabra, tengo mis razones, eso te lo puedo asegurar.
—Tus razones no fueron tomadas en cuenta el dia que me aseguraste enviarme a casa de mis padres.
—¿Tienes idea de quién me hirió?
quien me hizo esto solo me estaba dando una advertencia, estar fuera de aquí sería mucho peor para ti porque tu eres su blanco, solo te pido que por un momento dejes de ser tan infantil y entiendas que te estoy protegiendo del peligro —. Tener que explicar tanto le molestaba, Ivette se comportaba como una niña haciendo berrinche.
—Peligro en el que tú me pusiste —. Le gritó al tiempo que lo señalaba con un dedo.
—De todas formas, hay probabilidades de que lleves mi hijo en tu vientre, no permitiré que te expongas. Esta vez... — Se detuvo como si se arrepintese de lo que iba a decir — en fin, no te irás de aquí.
—No sabes el asco que siento al saber que puedo cargar con este horror dentro de mí —. Quería molestarlo, estaba segura de que no había bebé.
Caden ya estaba por salir pero al escucharla se giró y fue hasta ella, estaban tan cerca que ambos escuchaban su respiración.
—Más asco siento yo de ti cuando manifiestas odio y te refieres como “horror” a un ser inocente que serás tú quién le de vida, viéndolo de ese modo tú eres el animal aquí —. Esta vez si se marchó, Ivette le gritaba para que se detuviera, pero el la ignoró de tal forma que ni parecía que podía escuchar.
No sabia nada de la maternidad, ni su madre ni los sirvientes le habian explicado eso, ni siquiera sabía de que forma ni por donde salía el bebé de un vientre.
Necesitaba un consejo, en momentos así acudía a Sophie, pero como ella no estaba iría con Arthur, él siempre era claro en sus palabras, sin importar a quien fuera le decía las cosas tal y como debía.
El viejo Arthur descansaba sobre la paja del establo.
—Necesito tu ayuda anciano.
—Vaya forma de pedirla, no estaría nada mal si viniese más amable mi lady —. Contestó levantándose.
—Dejate de formalidades, necesito contarle esto a alguien o me voy a ahogar.
—Nada te detiene, cuentame que te inquieta.
—Creo que estoy encinta, Caden me reclamó por qué no fue avisado y le dije cosas horribles acerca del bebé —. Ivette mantuvo la cabeza baja al decir esto.
Aquello había sucedido más rápido de lo esperado.
—Eso solo tiene una explicación —. Agregó con cara de preocupado mientras se rascaba la barba.
Arthur siempre solía ser muy comprensivo y bueno con los consejos, Ivette esperaba que alguno la tranquilizara.
—¿Cual? —. Preguntó con curiosidad.
—Que mi sobrino no pierde tiempo —. Arthur estalló en una carcajada con lo que él supuso que era un gran chiste.
—Esto va en serio, agradecería que pusieras pausa a esas bromas. Dije cosas horribles, llamé horror a la vida que probablemente esté dentro de mí, yo desconozco todo esto de ser madre, este no era el mejor momento para la llegada de un bebé y esto es algo que no me causa emoción.
—No es sabio sacar conclusiones y desarrollar sentimientos cuando tienes poco conocimiento sobre algo —. Esta vez Arthur si estaba muy concentrado en escuchar a Ivette.
—Ya lo sé, no pensé con claridad, solo dije las palabras que creí correctas.
***
Tal y como Caden había dicho el médico se presentó en la mañana cuando casi todos los que vivían en el castillo incluyendo algunos de los sirvientes, estaban en la iglesia, solo Ivette y Caden se habían quedado.
—¿Como será? —. Preguntaba Ivette con curiosidad, mientras Caden la ignoraba la mayor parte del tiempo.
—Sencillo, solo tendrás que desnudarte y dejar que el médico haga una herida en tu vientre para poder ver si hay bebé —. Mantenía las manos cubriendo su rostro.
—Caden... Eso podría matarme, además dolerá mucho —. Respondió asustada, aquel método se escuchaba muy cruel, con razón su madre solo tuvo tres hijos.
Sin poder creer lo que acababa de escuchar Caden le lanzó una mirada de confusión.
—Esto no puede ser verdad, obvio que algo así podría matarte, no lo decía en serio —. Aveces lo inexperta que era su esposa le causaba ternura, otras veces le irritaba, pero no podía culparla, nadie la mantuvo orientada con respecto a aquello.
