—¿No habrá boda? —preguntó Lisa lloriqueando. ella miró a Alex a los ojos. Estaba claro que era un hombre al que no le gustaba que le llevasen la contraria. —¿No es cierto, mi amor? —repitió él, más tenso. Bella no se atrevió a tentar más la suerte. —Ah, sí... —susurró—. Una ceremonia íntima. El registro civil bastará. Pero no pudo evitar sentirse desilusionada. ¡Flores, cristalería, una fiesta enorme! Qué divertido habría sido. —¡Pues, a mí, no me parece nada bien! —Exclamó Kate, lanzando su servilleta sobre la mesa, como si fuese el guante con el que retaba a Alex a duelo—. Será mejor que no permitas que tu hijo se salga con la suya, Devlin. Todas las chicas se merecen una boda decente. Dile que no puede llevar a esta dulzura de niña a una horrible oficina a hacer sus promesas matri