Capítulo 41

1535 Words
Lena Estábamos sentados los siete alrededor de una mesa redonda en la habitación principal de la casa. Las luces tenues creaban un ambiente sombrío, mientras el murmullo del viento se colaba por las rendijas de las ventanas. Marco y Seraphina estaban juntos, sus manos entrelazadas sobre la mesa, un gesto que parecía ofrecerles consuelo mutuo. Julián y Elías estaban a cada lado de Nate y de mí, sus expresiones graves, sus ojos reflejando el peso de lo que habíamos enfrentado. Ravenna, por suerte, estaba lo más lejos posible de nosotros, su presencia siempre incómoda, siempre desafiante. Marco fue el primero en romper el silencio. Su voz era firme, pero cargada de preocupación mientras comenzaba a hablar sobre los demonios que nos atacaron fuera de la discoteca. —Los demonios cruzan las fisuras de los planos, buscando alimentarse de los humanos —explicó, sus ojos buscando los míos mientras hablaba. —De seguro el chico que estaba con Lena era el jefe de los demonios que aparecieron después. Suele haber uno al mando, más astuto, que toma una presa para alimentar a los demás. Sentí un escalofrío recorrer mi columna vertebral al recordar lo cerca que había estado de ese "chico". Había algo en su mirada, en la forma en que se me había acercado, que ahora me parecía repugnante y aterrador. Me estremecí, y Nate apretó mi mano bajo la mesa, un gesto de apoyo que significaba más de lo que las palabras podían expresar. Seraphina intervino con su voz suave. —La barrera entre los planos se está debilitando y no sabemos cuánto tiempo más podremos mantener las fisuras y a los demonios que las pasan a raya. Marco respiró hondo, como si estuviera preparando un discurso que había ensayado muchas veces en su mente pero que pocas veces había dicho en voz alta. —Lena, hay algo que debes saber. Nosotros somos cazadores de demonios. —Hizo una pausa, dejando que las palabras se asentaran en el aire. —Existimos para proteger a los humanos de las criaturas que cruzan desde otros planos. Los miré, incrédula. Aunque todo lo que había visto y vivido en las últimas horas parecía confirmar lo que decían, seguía siendo difícil de aceptar. —Tenemos una barrera mágica —continuó Julián, su voz grave pero tranquila. —Nos avisa si algún demonio logra colarse por las fisuras. Sentí que el mundo se volvía más complejo con cada palabra que decían. No solo estaba lidiando con demonios y cazadores, sino con todo un sistema de planos y dimensiones que no comprendía del todo. —No entiendo mucho lo de los planos —admití, mi voz sonando más débil de lo que pretendía. —¿Cómo es que funcionan? ¿Qué son exactamente? Elias, que había permanecido en silencio hasta ahora, se inclinó hacia adelante, su expresión seria pero paciente. —Existen cuatro planos paralelos —explicó, usando sus manos para delinear el aire frente a él. —Lo que conocemos como el Cielo, la Tierra, el Purgatorio y el Infierno. A su vez, cada plano tiene dimensiones. Las fisuras son puntos donde los planos se encuentran y se debilitan, permitiendo que los demonios crucen de un plano a otro. —Y no hay forma de cerrarlas —añadió Seraphina, su voz dulce. —Llevan siglos así, fue una de las consecuencias después de que, los humanos a los que los Arcanos tomaron como estudiantes, quisieron más poder. Lo que nosotros hacemos, a "pedido" del rector Valthor, es proteger a los humanos y los otros brujos de los demonios que logran atravesarlas. El nombre de Valthor resonó en mi mente. Sabía que era el rector de la Academia, pero nunca había sospechado que él estuviera involucrado en algo tan oscuro y peligroso. —Entonces, toda nuestra vida aquí... —murmuré, dejando que la enormidad de la situación se asentara en mi mente. —Todo lo que nos enseñan en la Academia, ¿ha sido para prepararnos para esto? —Exactamente —respondió Nate, su mano apretando la mía con fuerza. —Estamos aquí para proteger y para luchar, Lena. Y ahora tú también formas parte de esto. —Pero el rector no me ha dicho nada... —murmuré, sintiendo una mezcla de confusión y traición. —Es que no estás preparada... —escupió Ravenna con evidente odio en su voz. —Solo los estudiantes con vínculo Arcano se convierten en cazadores, obviamente, —dijo Julián, ignorando a Ravenna, —nos mandan a los lugares donde hay demonios