Luego de pasar un momento ek el salón el médico fue guiado hasta la habitación de Ivette, allí estaban ella y Caden esperando.
—Ansiosos, ¿cierto? La llegada del primer bebé siempre es emocionante.
Tanto Caden como Ivette se quedaron en silencio, no había emoción por ninguna de las dos partes.
Las pruebas de embarazo era algo sencillo, el médico pediría que Ivette depositara si orina en un pequeño envase de cristal, luego echaría cebada a la orina, si esta crecía, existía embarazo.
Así lo hizo luego de explicar, tanto Caden como él abandonaron la habitación dándole privacidad a Ivette, cuando esta terminó los llamó para que entrasen nuevamente.
Estaba un poco avergonzada, sentía que aquella prueba era algo un tanto asqueroso.
Esperaban el cambio en la cebada lo cual no ocurrió, todo estaba normal. Como algunas pruebas solían fallar el médico recurrió a la segunda, sumergir un listón en la orina y luego quemarlo, si el olor que desprendía causaba molestias en Ivette, era casi segura la llegada de un heredero del condado.
Balanceaba el listón muy cercano a la nariz de Ivette. Caden veia todo de cerca, estaba muy nervioso esperando al fin un resultado.
—Esto es sencillamente asqueroso, aleje ese listón de mí —. Ivette se tapaba la nariz.
Si reacción no fue la de una embarazada molesta por un mal olor, más bien la de una persona amante de ls higiene.
—Ambas pruebas dieron negativo, a menos que en uno o dos meses vuelva a repetirlas, porque puede que aún no se revele por el poco tiempo.
Respirando aliviado Caden se levantó y le habló al médico.
—Agradecería su discreción —. Dijo firmemente.
Luego de dar unos consejos el médico se despidió y abandonó el castillo dejándo a Ivette sola con Caden.
Algo estaba pasando, el cuerpo de Ivette empezaba a presentar cambios, si no estaba embarazada entonces algo malo estaba por suceder, aquello no era normal.
Ninguno decía nada, ni siquiera se miraban a la cara.
—¿Por qué pides discreción? Se supone que de esta unión haya un heredero.
—Eso es lo que imponen las reglas de la sociedad, no lo que yo quiero —. Contestó fríamente como si le alegrara que las posibilidades de que estuviera embarazada fueran pocas.
—¿Te importaba más el hijo que ibas a tener con tu amante francesa? —. A pesar de que tampoco quería ser madre a Ivette le molestaba ser menos digna que una mujer libertina que había aceptado estar con un hombre con el que no estaba casada.
—No hables de ella, no la conoces.
—Se lo suficiente como para notar que por pensar en lo que pudo haber sido tu vida si ella viviera se interpone aún en el presente —. Estaba demasiado molesta.
—¿Acaso te importa? Cuando trato de acercarme a ti eres totalmente desagradable, ah, pero te molestas si otra persona tiene mi atención.
—No lo dije porque me importara, lo dije por... —. Guardó silencio al ser interrumpida por Caden.
Se acercó a ella observandola de pies a cabeza.
—Te sonrojas Ivy, dices odiarme, pero cuando me acerco a ti tu cuerpo te traiciona diciendo todo lo contrario.
—Quiero saber que fue lo que pasó con ella.
—Todos los días me vas a pedir que te cuente una nueva historia, que original.
—Solo dímelo, creeme que al ver tu reacción cuando supiste que podía estar embarazada no dudé ni por un segundo que pudiste haber matado a esa mujer.
—No critiques una historia que no conoces.
«No es sabio sacar conclusiones y desarrollar sentimientos cuando tienes poco conocimiento sobre algo». Pensó en Arthur y lo dejó continuar.
—Nuestros padres quisieron que fuesemos educados en Francia. Luego de habernos enviado allá solo visitamos Wiltshire Court dos veces. Addie fue comprometida conmigo desde que teniamos cinco años, así que ella también fue educada junto a nosotros, gobernar dos condados me haría unos de los hombres más importantes después del rey.
Ivette esperaba anciosa porque se saltara a la parte donde conocía a Corinne.
Luego de un breve silencio Caden volvió a hablar.
—Yo no me tomaba mis deberes en serio, solía pasar la mayor parte del tiempo frecuentando diferentes burdeles de la región y embriagandome, en una de esas visitas conocí a Corinne.
¿Qué? Corinne era una prostituta y aún así mantuvo un amorío con ella. Pensaba que Caden cada vez era más raro.
