No importa los años que llevara de maestra, amaba ver las diferentes etapas de cada uno de sus estudiantes.
Había como Javier, que cuando reprobar, sentía que no valía la pena seguirlo intentando, pero faltando unos días para la segunda oportunidad, se arrepentía y se desvivía para estudiar.
También había como Anely Rose, que se terminaba esforzando tanto, que al final sacaba incluso mejores calificaciones que aquellos que habían aprobado a la primera.
Y luego estaba Jamie.
Había faltado tantos días desde esa vez que habló con ella, que no podía evitar sentirse preocupada.
Estaba a punto de salir rumbo a la prefectura a pedir el número de la casa del niño, cuando alguien tocó a la puerta de su salón. Hacía rato ya que las clases habían terminado, así que le extrañó.
Apenas y había di