débiles porque aún estamos aprendiendo. Los más fuertes son "atendidos" por los mismos profesores. La revelación de Julián golpeó como una bofetada. Sentí que todo lo que había creído sobre la Academia se tambaleaba bajo mis pies. —¿Entonces todo este tiempo...? —comencé, tratando de juntar las piezas del rompecabezas. —¿Han estado matando demonios sin que yo lo supiera? —Así es —respondió Marco, su tono serio y comprensivo. —El rector Valthor quiere asegurarse de que estés lista antes de exponerte a los peligros reales. No es algo que se tome a la ligera. Sentí una oleada de indignación mezclada con miedo. La frustración y la ira comenzaron a arremolinarse dentro de mí, creciendo con cada segundo que pasaba. Me levanté abruptamente, empujando mi silla hacia atrás con tanta fuerza que casi se cae. —¡No puedo creer que me hayan mantenido en la oscuridad! —grité, mi voz resonando en la habitación. Todos se quedaron en silencio, mirándome con una mezcla de sorpresa y culpa. Nate intentó acercarse a mí, pero levanté una mano para detenerlo. —No, Nate, no te acerques. ¿Cómo pudiste? ¿Cómo pudieron todos ustedes? —Mi mirada pasó por cada uno de ellos, pero se centró en Nate. —Tú, sobre todo. Pensé que podía confiar en ti. Creí que, al menos tú, me dirías la verdad. —Lena, no es tan sencillo... —empezó Nate, su voz llena de arrepentimiento. —¿Sencillo? —me burlé, sintiendo cómo las lágrimas de furia ardían en mis ojos. —¡Nada de esto es sencillo, Nate! ¡Nada! Pero al menos merecía saber en lo que me estaba metiendo... ustedes... ustedes me drogaron... —Lo hicimos por tu seguridad, Lena. —Seraphina intentó intervenir, su tono conciliador. Sabía que ella había puesto algo en mi trago, tal vez para dejarme inconsciente y así no ser un estorbo para ellos. Al final de cuentas, eso era lo que era, una piedra en sus zapatos. —¿¡Por mi seguridad!? —repetí, incrédula. —¿Y creen que mantenerme en la oscuridad me hacía más segura? ¿Creen que no tenía derecho a saber que había demonios, fisuras entre planos y que estaban entrenándome para ser una cazadora? Nadie respondió, y el silencio solo alimentó mi enojo. —No soy una niña que necesita ser protegida de la verdad. Soy parte de este equipo, ¿no? —continué, mi voz temblando de rabia y decepción. —Si realmente soy parte de esto, entonces merezco saberlo todo. Merezco ser tratada con el mismo respeto que cualquiera de ustedes. —Lena, lo sentimos. —dijo Marco finalmente, su voz baja. —Sabíamos que esto te afectaría, pero creíamos que era lo mejor. —¿Lo mejor? —mi risa fue amarga. —Lo mejor sería que me hubieran dado la opción. Que me hubieran dejado decidir si quería ser parte de esto o no. Pero no, me trataron como si no fuera capaz de manejar la verdad. Miré a Nate, sintiendo que la herida de su traición era la más profunda. —Pensé que tú, de todos, me respetarías lo suficiente como para ser honesto conmigo. Pero supongo que me equivoqué. —Lena... —Nate dio un paso adelante, su rostro mostrando un dolor que reflejaba el mío. —Lo hice porque te amo. No quería verte herida o asustada. Pensé que estaba protegiéndote. —¿Dices que me amas? —me reí con tristeza, sintiendo cómo la desesperación se transformaba en una burla amarga. —Tú no me amas, Nathaniel. Apenas me conoces. Lo que sientes es solo por este estúpido hilo dorado que nos conecta. —Eso no es... —intentó decir, pero lo interrumpí, levantando una mano. —No. No me importa lo que tengan para decir. Claramente no formo parte de su club de Arcaniamigos, y sinceramente no quiero estar aquí. Me giré, mi corazón latiendo con fuerza, y salí por la puerta sin mirar atrás. El aire fresco de la noche me golpeó el rostro, y sentí una mezcla de alivio y desesperación. Caminé por las calles de la ciudad, dejando que mis pensamientos se arremolinaran. Tenía dos opciones frente a mí. Podía aprovechar que estaba fuera de la Academia y desaparecer, empezar de nuevo en algún lugar lejos de toda esta locura. O podía regresar, aprender todo lo que pudiera de la Academia y mejorar mis habilidades para ser más fuerte, más capaz de enfrentar cualquier cosa que viniera. Por una vez en la vida, yo decidiría mi futuro, me convertiría en la persona que decidiera ser, no la que ellos querían que fuera.
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