—Tenias una relación con una...
Adivinando lo que Ivette iba a decir Caden la interrumpió continuando con la historia.
—Ella era la hija de la dueña del burdel, no se dedicada a vender su cuerpo, era una muchacha muy diferente al resto. Al principio teniamos una relación amistosa, luego se fue convirtiendo en algo más, siempre le dije que no me enamoraría, pensé que ella tampoco pero una cosa llevó a la otra y nos hicimos amantes, ella quedó en cinta, estaba dispuesto a casarme con ella a pesar de que no la amaba, quería darle una oportunidad y esperar hasta que mis sentimientos por ella se comvirtieran en amor.
***
En el pasado.
—Eres tonta, ¿en serio crees que alguien como él se casará contigo? Es el maldito heredero de un condado, tu no le sumas nada a su posición, casarse contigo sería la mayor estupidez, sabes bien que está comprometido con esa jovencita de buena familia —. Le gritaba Ágnes a Corinne mientras esta lloraba por lo dura que estaba siendo con sus palabras.
Corinne ya había hablado con Caden, el le prometió que se casaría con ella aunque tuviese que renunciar a todo, juró que cuidarían de ella y el hijo que esperaban.
—A ella no la ama.
—¿Acaso por ti siente algo más que calentura? Puede que no la ame, pero ella es alguien de su nivel, no sabes el peligro en que te pones si alguien descubre que planea faltar a su palabra de casarse con ella por ti.
—Prometió que no me dejaría sola en esto.
—Estúpida, mil veces estúpida, ¿Quien diablos dejaría una vida de comodidades solo por un mocoso? Solo en tu pequeña cabecita puede caber esa idea, insistiendo tanto por ese hombre solo te buscarás la deshonra pública... O algo peor —. Estaba furiosa, su hija había desperdiciado su tiempo com un hombre que jamás la tomaría en serio, con la reputación que se habia ganado era muy dificil conseguir marido, y en su estado más, nadie se haría cargo de un bastardo.
—Creo en él —. Corinne sollozaba.
Corinne tenia razón, Caden le había prometido algo, y él nunca mentía.
***
Actualidad.
—¿Qué pasó después? —. Cada vez se hacia más teorías locas acerca de que pudo haber pasado.
—Su madre estaba convencida de que yo le daría la espalda, incluso cuando pedí su mano, ella se molestó creyendo que era una burla. Yo estaba muy en serio, la noticia de que sería padre me hizo feliz, sentí ganas de cuidar de ellos con mi propia vida. Dias antes de desposarla su c*****r fue hayado a orillas del rio, la noticia me rompió, Corinne era una de las mejores personas que he conocido, no merecía lo que le pasó. No tuve valor de verla así, pasé dos meses más en Francia y luego le expresé al tio Arthur mis deseos por tomar mi puesto aquí en Wiltshire Court.
—¿No sabes realmente como murió?
—Se decía que fue s******o, algo totalmente falso, ella nunca se habla quitado la vida, estaba feliz por la llegada de nuestro hijo. Otros dicen que fue envenenamiento, pero nunca se comprobó nada, por otro lado se decia que yo le quite la vida por no asumir mi responsabilidad.
—¿Qué es lo que piensas tú?
Lo cierto es que Caden ya no queria seguir con el tema, luego de la muerte de Corinne vendria una parte de la cual se arrepentía mucho.
—Lo que yo piense no tiene importancia. Recuerda no comentar nuestras sospechas con nadie —. Agregó antes de marcharse.
Era muy rara aquella historia, sabia que Caden estaba saltándose una parte, a lo mejor Anna sabía, pero estaba muy disgustada con ella para preguntarle sobre eso.
Ya que las pruebas de embarazo habían salido negativas habia que volver a las obligaciones sin distraerse, Caden esperaba unos hombres con los que Arthur había hecho tratos mientras él no estaba.
Se trataba de Steve Bristol, un hacendado de Gloucester con dudosa reputación, tenia fama de tramposo, pero a Arthur nunca lo habia podido engañar, Caden supuso que a él tampoco.
***
Dos carruajes se detuvieron justo frente al castillo, de el primero salió un hombre casi de la edad de Arthur, pero este lucia un poco más joven, por su aspecto se podía deducir que tenia treinta y siete años como menos. Se trataba de Steve Bristol
—Bienvenido a Wiltshire Court viejo amigo —. Le saludó Arthur con un abrazo.
El hombre correspondió con una sonrisa.
—Siempre es un placer estar aquí.
Arthur lo invitó a pasar y dio ordenes de que sus cosas fuesen llevados a una de las habitaciones para invitados.
Se detuvieron en el salón a tomar un poco de vino, Caden no tardaba en llegar.
Luego de un par de copas empezaron a recordar los viejos tiempos entre risas y suspiros cargados de nostalgia.
—Saludos caballeros —. Caden irumpió tranquilamente en su charla.
Los tres se pusieron al corriente sobre temas políticos y asuntos de Wiltshire, Steve era muy hábil en cuanto a los negocios (y las trampas por supuesto).
La conversación se alargó tanto que no tuvieron tiempo de reunirse a comer y cenar con los demás, se hacia tarde y decidieron que continuarían con la conversación a la mañana siguiente.
La noche era fría y tranquila, el carruaje iba despacio, hasta que sintió que el conductor se detuvo al escuchar unas voces pidiendo ayuda.
—¿Hay alguien ahí? —. Fue lo último que Ivette escuchó.
Luego sintió cuando algo cayó al suelo, cuando miró por la ventana quedó aterrorizada, el conductor estaba tirado en el suelo con múltiples puñaladas en su cuello.
Se quedó en silencio y sintió unos pasos que se dirigían a ella.
De repente su alrededor cambio, veía todo muy borroso y sentía su cara y su ropa empapados de algo, era sangre. Sentía que su cara estaba desfigurada, cuando se tocaba sentía todas las heridas que le fueron provocadas.
—Pequeña Chadburn, aún estando tan golpeada luces hermosa, no mereces morir sin saber lo que es un hombre de verdad —. Dijo una voz grave a su lado.
Aquello fue lo último que escuchó y cayó al suelo inconsciente
De un salto Ivette despertó de su pesadilla y empezó a llorar, tomó una sabana, se envolvió en ella y salió a tomar aire.
—¿Desvelándose también? —. Preguntó alguien a su espalda.
Se giró para ver de quien se trataba, pero tanto la voz como su rostro eran desconocido para ella, se trataba de Steve que tampoco tenia sueño.
—Ya me iba —. Dijo y empezó a caminar hacia su habitación.
Con una sonrisa amistosa Steve asintió y se quedó allí viéndola alejarse.
Se sentía demasiado abrumada, por primera vez tenía miedo de ir a dormir sola, hace mucho tiempo no tenía aquella pesadilla, siempre era lo mismo. Cuando estaba en casa de sus padres se iba a domir con Sophie, Sophie no estaba allí así que no le quedaba ninguna opción.
Dando una última revisión a unos documentos Caden ya estaba por meterse a la cama cuando asintió que alguien tocaba su puerta.
De mala gana fue a abrirla, se imginana que podía ser Arthur, no esperaba aquella sorpresa frente a su puerta.
—¡Ivette!
—¿Podría dormir aquí?
Dijeron los dos al mismo tiempo.
Al estudiar su cara Caden pudo notar que había llorado, en su voz había miedo, se sentia muy mal como para pedirle dormir en la misma cama que él.
Bajo ninguna circunstancia la rechazaría.
—Claro —. Abrió la puerta de par en par invitándola a pasar.
Tímidamente sin mirarlo entró y se metió a la cama.
—No creo que sea buena idea —. Dijo Ivette a lo que bajaba la cabeza.
—Puedo dormir en el piso si es lo que te preocupa.
Caden tomó una almohada listo para dormir en el piso, pero Ivetto lo tomó del brazo haciéndolo quedarse en la cama.
—No, yo no... Es decir, necesito que me abraces, no te alejes —. Habia ido hacia el pqrq sentirse protegida, si se iba al piso o a otra habitación no tenia caso estar allí.
—¿Estás segura?
—So... Solo hazlo.
Tomándole la palabra a su esposa Caden la acercó a él acurrucandola entre sus brazos hasta quedarse dormida.
Su respiración era tan silenciosa que apenas podía sentírla, Caden no podía dormir, con lo mucho que Ivette lo detestaba solo podía pensar en posibles motivos que la llevaron a querer dormir junto a él, además tenia facha de haber llorado.
Cuando dejó de pensar y finalmente se iba a dormir, un grito de Ivette lo espantó.
—¡¡¡NOOO!!! —. Lo empujó y se sentó en la cama a llorar.
Ahora caden comprendia que Ivette estaba teniendo pesadillas y por eso estaba allí.
—Todo está bien, estoy contigo, nadie puede hacerte daño —. Se acercó a ella y la abrazó con fuerza.
Aferrándose a él ella empezó a llorar y desahogar ese mar de recuerdos que la atormentaban.
—Volví a tener esa pesadilla, cada vez puedo recordar un poquito más.
Por su forma de hablar, Caden no necesitó preguntar de que se trataba, podía imaginar que Ivette hablaba del día en que abusaron de ella.
No encontraba las palabras para traquilizarla, él también había abusado de ella, seria muy descarado de su parte tratar de animarla.
Aun así no le importó.
—Vamos a dormir, ma rose, todo estará bien.
Dándole un beso en la frente la hizo calmarse un poco y volver a dormir.
A la mañana siguiente cuando despertó Ivette sintió la ausencia de Caden en la cama, el solia levantarse muy temprano.
Decidida a no dejar que monstruos del pasado arruinaran su presente se levantó optimista y lista para ir al bosque a recoger flores, volvería a dormir a su habitación, era hora de superar sus pesadillas.
Una criada la ayudó a vestirse. Como no podía salir de las propiedades de su esposo decidió empezar a explorarla y recoger flores por el camino.
No quiso ser acompañada por nadie, solo tomó una cesta y salió a camino.
Adentrándose cada vez más en el bosque encontraba diferentes variedades de flores, las tomaba y las metía a la cesta.
Pensó en dar una vuelta cerca del lago donde estaba la cabaña, pero estaba demasiado lejos para ir a pie.
Continuó su camino en busca de flores.
—Mirate, mirate, ya eres toda una mujer, pequeña Chadburn —. Dijo una voz detrás de ella.
Al decir “Pequeña Chadburn” sintió como se puso alerta su cuerpo y le pedia salir huyendo, se trataba del hombre que habia abusado de ella, no tenía dudas.
—Creo que me confunde —. Afirmó con las manos temblorosas.
Aquel hombre pudo notar su nerviosismo.
—No, no lo creo, te recuerdo tan bien como tú a mí —. Dijo con una mirada lasciva y asquerosa.
—Mi marido no tarda en llegar, déjeme en paz o se meterá en problemas con él.
El hombre soltó una carcajada.
—No seas dura, solo será una vez más para recordar viejos tiempos, dudo que ese niñito te responda como un hombre de verdad.
—Alejese de mí —. Soltó la cesta y trató de salir huyendo pero aquel hombre le detuvo la paso haciendola caer al suelo.
—Lo recuerdas todo, tendré que matarte y esta vez no fallaré.
Esta vez no se trataba de un sueño, Ivette estaba a punto de ser violada nuevamente por aquel hombre perverso y asqueroso.
Necesitaba que alguien la ayudara. Necesitaba que Caden la ayudara, si algo así volvía a pasar no lo soportaría.
—Que alguien me ayude por favor.
Conteniendola contra el suelo empezó a taparle la boca con una mano y levantarle la falda con la otra.
Era el fin, iba a suceder otra vez.
Cuando ya iba a colocarse sobre ella de pronto de apartó.
Ivette abrió los ojos y vio a Caden encima de aquel hombre golpeándolo salvajemente en la cara con los puños apretados.
—¿Acaso sabes quien es esta mujer, Steve?
—Detente, ella tenia tantas ganas como yo, incluso me citó aquí, lejos del castillo.
—Oh entiendo, eso explica por qué suplicaba ayuda. Largate ahora mismo de mis tierras y mi casa antes de que me arrepienta y te mate.
—Maldición, estoy sangrando —. Steve tenia toda la cara llena de sangre, Caden lo había golpeado con todas sus fuerzas.
Steve se levantó del suelo y salió huyendo.
Había sido un idiota.
Ivette estaba sentada en el suelo en estado de shock, ni siquiera estaba llorando, pareciera que se quedó paralizada.
—¿Estás bien? —. Preguntó con preocupación.
Presa del miedo Ivette empezó a hablar.
—Era él, fue ese hombre quien abusó de mi la noche que me dieron por muerta.
—Desgraciado, lo voy a matar, te juro que no saldrá vivo de Wiltshire —. Se levantó del suelo y empezó a perseguir a Steve, con lo golpeado que estaba no podía estar muy lejos.
—Caden espera —. Ivette también empezó a correr detrás de su esposo.